SEAN GENERADORAS DE ESPERANZA: PALABRAS DEL PAPA A LA UNIÓN DE SUPERIORAS MAYORES DE ITALIA (13/04/2023)

El Papa Francisco dirigió una invitación a caminar juntos en la Iglesia, volviendo siempre al Evangelio para encontrar nuevos caminos y palabras para el mundo actual, a las cerca de 300 participantes en la 70ª Asamblea General de la Unión de Superioras Mayores de Italia (USMI) sobre el tema “En camino sinodal, mujeres testigos del Resucitado”, recibidas la mañana de este 13 de abril en la Sala Clementina. A las religiosas, el Papa les pidió que sean generadoras de esperanza, fermento de Dios en medio de la humanidad. “Si una consagrada no da testimonio del Resucitado”, según el Pontífice, “ahí termina su vida”. Compartimos a continuación, el texto del Santo Padre, traducido del italiano:

Queridas hermanas en Cristo:

«¡Que la paz esté con ustedes!». Así el Señor saludó a las mujeres: que la paz esté con ustedes. Agradezco a la Presidente por las palabras dirigidas a nombre de todas.

En estos días se han reunido para su 70ª Asamblea General, guiada por el tema «En camino sinodal, mujeres testigos del Resucitado». ¡El número 70 ya indica un hermoso camino hecho juntas! De eso debemos agradecer al Señor, que ustedes como organización no se han retirado: ¡agradezcámoslo mucho al Señor!

Quisiera subrayar tres aspectos que este tema sugiere.

Primero que nada, mujeres testigos del Resucitado. Las primeras testigos de la Resurrección del Señor fueron precisamente las mujeres, las discípulas, que con su audacia nos recuerdan siempre de nuevo que « Jesucristo también puede romper los esquemas aburridos en los que pretendíamos aprisionarlo y nos sorprende con su constante creatividad divina». « Cristo es el “Evangelio eterno” (Ap 14, 6)» y « su riqueza y su belleza son inagotables» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 11). Esas mujeres valientes se dejaron sorprender e impulsar por la fuerza y la luz del Resucitado y se pusieron en camino para buscarlo. Eran conscientes de lo importante que es tener al Señor vivo en el corazón. Su actitud nos recuerda que si tenemos el valor de «volver a las fuentes y recuperar la frescura original del Evangelio aparecen nuevos caminos, métodos creativos, otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual» (ibid.). Es curioso, esto, cuando se dice: “¿qué hacemos ahora en esta situación?” – “Oremos un poco, veamos qué dice el Señor en el Evangelio...”, y es entonces que de ahí viene la inspiración, de ahí sale un nuevo camino, a veces sale que una familia religiosa tome decisiones que parecen aterradoras, pero no, ¡eso es del Señor! Siempre ir con valentía, buscar al Señor, que nos dice hoy; no que nos dijo ayer, eso déjenselo a las hermanas de ayer, pero lo de hoy. Es verdad, cada uno de sus Institutos tiene el propio carisma, y ese es el espíritu con el que ustedes deben hacer la pregunta, con ese espíritu de los fundadores que tienen en el corazón, hagan la pregunta, hoy: “Señor, ¿hoy qué debo hacer? ¿Qué debemos hacer?”. Y las mujeres son buenas para esto, saben crear caminos nuevos, saben dar... Son valientes.

Segundo aspecto: en camino sinodal. El Evangelio en otro pasaje dice que « las mujeres corrieron a dar el anuncio a sus discípulos» (Mt 28, 8). Alguien que piensa un poco mal dice: “Las enviaron para chismear”. No, no, corrieron para dar un anuncio, no es un chisme: eso es otra cosa. La presencia de Jesús no nos encierra en nosotros mismos, nos impulsa al encuentro con los demás y hacia la decisión de caminar con los demás. Estas mujeres no decidieron ni tener la alegría del encuentro solo para sí mismas, ni hacer el camino solas: eligieron caminar junto a los demás. Porque es propio de la mujer ser generosa, es así. A veces sí, hay alguna neurótica, pero esto ocurre un poco por todas partes, ¿no? Pero la mujer es dar vida, abrir caminos, llamar a otros... Caminar juntos, eligieron caminar juntos: recordemos siempre que «para “caminar juntos” es necesario que nos dejemos educar por el Espíritu hacia una mentalidad realmente sinodal, entrando con valentía y libertad de corazón en un proceso de conversión», porque « la singularidad representa el camino maestro para la Iglesia, llamada a renovarse bajo la acción del Espíritu y gracias a la escucha de la Palabra» [1].

