EL ENCUENTRO CON EL OTRO GENERA GRANDES CAMBIOS: PALABRAS DEL PAPA A MIEMBROS DE LA UNIÓN NACIONAL DE MUTILADOS EN ACTOS DE SERVICIO (21/01/2023)

El Papa Francisco recibió en audiencia este 21 de enero a los miembros de la “Unión Nacional de Mutilados en Actos de Servicio” en diversos entes de seguridad en Italia, agradeciéndoles por su compromiso por dar sentido social a sus experiencias y la labor en favor de la paz. El encuentro se efectuó en la Sala Clementina donde estaban presentes más de 200 miembros de esta asociación, un organismo que presta asistencia a empleados por el Estado italiano que hayan sufrido mutilaciones y discapacidades en acto de servicio y como consecuencia del servicio militar y civil. Transcribimos a continuación, el texto del mensaje del Santo Padre, traducido del italiano:

Queridos amigos, buenos días y bienvenidos:

Agradezco al Presidente por sus palabras, especialmente por haberme asegurado, a nombre de todos ustedes, el apoyo en la oración. De verdad, lo necesito, ¡este trabajo no es fácil! Gracias por su oración, es el más hermoso regalo que pueden hacerme. Pero también les agradezco de corazón por el regalo del Crucifijo que mandaron hacer para la ocasión, con la imagen del Buen Pastor. Así sus oraciones están como condensadas en esta escultura.

Quisiera compartir con ustedes dos sencillos pensamientos, sugeridos por la particular identidad de su asociación.

El primero es que ustedes, como otras realidades similares – y en Italia gracias a Dios son muchas – con esta Unión suya se esfuerzan por dar un sentido social a lo que, individualmente, ha sido una experiencia negativa, una limitación de improviso en circunstancias distintas para cada uno. Ese es un aspecto de gran valor moral y espiritual. Cada uno está invitado a superar la tendencia a encerrarse en sí mismo, en su propia condición, para abrirse al encuentro, a compartir, a la solidaridad. Y eso puede generar un gran cambio, ustedes lo saben bien. El límite, el peso que hay que cargar permanece como tal, no desaparece, pero recibe un sentido distinto, un sentido positivo: ante su condición, en lugar del signo “menos”, ustedes ponen un signo “más”. Y eso es posible hacerlo juntos, porque se apoyan mutuamente.

Esta transformación de lo negativo en positivo es uno de los aspectos esenciales del misterio de Jesucristo. Aquí solo puedo esbozarlo, pero espero que tendrán forma de profundizarlo en alguno de sus encuentros. En síntesis, Jesús, con la fuerza del amor de Dios, transformó el mal en bien, pero no en abstracto, en teoría, sino en sí mismo, en su experiencia personal, en su propia carne. El mal que tuvo que sufrir, culminado en la pasión y la muerte de cruz, Él lo transformó en sacrificio de salvación por nosotros. Lo hizo gracias al amor de su Padre, rico en infinita misericordia. Este misterio Jesús lo hizo concreto en la Eucaristía, cuando, sabiendo hacia lo que iba a encontrarse, es decir la cruz, dio gracias al Padre sobre el pan y el vino y dejó a los discípulos el sacramento de su sacrificio. Así transformó el mal en bien, el odio en amor, la violencia en curación. Como les decía, es solo un esbozo, pero merece ser retomado ya sea personalmente o juntos.

La segunda reflexión, relacionada a esta, está sugerida por su compromiso por la paz. Sé que para algunos de ustedes la causa de la invalidez está ligada precisamente a una misión de paz o el cumplimiento de un servicio al orden público y la legalidad. Y esto enriquece, por así decirlo, el patrimonio moral de su asociación. Pero el compromiso de ser constructores de paz es válido para todos, independientemente de la historia de cada uno. También aquí nos sale al encuentro la palabra de Jesús que proclama: «Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios» (Mt 5, 9). Ante una guerra que parece un monstruo invencible, ¿qué podemos hacer, además de la oración? Podemos buscar, en la vida de todos los días, enfrentar los conflictos evitando todo tipo de violencia y opresión, incluso verbal. ¡Y no es fácil! Porque a veces basta una palabra para herir o matar a un hermano o hermana. Pensemos en la calumnia; pensemos en el chismorreo, que es tan usual, es pan de todos los días, y hace mucho mal, destruye. Entonces la asociación puede y debe convertirse en una fuerza de paz en la sociedad, ayudando a resolver los conflictos de manera pacífica, buscando el bien común y llamando la atención sobre quien está menos tutelado.

Queridos amigos, les agradezco por su visita y los animo a seguir adelante en su camino como asociación. Que el Señor les dé la fuerza de ayudar a muchas personas y poner un signo “más” ante su difícil condición. Los bendigo, bendigo a sus familias. Y les pido por favor no olvidarse de orar por mí. Gracias.

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