EL DEPORTE ESTÁ AL SERVICIO DE LA PERSONA, NO DE LÓGICAS DE PODER: PALABRAS DEL PAPA A MIEMBROS DE LA FEDERACIÓN ITALIANA DE VOLEIBOL (30/01/2023)

Al recibir la mañana de este 30 de enero, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano, a los directivos y atletas de la Federación italiana de Voleibol, el Papa Francisco en su discurso se inspiró en las fases del juego para reiterar que también en la vida se está al servicio de una meta que hay que alcanzar juntos. “Hacer ‘un muro’ no es para ustedes un acto de cerrazón, saltar es un desprendimiento de la materialidad y, por tanto, de los intereses que minan el espíritu deportivo”, dijo el Sumo Pontífice. Compartimos a continuación el texto de su discurso, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, buenos días y bienvenidos:

Agradezco al Presidente por las palabras de saludo que me ha dirigido en nombre de la Federación y de todos ustedes, atletas de las selecciones nacionales italianas de voleibol, masculinas y femeninas, mayores y juveniles.

Junto con la Secretaría General de la Conferencia Episcopal Italiana están llevando a cabo un camino para difundir en el territorio y entre las sociedades deportivas los valores educativos del deporte, en una perspectiva integral que una a la técnica la posibilidad de dar lo mejor de sí mismo, ya sea en la actividad competitiva como en la vida. El deporte, de hecho, debe estar siempre al servicio de la persona y la sociedad, no de intereses o lógicas de poder.

Quisiera entonces animarlos a continuar en el camino emprendido, proponiéndoles algunas indicaciones que tomo de las acciones fundamentales de su deporte.

Ante todo, el saque, que es el primer golpe que da inicio al juego. En el partido, así como en la vida de cada día, es necesario tomar la iniciativa, asumir la responsabilidad, involucrarse. ¡Nunca quedarse quietos! El deporte puede ayudar mucho a superar timideces y fragilidades, a madurar en la propia conciencia, a ser protagonistas, sin olvidar nunca que «la dignidad de la persona humana constituye el fin y la medida de juicio de toda actividad deportiva» (Juan Pablo II, Jubileo Internacional de los Deportistas, 12 de abril 1984).

Al saque corresponde la recepción. Como es necesario estar listos para recibir el balón para dirigirlo a una determinada área, es igualmente importante estar disponibles a recibir sugerencias y a escuchar, con humildad y paciencia. No nos convertimos en campeones sin una guía, sin un entrenador dispuesto a acompañar, a motivar, a corregir sin humillar, a levantar cuando se cae y a compartir la alegría de la victoria. Hacen falta personas que sean puntos de referencia sólidos, capaces de enseñar a “recibir” bien, identificando a los talentos de los propios atletas para hacerlos fructificar de la mejor manera.

Está después la elevación, el pase hacia el compañero o compañera que tiene la tarea de finalizar la acción. Nunca estamos solos, siempre hay alguien a quien servir. No existe solo la dimensión individual, sino que se es parte de un grupo: cada uno está llamado a dar su propia contribución para que podamos vencer juntos. Los jugadores de un equipo son como los miembros de un cuerpo: San Pablo dice que «si un miembro sufre, todos los miembros sufren juntos; y si un miembro es honrado, todos los miembros gozan con él» (1 Cor 12, 26). En un mundo donde se dan codazos para aparecer y sobresalir a toda costa, donde el yo es primero que el nosotros, donde se descarta a quienes débil e improductivo, el deporte puede ser signo convincente de unidad, de integración y puede lanzar un mensaje fuerte de paz y amistad.

Decisiva es ciertamente la acción de ataque, que permite hacer puntos y construir la victoria. El deporte debe promover una sana competencia, sin caer en la tentación de vencer pisoteando las reglas. El sacrificio, el entrenamiento, el rigor son elementos imprescindibles del deporte, mientras que la práctica del doping, además de ser peligrosa, es un engaño que arrebata belleza y diversión al juego, manchándolo de falsedad y haciéndolo sucio.

Para defenderse del ataque, se hace la pared. Esta palabra nos hace pensar en los muros presentes en distintos lugares del mundo, signo de división y cerrazón, de la incapacidad de los hombres para dialogar, de la presunción de quien piensa que puede salvarse solo. En cambio, en el voleibol, cuando se hace una pared se salta para enfrentar el golpe adversario: este gesto nos ayuda a pensar la palabra en una acepción positiva. Saltar significa separarse de la tierra, de la materialidad y por tanto de todas esas lógicas de business que afectan el espíritu deportivo. El dinero y el éxito nunca deben hacer disminuir el componente de juego, de diversión. Y por eso les recomiendo mucho: nunca dejen la dimensión amateur del deporte. El deporte o es amateur o no es deporte. Eso hay que cuidarlo bien, porque con eso cuidan también su corazón.

Queridos amigos, les agradezco por esta visita y los exhortó a ser siempre testigos de corrección y lealtad. Muchos jóvenes los miran y son sus aficionados: para ellos son modelos, ¡no los decepcionen! Les deseo que jueguen bien divirtiéndose, difundiendo en el campo y fuera del campo los valores de la amistad, la solidaridad y la paz. De corazón los bendigo a ustedes y sus seres queridos. Y, por favor, les pido orar por mí. Gracias.

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