ESTÁ MAL CREAR EMBRIONES EN PROBETA PARA LUEGO SUPRIMIRLOS: MENSAJE DEL PAPA A PARTICIPANTES EN CONGRESO SOBRE EL MÉTODO BILLINGS (28/04/2023)

En un mensaje a los participantes en el Congreso Internacional de la WOOMB sobre la “Revolución Billings”, fechado el pasado día 24, el Papa Francisco habla del valor de la corporeidad, de una visión integrada e integral de la sexualidad humana, del cuidado de la fecundidad del amor, aunque no sea fértil, de la cultura de la acogida de la vida. Cuando falta la conexión entre el sentido unitivo y procreativo del acto conyugal, la sexualidad se empobrece y esto puede generar también feminicidios, afirma el Santo Padre en el texto que reproducimos a continuación, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas:

Me agrada hacer llegar mi saludo a los organizadores y a todos los participantes en el Congreso Internacional WOOMB sobre la “Revolución Billings” 70 años después: del conocimiento de la fertilidad a la medicina personalizada. Expresó un vivo aprecio por esta iniciativa, que vuelve a llamar la atención sobre la belleza y el valor de la sexualidad humana.

Mientras en la segunda mitad del siglo pasado se desarrollaba la investigación farmacológica para el control de la fertilidad y se difundía la cultura anticonceptiva, los cónyuges John y Evelyn Billings desarrollaban precisas investigaciones científicas y difundían un método sencillo, a la disposición de las mujeres y las parejas, para el conocimiento natural de la fertilidad misma, ofreciendo un valioso instrumento para la gestión responsable de las decisiones sobre la procreación. En aquellos años su propuesta parecía poco moderna y menos confiable con respecto a la pretendida inmediatez y seguridad de los instrumentos farmacológicos. En realidad, dicha propuesta ofrecía y ofrece provocaciones y puntos de reflexión actuales y fundamentales, que hay que retomar y profundizar: por ejemplo la educación para valorar la corporeidad, hacia una visión integrada e integral de la sexualidad humana, el cuidado de la fecundidad del amor incluso cuando no es fértil, la cultura de la acogida de la vida y el problema de la caída demográfica. Bajo estos perfiles, lo que fue definida como la “revolución Billings” no ha agotado su impulso original, sino que continúa siendo un recurso para la comprensión de la sexualidad humana y para la plena valoración de la dimensión relacional y generadora de la pareja.

Una seria educación en este sentido parece hoy necesaria, en un mundo dominado por una visión relativista y banal de la sexualidad humana. Ésta pide en cambio ser considerada dentro de una visión antropológica y ética, en que las cuestiones doctrinales sean profundizadas sin simplificaciones indebidas ni cerrazones rígidas. En particular, es bueno tener siempre presente la conexión inseparable entre el significado unitivo y el procreativo del acto conyugal (cf. S. Pablo VI, Enc. Humanae vitae, 12). El primero expresa el deseo de los esposos de ser una sola cosa, una sola vida; el otro expresa la común voluntad de generar vida, que permanece incluso en los períodos de infertilidad y la ancianidad. Cuando estos dos significados son conscientemente afirmados, nace y se refuerza en el corazón de los esposos la generosidad del amor, que los dispone a acoger una nueva vida. Cuando esto falta, la experiencia de la sexualidad se empobrece, se reduce a las sensaciones, que muy pronto se convierten en autorreferenciales y pierde su dimensión humana y de responsabilidad. La tragedia de la violencia entre las parejas sexuales – pienso en la plaga del feminicidio – encuentra aquí una de sus causas principales.

De hecho se está perdiendo de vista el nexo entre la sexualidad y la vocación fundamental de cada persona al don de sí mismo, que encuentra una peculiar realización en el amor conyugal y familiar. Esta verdad, aun estando inscrita en el corazón del ser humano, para expresarse de manera plena requiere un camino educativo. Se trata de una urgencia que interpela a la iglesia y a todos aquellos que consideran importante el bien de la persona y la sociedad y que espera respuestas concretas, creativas y valientes, como es evidente en Amoris laetitia, a propósito de la educación sexual: «El lenguaje del cuerpo requiere el paciente aprendizaje que permite interpretar y educar los propios deseos para entregarse realmente. Cuando se pretende entregar todo de un solo golpe es posible que no se entregue nada. Una cosa es comprender la fragilidad de la edad y sus confusiones, otra es animar a los adolescentes a prolongar la inmadurez de su manera de amar. ¿Pero quién habla hoy de estas cosas? ¿Quién es capaz de tomar en serio a los jóvenes? ¿Quién les ayuda a prepararse seriamente para un amor grande y generoso?» (n. 248). Después de la así llamada revolución sexual que derrumbó los tabús, se necesita una nueva revolución en la mentalidad: descubrir la belleza de la sexualidad humana hojeando el gran libro de la naturaleza; aprender a respetar el valor del cuerpo y de la generación de la vida, en vista de auténticas experiencias de amor familiar.

