SUEÑEN CON UN FUTURO BASADO EN LA PAZ Y EL DIÁLOGO: PALABRAS DEL PAPA A ALUMNOS Y MAESTROS DE LAS ESCUELAS PARA LA PAZ (19/04/2024)

Fueron más de 6,000 chicos y chicas, de 137 escuelas y de 94 ciudades italianas, que pertenecen a la Red Nacional de las Escuelas para la Paz, comprometida a educar a los jóvenes sobre la paz, la justicia, la ciudadanía, los derechos humanos y la responsabilidad, quienes se reunieron la mañana de este 19 de abril en el Aula Pablo VI del Vaticano, para encontrar al Papa Francisco. Durante su discurso, el Santo Padre hizo un llamado especial para poder recordar a los niños afectados por la guerra y los conflictos, especialmente a los niños de Ucrania “que han olvidado cómo sonreír”, y a los niños de Gaza, “ametrallados” y que pasan hambre. Compartimos a continuación las palabras del Papa, traducidas del italiano:

Queridos chicos, queridas chicas, queridos profesores, ¡buenos días a todos!

Estoy contento de encontrarme una vez más con la red nacional de “Escuelas para la Paz”. Saludo al Dr. Lotti y les doy la bienvenida a todos ustedes.

Quiero, ante todo, agradecerles. Gracias por este camino rico en ideas, iniciativas, caminos de formación y de actividades, que intentan promover una nueva visión del mundo. Gracias por estar llenos de entusiasmo en la persecución de objetivos de belleza y bondad, en medio de situaciones dramáticas, de injusticia y violencia que desfiguran la dignidad humana. Gracias porque con pasión y generosidad se comprometen a trabajar en la “obra del futuro”, venciendo la tentación de una vida aplastada sólo en el hoy, que corre el riesgo de perder la capacidad de soñar en grande. Hoy más que nunca, en cambio, es necesario vivir con responsabilidad, ampliando horizontes, mirando hacia adelante y sembrando día a día esas semillas de paz que mañana podrán germinar y dar fruto. ¡Gracias, chicos y chicas!

El próximo mes de septiembre tendrá lugar en Nueva York la Cumbre del Futuro, convocada por las Naciones Unidas para enfrentar los grandes desafíos globales de este momento histórico y firmar un “Pacto para el Futuro” y una “Declaración sobre las Generaciones Futuras”. Se trata de un evento importante, y se necesita también su contribución para que no se quede sólo “sobre el papel”, sino que se concretice y se haga realidad a través de vías y acciones de cambio.

Ustedes llevan en el corazón este gran sueño: “Transformemos el futuro. Por la paz, con cuidado”. Y precisamente sobre esto quisiera detenerme brevemente para decirles algo en lo que creo mucho: que ustedes están llamados – escuchen bien – ustedes están llamados a ser protagonistas y no espectadores del futuro. Les pregunto: ¿a qué están llamados? ¿A ser qué? [los chicos responden] ¡No escuché bien!... [los chicos responden en voz alta] ¡Vamos! ¡Adelante! La convocatoria de esta Cumbre Mundial, de hecho, nos recuerda que todos somos interpelados a construir un mejor porvenir y, sobre todo, ¡que debemos construirlo juntos! Les pregunto: ¿se puede construir el futuro solos? [Los jóvenes responden “no”]. No oigo... [un fuerte “no”]. ¿Tenemos que construirlo? [¡Sí!] ¡Muy bien! No podemos solamente delegar las preocupaciones sobre el “mundo que vendrá” y sobre la resolución de sus problemas a las instituciones responsables y a quienes tienen particulares responsabilidades sociales y políticas. Es cierto que estos retos requieren competencias específicas, pero también es cierto que nos afectan de cerca, tocan la vida de todos y exigen de cada uno de nosotros una participación activa y un compromiso personal. En un mundo globalizado como este, en el que todos somos interdependientes, no es posible proceder como individuos particulares que sólo se ocupan de su propio “huerto”, de cultivar sus propios intereses: en cambio, es necesario trabajar en red y crear redes. ¿Qué es lo que hace falta? Trabajar en red y crear redes. ¿Qué se necesita? Trabajar en red y crear redes. Todos juntos. [Los chicos responden] Eso es, muy bien, y eso es importante, hay que conectar, trabajar en sinergia y armonía. Esto significa pasar del yo al nosotros: no “yo trabajo por mi propio bien”, sino “nosotros trabajamos por el bien común, por el bien de todos”. Trabajamos por el bien de todos. Juntos. [los chicos repiten] ¡Bravo!

