EN LA RECONSTRUCCIÓN, RESPETAR A LA PERSONA Y A LA NATURALEZA: PALABRAS DEL PAPA A HABITANTES DE ZONAS DEL CENTRO DE ITALIA AFECTADAS POR LOS SISMOS DE 2016 Y 2017 (24/11/2023)

En la reconstrucción de las tierras devastadas por los terremotos, es necesario centrarse en la sustentabilidad, la naturaleza y el cambio climático, para que incluso “algo nuevo pueda nacer de los escombros”. El Papa Francisco recibió, en la Sala Clementina, a los representantes de la población del centro de Italia afectada por los sismos que sembraron “muerte y destrucción” entre el 24 de agosto de 2016 y enero de 2017 y les recordó que seguir a la gente “es el camino que ayudará también a afrontar las crisis de falta de población y declive demográfico”. Reproducimos a continuación, el texto del mensaje del Papa, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, buenos días:

Los recibo en su peregrinación a Roma. Saludo al Cardenal, a los Obispos y las numerosas autoridades civiles, locales y estatales, y les doy mi bienvenida a todos.

Vienen de la zona de Italia marcada por las heridas del terremoto que, entre el 24 de agosto de 2016 y enero de 2017, sembró muerte y destrucción, dejando tras de sí muchas heridas en las personas y familias, destruyendo centros productivos, viviendas y monumentos artísticos y poniendo de rodillas la economía de sus territorios en distintos sectores. La de un terremoto es una experiencia devastadora, tanto física como moralmente, porque hace que se derrumbe en poquísimo tiempo aquello por lo que se ha trabajado por generaciones, y hace que nos sintamos frágiles e impotentes: es la experiencia de cada uno de ustedes.

Sin embargo nosotros hoy, mientras recordamos con dolor la tragedia y las víctimas, a cuyos parientes quiero renovar mi cercanía, podemos, gracias a su perseverancia y amplitud de miras, hablar también de pasos significativos hacia adelante en la reconstrucción. En estos años han demostrado que el espíritu de colaboración puede vencer obstáculos e incertidumbres, constituyéndolos «en un “nosotros” que habita en la casa común» (Carta enc. Fratelli tutti, 17), para que de los escombros puedan hacer algo nuevo. Han sabido tomar la oportunidad para un nuevo inicio, especialmente con el programa de regeneración socioeconómica Next Appennino, proponiendo tres atenciones muy importantes: a la sustentabilidad, a la naturaleza y a los actuales cambios climáticos. Detengámonos un momento precisamente en ellas.

Atención a la sustentabilidad. «El desafío urgente de proteger nuestra casa común implica la […] Búsqueda de un desarrollo sustentable e integral» (Carta enc. Laudato si’, 13). En esta óptica adoptar criterios adecuados de sustentabilidad es un acto importante de Justicia y caridad, porque busca satisfacer las necesidades sin comprometer la seguridad y la supervivencia de quien está al alrededor de nosotros y de quién vendrá después de nosotros. Es reconfortante ver cómo han sabido organizar la reconstrucción a partir de la eliminación de los desperdicios, a partir de la valoración y la distribución equitativa de recursos, a partir de la protección de los más frágiles y el derribo de las barreras arquitectónicas. Así, frente a un «desmesurado y desordenado crecimiento de muchas ciudades que se han vuelto imposibles para vivir» (ibid., 44) por la contaminación, el caos, el aislamiento, la marginación y la soledad, especialmente para los ancianos y los sujetos débiles, miran hacia modelos urbanos en que sea «deseable vivir» (ibid., 143), integrando las exigencias vinculadas al crecimiento económico y el desarrollo técnico con las de una buena calidad de vida, personal y comunitaria. Significa volver a poner a la persona al centro de la ciudad: la persona al centro de la ciudad. Es éste el camino que hay que seguir siempre: la persona. Es el camino que podrá ayudar también a enfrentar las crisis de la falta de población y del declive demográfico, ofreciendo la posibilidad de vivir en ambientes ricos en todo lo que los padres han dejado, aumentado y embellecido a partir de una gestión inteligente para la comunidad; el todo, siempre con la máxima atención en vigilar sobre la legalidad de los contratos públicos y los procedimientos, y sobre la seguridad del trabajo. La falta de población es un problema clave. En Italia no se tienen hijos, y es grave. Tenemos una edad promedio de 46 años. Parece que las familias prefieren tener perritos o gatos y no hijos: es la “cultura veterinaria”. Tengamos cuidado con esto. ¿Es esta la herencia que dejamos?

Llegamos al segundo punto: atención a la naturaleza. Las regiones de las que vienen están entre las más hermosas de Italia y del mundo, conocidas incluso a nivel internacional por la fascinación de los paisajes y por la presencia de pueblos antiguos y pequeñas ciudades incrustadas como pequeñas joyas a lo largo de las pendientes de los montes, en las colinas y los valles. Es un modelo de armonía entre la obra de Dios y la del hombre. Construir con atención al medio ambiente, protegiendo la belleza y la salud, promoviendo «una cultura de la vida compartida y del respeto por cuanto nos rodea» (Laudato si’, 213), ayuda de hecho a «vivir la vocación de ser custodios de la obra de Dios» (ibid., 217), y es esa nuestra misión. De hecho, comportamientos dirigidos a no perturbar el paisaje con construcciones excesivamente invasivas y antiestéticas, a no contaminar el medio ambiente, a no alterar el hábitat de otras especies animales y vegetales, a «reducir el consumo de agua, diferenciar los desperdicios, […] plantar árboles» todo ello «forma parte de una creatividad generosa y digna, que muestra lo mejor del ser humano» (ibid., 211). Los animo en su propósito de hacer de la reconstrucción una oportunidad también en este sentido: para remediar los errores del pasado y organizar de manera distinta los planes de crecimiento para el futuro. Es una urgencia, creo, para toda Italia. Junto al compromiso por la natalidad, el de la seguridad hidrogeológica representa una necesidad vital, que sea vuelto aún más necesaria por la aceleración de los cambios climáticos. Ambos frentes requieren una visión a largo plazo, esencial para el hoy y el mañana.

Este es entonces el último punto: atención al cambio climático. «No hay duda de que el impacto del cambio climático dañará cada vez más la vida de muchas personas y familias. Sentiremos sus efectos en términos de salud, trabajo, acceso a los recursos, vivienda, migraciones forzadas y en otros ámbitos» (Exhort. ap. Laudate Deum, 2). Por ello, es importante por un lado aplicar todas las precauciones necesarias para detener el cambio en curso y por otro, tomando nota de los cambios ya ocurridos, actuar para hacerles frente, a nivel tanto global como local. Se trata, por ejemplo, de poner mayor cuidado en la limpieza de los bosques y de los lechos de los ríos y arroyos; de reducir y desincentivar el uso del cemento en el territorio; de introducir nuevos tipos de cultura y de especies ganaderas en el ámbito agrícola, con inversiones apropiadas para los años por venir. También aquí es cuestión de una mirada abierta, atenta a los demás y a quienes vendrán después de nosotros; no hay que dejarse desanimar por las críticas o el descontento.

Queridos amigos, soy solidario con sus esfuerzos y preocupaciones. Estoy cerca de quienes sufren por la pérdida de personas de la familia y de medios de subsistencia. El camino de la reconstrucción post sísmica es largo y ciertamente no es fácil, y aprecio mucho el hecho de que el espíritu con el que ustedes lo enfrentan es bueno, que el ánimo es determinado y que las ideas son claras. Les deseo buen camino, que la Virgen los acompañe.

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