A veces me da un poco de miedo cuando hablamos de espíritu sinodal y de inmediato se piensa: “Ahora deben cambiar esto, esto, esto...”, y volvemos a encerrarnos de otra manera. No, el camino en espíritu sinodal es escuchar, orar y caminar. Después, el señor nos dirá las cosas que debemos hacer. He visto en algunas propuestas: “ahora debemos tomar esta decisión, esto, esto, esto...”. No, eso no es camino sinodal. Eso es “parlamento”. No olvidemos que el camino sinodal lo hace el Espíritu Santo: Él es el jefe del camino sinodal, Él es el protagonista. Y las mujeres, en esta dinámica, van adelante con los pastores, incluso cuando muchas veces no se sienten valoradas y a veces comprendidas, están disponibles a escuchar, a encontrar, a dialogar, a hacer proyectos juntos. Abiertas, con la gracia del Espíritu Santo.

Y tercer aspecto: sembradoras de esperanza. Hoy nos falta esta pequeña virtud humilde que es la esperanza, nos falta mucho. Tenemos versiones mundanas: el optimismo, el buen sentido común... No, la esperanza, la más pequeña pero la más fuerte de las virtudes, esa que no desilusiona, nunca desilusiona. Y ustedes deben ser sembradores de esperanza, que no es lo mismo que sembradoras de optimismo, no, de esperanza, que es otra cosa. El encuentro con Jesús Resucitado llena de esperanza y «eso implica ser el fermento de Dios en medio de la humanidad». En otras palabras, «quiere decir anunciar y llevar la salvación de Dios en este nuestro mundo, que a menudo se pierde, que necesita tener respuestas que animen, que den esperanza, que den nuevo vigor en el camino» (ibid., 114). «Los desafíos existen para ser superados»: las pocas vocaciones, la interculturalidad de las comunidades de vida consagrada, el problema de las obras (pero las obras no son el carisma, ¡tengan cuidado!). A veces encontramos personas que ante las obras acaban mal, como esclavas de las obras, sin la libertad que da el Espíritu para seguir adelante. Hermanas, permanezcan fieles a la llamada porque el Señor es fiel. Llamada, respuesta fiel y esperanza, ir adelante con la esperanza. «¡Seamos realistas, pero sin perder la alegría, la audacia y la dedicación llena de esperanza!» (ibid., 109). Sus numerosos proyectos hablan de esta dedicación llena de esperanza. ¡Continúen por este camino! La esperanza es muy importante para seguir adelante.

Así hemos visto tres pasos de mujeres y testigos del Resucitado. Si una consagrada no da testimonio del Resucitado, termina ahí su vida. Segundo, el camino sinodal, escuchar, mirar la realidad, tocar la realidad, no estar “en órbita”. Y este es el tercero, sembradoras de esperanza. Queridas hermanas, inspirándome en el tema de su Asamblea, me he permitido ponerlo un poco patas arriba, para llegar finalmente a decirles que el Señor las llama a ser con renovado entusiasmo «mujeres testigos del Resucitado, en camino sinodal y sembradoras de esperanza».

El camino sinodal no es tener respuestas y tomar decisiones. El camino sinodal es caminar, escuchar – ¡escuchar! –, sentir y seguir adelante. El camino sinodal no es un parlamento; el camino sinodal no es una encuesta de opiniones. El camino sinodal es ponerse a la escucha de la vida bajo la guía del Espíritu Santo que es el protagonista del Sínodo. Y ustedes vayan por este camino con renovado entusiasmo, como mujeres testigos del Resucitado.

Las bendigo de corazón y encomiendo al Señor y a María Santísima a cada una de ustedes y a cada una de las consagradas que viven la misma misión en Italia, para que sean testigos en la iglesia y en la sociedad.

Quisiera decir una cosa finalmente: tengan cuidado con las enfermedades de la vida consagrada, porque las hay. Quisiera subrayar una que está contra todo aquello que hemos dicho: la amargura. Ese espíritu de acidez que hay dentro. Amargo. Siempre mirando las dificultades, siempre haciendo un monumento al “sí, pero...”, siempre repitiendo que las cosas no están bien... Pero la amargura es el licor del diablo: el diablo nos cocina por dentro, con este licor. No hablo del optimismo: el optimismo es algo psicológico. Hablo de esperanza, de apertura al Espíritu, y eso es teológico, y una vocación religiosa debe ir por este camino. Pero cuando se cultiva el vinagre en lugar del azúcar, algo no funciona. La amargura, la acidez del corazón, hace mucho mal. Por favor, cuando vean que en una comunidad o alguna hermana hay esto, ayuden a salir de esa situación; ayuden a salir de la situación a las personas melancólicas que siempre piensan: “¡Ah los tiempos pasados eran mejores! Las cosas no funcionan, y aquí y allá...”. Ese es el elixir del diablo, esta amargura, licor de amargura. ¡Por favor, nada de eso! Solamente dejar que sea el Espíritu el que nos dé esta dulzura que es una dulzura espiritual.

Les deseo lo mejor y les pido un favor: oren siempre por mí, como de costumbre. ¡Porque este trabajo no es para nada fácil! Gracias.


[1] Documento preparatorio de la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos (7 de septiembre 2021), n. 9.

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