En efecto, los desafíos actuales, y sobre todo los riesgos que, como nubes negras, se ciernen sobre nosotros amenazando nuestro futuro, se han hecho también globales. Nos afectan a todos, interrogan a toda la comunidad humana, requieren el valor y la creatividad de un sueño colectivo que anime un compromiso constante, para afrontar juntos las crisis ambientales, las crisis económicas, las crisis políticas y sociales que nuestro planeta está atravesando.

Queridos chicos, queridas chicas, queridos profesores, ¡se trata de un sueño que requiere estar despiertos y no dormidos! Sí, porque se lleva adelante trabajando, no durmiendo; caminando por las calles, no acostados en el sofá; utilizando bien los medios informáticos, no perdiendo el tiempo en las redes sociales; y luego – escuchen bien – este tipo de sueño se realiza también con la oración, es decir, junto con Dios, y no sólo con nuestras propias fuerzas.

Queridos estudiantes, queridos profesores, han puesto en el corazón de su compromiso dos palabras clave: la paz y el cuidado. Son dos realidades ligadas entre sí: la paz, en efecto, no es sólo el silencio de las armas y la ausencia de guerra; es un clima de benevolencia, confianza y amor que puede madurar en una sociedad basada en relaciones de cuidado, en la que el individualismo, la distracción y la indiferencia dejan paso a la capacidad de prestar atención al otro, de escuchar sus necesidades básicas, de curar sus heridas, de ser para él o ella instrumentos de compasión y curación. Este es el cuidado que Jesús tiene por la humanidad, especialmente por los más frágiles, y del que el Evangelio nos habla a menudo. Del “cuidado” mutuo nace una sociedad inclusiva, basada en la paz y el diálogo.

En este tiempo todavía marcado por la guerra, les pido que sean artesanos de la paz; en una sociedad todavía prisionera de la cultura del descarte, les pido que sean protagonistas de inclusión; en un mundo atravesado por crisis globales, les pido que sean constructores de futuro, para que nuestra casa común se convierta en lugar de fraternidad.

Quisiera hablarles dos minutos sobre la guerra. Piensen en los niños que están en guerra, piensen en los niños ucranianos que han olvidado sonreír. Oren por estos niños, pongan en su corazón a los niños que están en guerra. Piensen en los niños de Gaza, ametrallados, que tienen hambre. Piensen en los niños. Ahora un poco de silencio, y cada uno de nosotros piense en los niños ucranianos y en los niños de Gaza.

Les deseo que siempre se apasionen por el sueño de la paz. Lo digo con el lema de Don Lorenzo Milani, el prior de Barbiana, que al “no me importa”, típico de la indiferencia despreocupada, oponía el “I care”, es decir, “me importa de corazón”, “me interesa”. Que todo esto les importe de todo corazón. Que se preocupen siempre por el destino de nuestro planeta y de sus semejantes; que se preocupen de todo corazón por el futuro que se abre ante nosotros, para que pueda ser realmente como Dios lo sueña para todos: un futuro de paz y de belleza para toda la humanidad. Y que les importen de verdad los niños ucranianos, que se olvidan de sonreír; los niños de Gaza, que sufren bajo la metralla. Los bendigo de corazón. Que tengan una buena escuela y un buen camino. Y, por favor, acuérdense de orar por mí. ¡Muchas gracias!

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