Otra dimensión de la sexualidad, no menos rica en desafíos para nuestro tiempo, es precisamente su relación con la generación de la vida. En efecto, el conocimiento de la fertilidad, si tiene un valor educativo general, tiene aún mayor relevancia en el momento en el que la pareja decide abrirse a acoger a los hijos. El Método Billings, junto con otros semejantes, representa una de las formas más apropiadas para realizar de manera responsable el deseo de ser padres. Hoy la separación ideológica y práctica de la relación sexual desde su potencialidad generadora ha determinado la búsqueda de formas alternativas para tener un hijo, que ya no pasan por las relaciones conyugales, sino que se valen de procesos artificiales. Pero, si es bueno ayudar y apoyar un legítimo deseo de engendrar con los más avanzados conocimientos científicos y con tecnologías que cuidan y potencian la fertilidad, no lo es crear embriones en probeta y después suprimirlos, comerciar con los gametos y recurrir a la práctica de la renta de úteros. En la raíz de la crisis demográfica actual está, junto a distintos factores sociales y culturales, un desequilibrio en la visión de la sexualidad, y no es una casualidad que el Método Billings sea un recurso también para enfrentar de manera natural los problemas de infertilidad y para ayudar a los esposos a volverse padres identificando los periodos más fértiles. En este campo, un mayor conocimiento de los procesos de la generación de la vida, que se valga de modernos conocimientos científicos adquiridos, podría ayudar a muchas parejas a realizar decisiones más conscientes y éticamente más respetuosas de la persona y de su valor.

Es esta una tarea que deben asumir con renovado compromiso las Universidades católicas y, en particular, las Facultades de Medicina y Cirugía. Por eso, como fue fundamental para los cónyuges Billings trabajar en la Escuela de Medicina de la Universidad de Melbourne, así es importante que el Centro de Estudios e Investigaciones para la regulación natural de la fertilidad, que trabaja desde 1976 en la Universidad Católica del Sagrado Corazón, forme parte de 1 de los más prestigiosos centros académicos italianos y pueda beneficiarse de los más avanzados conocimientos científicos para desarrollar su misión de investigación y formación.

Por lo demás, la perspectiva científica de este Congreso Internacional muestra lo fundamental que es prestar atención a la peculiaridad de cada pareja y de cada persona, especialmente con respecto a la mujer. El horizonte de la medicina personalizada nos recuerda justamente que cada persona es única e irrepetible y que, antes de ser objeto de un tratamiento por disfunciones y enfermedades, debe ser ayudada a expresar de la mejor manera sus potencialidades, en vista de ese bienestar que es ante todo fruto de una armonía de vida

favorecer el conocimiento de la fertilidad y de los métodos naturales tiene finalmente también un gran valor pastoral, en la medida en que ayuda a las parejas a ser más conscientes de su vocación conyugal y a dar testimonio de los valores evangélicos de la sexualidad humana. De tal relevancia es prueba también la numerosa participación en este congreso, que ve reunidas en Roma (o unidas a través del video) a personas provenientes de muchos países y de todos los continentes. El diálogo positivo que emerge de sus experiencias, maduradas a veces en contextos sociales y culturales muy difíciles, confirma la importancia de trabajar con asiduidad e impulso en este campo, también para promover la dignidad de la mujer y una cultura marcada por la acogida de la vida, valores además compartidos incluso con otras religiones.

Se trata, entonces, de un aspecto no secundario de la pastoral familiar, como enseñaron mis predecesores y como también yo recordé en Amoris laetitia: « En este sentido la Encíclica Humanae vitae (cf. 10-14) y la Exhortación apostólica Familiaris consortio (cf. 14; 28-35) deben ser redescubiertas» (n. 222). Recurrir a métodos fundados sobre ritmos naturales de fecundidad debe ser apoyado, poniendo a la luz que éstos «respetan el cuerpo de los esposos, animan la ternura entre ellos y favorecen la educación de una libertad auténtica» (Catecismo de la Iglesia Católica, 2370).

Muy queridos todos, les deseo un trabajo fructífero y les agradezco por lo que hacen. Sigan adelante compasión y generosidad en este valioso servicio a la comunidad eclesial y a todos aquellos que quieren cultivar los valores humanos de la sexualidad. Debemos ser siempre conscientes de que en este ámbito de la vida se refleja con particular esplendor la bendición original de Dios (cf. Gen 1, 26-30) y que también en este campo estamos llamados a honrarlo, como exhorta a San Pablo: «¡Glorifiquen entonces a Dios en su cuerpo!» (1Cor 6, 20). Los bendigo de corazón y les pido por favor orar por mí.

Roma, San Juan de Letrán, 24 de abril 2023

FRANCISCO

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