AFRONTAR LOS RIESGOS CLIMÁTICOS REDUCIENDO LAS EMISIONES: MENSAJE DEL PAPA A PARTICIPANTES EN CONFERENCIA SOBRE EL MEDIO AMBIENTE (13/07/2022)

¿Qué tipo de mundo queremos para nosotros mismos y para los que vendrán después? Es la pregunta crucial que acompaña el mensaje del Papa Francisco en inglés dirigido este 13 de julio a los participantes en la Conferencia organizada por la Pontificia Academia de las Ciencias, prevista en el Vaticano los días 13 y 14 de julio y centrada en el tema: “Resiliencia de las personas y los ecosistemas en condiciones de estrés climático, cuyo texto, traducido al español, transcribimos a continuación:

A los participantes en
la Conferencia “Resiliencia de las Personas y
los Ecosistemas en condiciones de Estrés Climático”

Ofrezco mis cordiales saludos a los organizadores y participantes en la Conferencia sobre Resiliencia de las Personas y los Ecosistemas en condiciones de Estrés Climático auspiciada por la Pontificia Academia de Ciencias. Agradezco a Su Eminencia el Cardenal Peter Turkson, canciller de la Academia, a Su Excelencia el Obispo Marcelo Sánchez Sorondo y a todos aquellos responsables por hacer posible este encuentro.

El fenómeno del cambio climático se ha convertido en una emergencia que ya no solo permanece en los márgenes de la sociedad. En cambio, ha asumido un lugar central, dando nueva forma no solo a sistemas industriales y agrícolas sino también afectando de manera adversa a la familia humana global, especialmente a los pobres y a quienes viven en las periferias económicas de nuestro mundo. Actualmente enfrentamos dos retos: disminuir los riesgos climáticos reduciendo las emisiones y asistir y permitir a las personas adaptarse a cambios que progresivamente empeoran en el clima. Estos retos nos llaman a pensar en un enfoque multidimensional para proteger tanto a individuos como a nuestro planeta.

La fe cristiana ofrece una particular contribución a este respecto. El Libro del Génesis nos dice que el señor vio que todo lo que había hecho era bueno (cf. Gen 1, 31) Y confió en los seres humanos la responsabilidad de ser administradores de su don de creación (cf. Gen 2, 15). En el Evangelio de Mateo, Jesús subraya la bondad del mundo natural recordándonos el cuidado de Dios por todas sus criaturas (cf. Mt 6, 26.28-29). A la luz de estas enseñanzas bíblicas, entonces, el cuidado de nuestra casa común, aún sin tomar en cuenta consideraciones de los efectos del cambio climático, no es una simple tarea utilitaria sino una obligación moral para todos los hombres y mujeres como hijos de Dios. Con esto en mente, cada uno de nosotros debe preguntar: “¿Qué tipo de mundo queremos para nosotros mismos y para aquellos que vendrán después de nosotros?”.

Para ayudar a responder a esta pregunta, he hablado de una “conversión ecológica” (cf. Laudato Si’, 216-221) Que demanda un cambio de mentalidad y un compromiso a trabajar por la resiliencia de las personas y los ecosistemas en que ellas viven. Esta conversión tiene 3 importantes elementos espirituales que quisiera poner a su consideración. El primero implica gratitud por el amoroso y generoso don de la creación de Dios. El segundo pide reconocer que estamos unidos en una comunión universal unos con otros y con el resto de las criaturas del mundo. El tercero involucra el afrontar problemas medioambientales no como individuos aislados sino en solidaridad como una comunidad.

Con base en estos elementos, esfuerzos valientes, cooperativos y de largo plazo entre líderes religiosos, políticos, sociales y culturales en niveles locales, nacionales e internacionales son necesarios para encontrar soluciones concretas a los problemas severos y en aumento que enfrentamos. Pienso, por ejemplo, en el papel que las naciones más aventajadas económicamente pueden jugar al reducir sus propias emisiones y proveer asistencia financiera así como tecnológica para qué áreas del mundo menos prósperas puedan seguir su ejemplo. También es crucial el acceso a energía limpia y agua potable, el apoyo que pueda darse agricultores alrededor del mundo para moverse hacia una agricultura resiliente ante el clima, un compromiso a vías sustentables de desarrollo y a estilos de vida sobrios con el objetivo de preservar los recursos naturales del mundo así como proveer de educación y cuidados de salud a los más pobres y más vulnerables de la población mundial.

Aquí también quisiera mencionar dos preocupaciones adicionales: la pérdida de biodiversidad (cf. Laudato si’ 32-33) Y las muchas guerras que son patrocinadas en distintas regiones del mundo y que en conjunto traen con ellas consecuencias dañinas para la supervivencia humana y el bienestar, incluidos problemas de seguridad alimentaria y contaminación en aumento. Estas crisis, junto con las del clima de la tierra, muestran que “todo está conectado” (Fratelli Tutti, 34) y que promover el bien común de nuestro planeta a largo plazo es esencial para una conversión ecológica genuina.

Por las razones antes mencionadas, recientemente aprobé a la Santa Sede, a nombre y representación del Estado Ciudad del Vaticano, ingresar a la convención marco de las Naciones Unidas sobre el cambio climático y al acuerdo de París, con la esperanza de que “Aunque el período post industrial puede muy bien ser recordado como uno de los más irresponsables en la historia, sin embargo hay razón para esperar que la humanidad de inicios del siglo XXI pueda ser recordada por haber enfrentado generosamente sus graves responsabilidades” (Laudato si’, 165).

Queridos hermanos y hermanas, me complace que su trabajo de estos días esté dedicado a examinar el impacto de los cambios en nuestro clima y a buscar soluciones prácticas que puedan ser implementadas prontamente para aumentar la resiliencia de las personas y los ecosistemas. Al trabajar juntos, hombres y mujeres de buena voluntad pueden enfrentar la escala y complejidad de los problemas que aparecen ante nosotros, proteger a la familia humana y el don creador de Dios de los extremos climáticos y fomentar los bienes de la justicia y la paz.

Asegurándoles mis oraciones para que su Conferencia dé buenos frutos, invoco sobre todos ustedes las abundantes bendiciones de Dios todopoderoso.

Desde el Vaticano, 13 de julio 2022

FRANCISCO

Comentarios