MÁS RESPONSABILIDAD PARA LA SEGURIDAD DEL AMBIENTE Y DE LOS TRABAJADORES: PALABRAS DEL PAPA A ASOCIACIÓN DE CONSTRUCTORES (20/01/2022)

La propuesta de una lectura cristiana de los valores de competencia y transparencia, responsabilidad y sustentabilidad, ética, legalidad y seguridad. Este fue el corazón del discurso que el Papa Francisco dirigió la mañana de este 20 de enero a un grupo, de unas cincuenta personas, de la ANCE, la Asociación Nacional de Constructores, a quienes recibió en audiencia en la Sala Clementina del Palacio Apostólico. Este encuentro también representó una oportunidad para recordar el 75º aniversario, celebrado en los últimos meses, de una realidad empresarial que representa a empresas italianas de todos los tamaños que operan en el ámbito de la construcción, un sector que se ha visto afectado por el difícil periodo agravado por la pandemia. Transcribimos a continuación, el texto completo de su discurso, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, buenos días y bienvenidos:

Agradezco al presidente por sus palabras de saludo. Los recibo en ocasión de su 75º aniversario, celebrado en los meses pasados; una ocasión para hacer memoria de una historia que remite a la segunda postguerra en Italia. La Asociación Nacional de Constructores de Edificios nace, de hecho, en 1946 como asociación empresarial que representa a las empresas italianas de cualquier dimensión que trabajan en el campo de las construcciones.

Pienso que también para su sector este es un período difícil. Y en estos momentos es importante atender esas motivaciones, esas opciones fundantes. Por mi parte, quisiera compartir con ustedes alguna enseñanza del Evangelio, que pueda ayudarles en su trabajo. Es una lectura cristiana de los valores en los que se inspiran: concurrencia y transparencia; responsabilidad y sustentabilidad; ética, legalidad y seguridad.

El Evangelio da testimonio de que Jesús, en su predicación, también utilizó la metáfora de la construcción para transmitir sus mensajes. Es el caso, por ejemplo, del capítulo 6 del Evangelio de Lucas (vv. 46-49), donde, entre otras cosas, Jesús desenmascara el comportamiento hipócrita y perezoso de quien sólo se limita a hablar sin hacer. Mostrando la sabiduría del ingeniero de edificios, él compara a los charlatanes con los que construyen las casas sobre un terreno arenoso y sin cimientos. Ciertamente, Jesús no piensa en grandes edificios, sino que hace notar que estas construcciones son realizadas a la orilla del río, mientras que el buen constructor sabe que en la primera inundación una casa de este tipo está destinada a desaparecer.

Su parábola sin embargo continúa con el reverso de la moneda: «Quien viene a mí y escucha mis palabras y las pone en práctica, […] es semejante a un hombre que, construyendo una casa, excavó muy profundo y puso los cimientos en la roca» (vv. 47-48). La imagen es todavía más interesante si pensamos que tal constructor no sólo ha hecho lo correcto en el momento exacto. Sí, pero podría suceder. Es a lo que que asistimos hoy con el cambio climático: suceden cosas que nunca habían sucedido.

En la predicación de Jesús, el creyente es alguien que no se limita a aparentar exteriormente ser cristiano, sino que trabaja activamente como cristiano. Y es precisamente esta coherencia operativa la que le permite edificarse a sí mismo no sólo en los tiempos normales de la vida, sino a permanecer como tal también en los momentos difíciles. Esto significa también que la fe no sé coloca protegiéndose de la intemperie, más bien, acompañada por las buenas obras, se fortalece y se hace capaz de resistirla. Y es precisamente En este sentido que es necesario custodiar y encarnar cotidianamente los valores que inspiran su adhesión a la asociación.

