NO OLVIDEN LO VIVIDO EN LA JMJ DE LISBOA: PALABRAS DEL PAPA A COLABORADORES DE LA JMJ DE LISBOA (30/11/2023)

Cuatro meses después de la Jornada Mundial de la Juventud 2023, que tuvo lugar en Lisboa este verano, el Papa Francisco se reunió este 30 de noviembre en el Aula Pablo VI, con quienes colaboraron en su realización. El Papa habló del evento celebrado en agosto como un “núcleo de fuerte evangelización, de alegría, de expresión juvenil” y les agradeció por haber dejado un “ejemplo luminoso de cómo es posible compartir una misión, sin excluir a nadie”. Compartimos a continuación, el breve texto de su mensaje, pronunciado en español y el mensaje que fue leído, traducido del italiano:

Hablo español porque es más seguro, más cercano al portugués. El italiano es más lejano.

Gracias. Gracias por lo que hicieron. Gracias por todo este andamiaje, que ustedes ofrecieron para que la Jornada de la Juventud fuera lo que fue. Un núcleo de evangelización fuerte, de alegría, de expresión juvenil. Yo traigo del encuentro de Lisboa una emoción muy grande, y también un recuerdo, gente sencilla, que puso el hombro desde abajo. Todavía conservo el rosario de la viejita de 96 años – ¿vive todavía? –; después recuerdo a esa chica, 19 años, con una gran enfermedad, que había ofrecido la vida por las Jornadas pensando que se iba a morir, pero todavía estaba viva. ¿Vive? 19 años. Recuerdo los hijos de esa voluntaria de la Jornada que murió en el trabajo, como vinieron con alegría y se van con tristeza de haber perdido a su madre. Recuerdo tanta gente sencilla, tanta. También recuerdo los pastéis, que son muy buenos… Tanta gente sencilla que ha ofrecido su trabajo, su ilusión. Y agradezco al Cardenal Américo, a él le gusta que le diga padre Américo, es mejor. Le agradezco todo lo que ha hecho. Es un Cardenal especial, un Cardenal un poco enfant terrible, pero muy bueno.

Ahora, yo no puedo hablar mucho, alguien va a leer lo que les iba a decir.

Discurso entregado

Señores Cardenales, amados Obispos y sacerdotes, distinguidas autoridades y empresarios, queridos hermanos y hermanas:

Los saludo a todos y agradezco a Monseñor Américo Aguiar por las gentiles palabras de presentación de la benemérita delegación de animadores, coordinadores y patrocinadores de la Jornada Mundial de la Juventud 2023, en Portugal. ¡Qué alegría verlos aquí juntos! Inicio renovándole mi gratitud y la de toda la Iglesia, en particular la de los jóvenes. A ustedes se les confió la realización de aquel encuentro mundial, y ustedes, fuertes por la ayuda de muchos y por una gracia extraordinaria de Dios, no nos decepcionaron. ¡Les deseo toda clase de bienes!

Nos dejaron un ejemplo luminoso de cómo es posible compartir una misión, sin excluir a nadie; más aún, lograron poner en el centro a quien hasta ese momento había vivido marginado. ¡Bienaventurados aquellos que heredan y profesan en la vida las dimensiones universales del corazón de Dios! Saben confiar en los talentos del otro – cualquiera que éste sea –, haciéndolos confluir en un grande sueño común. Sigan soñando juntos, sigan involucrando en ondas sucesivas a nuevos compañeros soñadores de una sociedad hecha a partir de todos y en el respeto a cada uno. Repito y estoy contento de ver que muchos ya me hacen eco: «¡todos, todos, todos!».

Como hacen los espigadores en el campo que regresan para recoger las espigas de trigo perdidas, que sea su título de gloria y honor traer de nuevo y hacer sentar a la mesa común a quien se ha quedado detrás. Jesús, como norma de vida, tomó la voluntad del Padre Celestial y nos la enseñó para que fuera también nuestra norma de vida: «que no pierda a ninguno de los que me has dado» (Jn 6, 39). El día anterior a esta enseñanza, el Señor había multiplicado los panes para la multitud y, al final, había ordenado a los discípulos: «Recojan los pedazos que sobraron, para que nada se pierda» (6, 12). Amigos míos, no dejen que nada se pierda de aquella Jornada Mundial de la Juventud que nació, creció, floreció y dio fruto en sus manos, extasíense por la abundante multiplicación de fragmentos de Cielo convertidos en personas, que surgían de todas partes e incluso desde donde no se esperaba.

María, sin esperar comprender todo, pero sabiendo que «nada es imposible para Dios» (Lc 1, 37; cf. vv. 29.34), «se levantó y se fue de prisa». ¡Han sabido, queridos hermanos y hermanas, silabar cada palabra suya mostrando en la vida sus rasgos de Sierva y Madre! ¡Gracias a todos y todas! Que Dios los recompense por el bien que han hecho a los jóvenes y a mí, a la ciudad de Lisboa y a quienes, desde todo el mundo, dirigieron sus pasos y su corazón hacia allá. Por favor, ¡sigan señalando e impulsándonos hacia las dimensiones universales del corazón de Dios!

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