DAR TESTIMONIO DE LA SOLIDARIDAD EVANGÉLICA EN UN TIEMPO DE FRAGMENTACIÓN: PALABRAS DEL PAPA A LAS HERMANAS ESCOLÁSTICAS DE NUESTRA SEÑORA (13/11/2023)

El Papa Francisco recibió en audiencia, la mañana de este 13 de noviembre en la Sala Clementina, a las Hermanas Escolásticas de Nuestra Señora y subrayó que “no hay vida religiosa sin verdadera pobreza”. El Pontífice invitó a las religiosas a dar testimonio del Evangelio a la luz del camino sinodal que la Iglesia está emprendiendo. “Escuchar a Dios y a los demás es una virtud que debe crecer en las comunidades religiosas”, dijo el Santo Padre en el mensaje que les dirigió y cuyo texto completo compartimos a continuación, traducido del italiano:

Queridas hermanas, buenos días:

Les doy mi bienvenida a todas ustedes, en ocasión de su vigésimo quinto Capítulo General, que se realiza aquí en Roma. Se reúnen para dar gracias a Dios por sus bendiciones del pasado y del presente y para discernir el camino a futuro de su Congregación. Lo hacen tomando inspiración de la herencia de su Fundadora, la Beata Teresa de Jesús Gerhardinger, de quien el 17 de noviembre, último día del Capítulo, se celebra el aniversario de beatificación. ¿Y cómo va la causa de canonización?

La vida de la Beata Teresa fue un testimonio de fe que transforma, de valentía en la creación de nuevos caminos y de dedicación a la educación de los jóvenes. Su pedagogía quería ser integral: junto a la instrucción intelectual comprendía también el cuidado del espíritu y la formación de personas compasivas, responsables y centradas en Cristo, es decir la formación del corazón, para tener compasión. Sobre sus huellas, ustedes han continuado a través de estos tres caminos de la educación, del servicio y de la espiritualidad. Como se lee en sus Constituciones, la Beata Teresa “fundaba la congregación en la Eucaristía, la anclaba en la pobreza y la dedicaba a María” (cf. nn. 17-18). Me gusta esto: anclarse en la pobreza. Sin la verdadera pobreza, no hay vida religiosa. La pobreza es la que custodia la vida consagrada. Y no es sólo una virtud, no, es la custodia. No olviden esto. Este sólido cimiento ha permitido a las School Sisters of Notre Dame ir por todo el mundo y dar testimonio del Evangelio, haciendo visible a Cristo a través de su presencia, llena de fe, esperanza y caridad (cf. Constituciones, n. 4).

El tema que han elegido para su Capítulo General: “Ser testigos proféticos para una comunión universal”, es de gran importancia en el contexto de nuestros tiempos. Las Escrituras nos ofrecen numerosas referencias a la vocación profética de individuos y comunidades que han promovido la comunión entre los distintos miembros del Santo Pueblo fiel de Dios. Pienso, por ejemplo, en el profeta Jeremías, cuya misión fue unirse al pueblo de Israel en su sufrimiento para ayudarlo a reconocer y a responder al amor de Dios que siempre quiere hacer alianza. Pensemos también en San Pablo, que recordaba a los primeros cristianos de Roma que «nosotros, aún siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo» (Rom 12, 5). De hecho, su carisma de “conducir a todos a la unidad por la que Cristo fue enviado” está fundado en el deseo de Jesús de la unidad entre todos aquellos que creen en Él (cf. Jn 17, 11).

Como mujeres que profesan los consejos evangélicos, han sido desde hace mucho pioneras en el abrazar la dimensión profética de la vida consagrada, que «constituye memoria viva de la forma de existir y actuar de Jesús como Verbo encarnado ante el Padre y ante los hermanos» (Exhort. ap. Vita consecrata, 22). Y su dedicación es signo, más allá de la entrega que han realizado de ustedes mismas al Señor, también de su disponibilidad a servir, en Él, a todos nuestros hermanos y hermanas.

Mientras ahora reflexionan sobre nuevos caminos para el camino de su Congregación, siempre permaneciendo arraigadas en la sólida base colocada por la Fundadora, las animo a seguir siendo testigos valientes de la solidaridad evangélica, en un tiempo en el que muchos experimentan fragmentación y desunión. Esta responsabilidad asume aún una mayor importancia a la luz del camino sinodal que toda la Iglesia está realizando. Su Capítulo es un momento propicio para escuchar más atentamente al Espíritu Santo y para escucharse mutuamente, con el fin de mejorar los vínculos que las unen como hermanas y como miembros del Cuerpo de Cristo.

Y quisiera subrayar esto: escuchar. A nosotros nos gusta hablar siempre, a todos. Y no solo a las mujeres, también a nosotros. A todos. Pero es muy difícil aprender a escuchar. El Señor nos habla también a través de los demás. Escuchar a los demás, y no, mientras el otro habla, pensar: “¿Qué voy a responder?”. No. Escuchar: que llegue al corazón y después, si siento que hay que responder, respondo. Escuchar es precisamente una virtud que debemos hacer crecer en nuestras comunidades, en la vida consagrada. Escuchar al Señor, pero escuchar a los hermanos y hermanas. Eso es muy importante.

Queridas hermanas, les agradezco por su visita. Que el Espíritu Santo les conceda sus dones en abundancia, de manera que las deliberaciones y decisiones del capítulo puedan dar mucho fruto en la vida de su comunidad. Y habrá fruto si han sabido escuchar. Que la Virgen María, Madre de la Iglesia, las proteja, las ayude y sea su guía segura en el camino. Las bendigo de corazón a ustedes y a todas sus hermanas dispersas en el mundo. ¿Cuántas son? ¿Cuántas hermanas? [Responden: “1900”] ¿1900? ¡Salúdenlas a todas! 1900 besos. Las bendigo de corazón a ustedes y a todas sus hermanas, y les pido, por favor, orar por mí, porque lo necesito.

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