Competencia y transparencia. La competencia por sí sola no basta. En la lógica utilitarista del mercado puede impulsar a la contraposición hasta la eliminación del otro. Crea la ilusión de que se puede vencer al otro o que la derrota del otro Pueda tomarse en cuenta en la tendencia económica. Cuando esto sucede, se pone en riesgo el tejido social de confianza que permite al mercado mismo funcionar adecuadamente. La competencia debe ser estímulo para hacer mejor el bien, no voluntad de dominio y de exclusión. Por eso es fundamental la transparencia de los procesos de decisión y de las opciones económicas. Competencia y transparencia, juntas. Se requiere evitar una competencia desleal, que en el campo económico y laboral mismo significa pérdida de puestos de trabajo, apoyo al trabajo negro o al trabajo mal pagado. Se termina así por favorecer formas de corrupción que se alimentan en lo turbio de la ilegalidad y de la injusticia. Y ese no es un camino justo: es un camino que enferma, no está bien.

Responsabilidad y sustentabilidad. Nunca como en este tiempo escuchamos hablar de sustentabilidad: pone en tela de juicio la capacidad de regeneración de cada ecosistema. En el sector de la construcción es fundamental la utilización de materiales que ofrezcan seguridad a las personas. Al mismo tiempo, es necesario evitar explotar el ambiente cooperando hacer inevitables algunos territorios particularmente explotados. Cada empresa puede ofrecer su propia contribución responsable para que el trabajo sea sustentable.

Además, la sustentabilidad tiene que ver con la belleza de los lugares y con la calidad de las relaciones. Quisiera retomar aquí una reflexión presente en la encíclica Laudato si’ sobre la relación entre los espacios urbanos y el comportamiento humano: «Aquellos que proyectan edificios, barrios, espacios públicos y ciudades, necesitan la contribución de distintas disciplinas que permitan comprender los procesos, el simbolismo y los comportamientos de las personas. No basta la búsqueda de la belleza en el proyecto, por qué tiene más valor servir a otro tipo de belleza: la calidad de la vida de las personas, su armonía con el ambiente, el encuentro y la ayuda recíproca. También por eso es muy importante que el punto de vista de los habitantes del lugar contribuya siempre al análisis de la planificación urbanística» (n. 150). Que su trabajo pueda ayudar a las comunidades a reforzar vínculos de solidaridad, de cooperación, de ayuda recíproca.

Ética, legalidad y seguridad. El año pasado los muertos en el trabajo fueron muchos, demasiados. No son números, son personas. También las obras de construcción conocieron tragedias que no podemos ignorar. Desafortunadamente, si se mira la seguridad de los lugares de trabajo como un costo, se parte de un presupuesto equivocado. La verdadera riqueza son las personas. Me viene a la mente lo que ocurría en la construcción de la torre de Babel. En ese tiempo, los ladrillos eran difíciles de hacer, porque debían tomar la paja, la hierba, después hacer la masa, cocer, un trabajo enorme. Un ladrillo era, no digo una fortuna, pero costaba. Si en la construcción de la torre caía un ladrillo, era una tragedia, y el trabajador que había sido el responsable era castigado. En cambio, si caía un trabajador, no sucedía nada. ¡Esto debe hacernos pensar! La verdadera riqueza son las personas: sin ellas no hay comunidad de trabajo, no hay empresa, no hay economía. La seguridad de los lugares de trabajo significa cuidado de los recursos humanos, que tienen un valor inestimable a los ojos de Dios y también a los ojos del verdadero empresario. Por eso, la legalidad debe verse como cuidado del patrimonio más alto que son las personas. Trabajar en seguridad permite a todos expresar lo mejor de sí ganando el pan cotidiano. Entre más cuidamos la dignidad del trabajo, estamos más seguros de que aumentará la calidad y la belleza de las obras realizadas.

Que San José, patrono de los trabajadores, los sostenga en este su esfuerzo. También yo los acompaño con mi oración y mi bendición. Y les pido llevar adelante lo que ha dicho el Presidente: orar por mí. Gracias.

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