MIREN SIEMPRE HACIA EL HORIZONTE: PALABRAS DEL PAPA A LAS RECLUSAS EN VENECIA (28/04/2024)

En su primera actividad durante su visita a Venecia este 28 de abril, el Papa Francisco se encontró con las internas de la cárcel de mujeres de la Giudecca, y les dirigió un breve saludo. En su mensaje, expresó el deseo de vivir dicho momento no tanto como una “visita oficial” del Papa, sino como un encuentro en el que, por la gracia de Dios, nos regalamos tiempo, oración, cercanía y afecto fraterno. El Santo Padre recordó que “todos somos hermanos”, reconoció los problemas de la vida en una prisión, valoró que puede convertirse en un “lugar de renacimiento” y reiteró su llamado a comenzar cada día de nuevo. Transcribimos a continuación el texto de su breve mensaje, traducido del italiano:

Queridas hermanas, queridos hermanos:

Todos somos hermanos, todos, y nadie puede negar al otro, nadie.

Saludo con afecto a todos, y especialmente a ustedes hermanas, detenidas en la Casa de Reclusión de la Giudecca. Quise encontrarme con ustedes al inicio de mi visita a Venecia para decirles que tienen un lugar especial en mi corazón.

Quisiera, por ello, que viviéramos en este momento no tanto como una “visita oficial”, sino como un encuentro en el cual, por gracia de Dios, nos regalamos mutuamente tiempo, oración, cercanía y afecto fraterno. Hoy todos saldremos más ricos de este patio – quizá quien saldrá más rico seré yo –, y el bien que intercambiaremos será valioso.

Es el Señor quien quiere que estemos juntos en este momento, que hemos llegado por caminos distintos, algunos muy dolorosos, incluso a causa de errores por los que, de distintos modos, cada persona lleva heridas y cicatrices, cada persona lleva cicatrices. Y Dios quiere que estemos juntos porque sabe que cada uno de nosotros, aquí, hoy, tiene algo que dar y que recibir, y que todos necesitamos de ello. Cada uno de nosotros tiene su propia singularidad, tiene un don y éste es para ofrecerlo, para compartirlo.

La cárcel es una realidad dura y problemas como la sobrepoblación, la carencia de estructuras y recursos, los episodios de violencia, les generan mucho sufrimiento. Pero puede también convertirse en un lugar de renacimiento, renacimiento moral y material, en el que la dignidad de mujeres y hombres no es “puesta en aislamiento”, sino promovida a través del respeto recíproco y el cuidado de talentos y capacidades, que quizá habían permanecido inactivas o aprisionadas por los acontecimientos de la vida, pero que pueden resurgir para el bien de todos y que merecen atención y confianza. ¡Que nadie quite la dignidad a una persona, nadie!

Entonces, paradójicamente, la permanencia en una casa de reclusión puede marcar el inicio de algo nuevo, a través del descubrimiento de bellezas insospechadas en nosotros y en los demás, como simboliza el evento artístico que están albergando y a cuyo proyecto contribuyen activamente; puede convertirse en un sitio de reconstrucción, en el cual mirar y valorar con valentía la propia vida, remover lo que no sirve, que es desordenado, dañino o peligroso, elaborar un proyecto, y después volver a empezar excavando cimientos y volviendo, a la luz de las experiencias vividas, a colocar ladrillo sobre ladrillo, juntos, con determinación. Por ello es fundamental que también el sistema carcelario ofrezca a los detenidos y detenidas instrumentos y espacios de crecimiento humano, de crecimiento espiritual, cultural y profesional, creando las premisas para su sana reinserción. Por favor, no “aíslen la dignidad”, ¡no aíslen la dignidad sino den nuevas posibilidades!

No olvidemos que todos tenemos errores por los cuales pedir perdón y heridas que hay que curar, incluso yo, y que todos podemos ser personas curadas que llevan curación, perdonados que llevan perdón, renacidos que llevan renacimiento.

Queridos amigos y amigas, renovemos hoy, ustedes y yo, juntos, nuestra confianza en el futuro: no cierren la ventana, por favor, siempre mire en el horizonte, siempre miren el futuro, con la esperanza. A mí me gusta pensar en la esperanza como un ancla, saben, que está anclada en el futuro, y nosotros tenemos en las humanos la cuerda y vamos hacia adelante con la cuerda anclada en el futuro. Propongámonos comenzar cada día diciendo: “hoy es el momento adecuado”, hoy, “hoy es el momento justo”, hoy (cf. 2 Cor 6, 2), “hoy vuelvo a comenzar”, siempre, durante toda la vida.

Les agradezco por este encuentro y les aseguro mi oración por cada una de ustedes. Y ustedes, oren por mí, ¡pero a favor, no en contra!

Y este es el regalo que les dejo. Miren, es un poco la ternura de la madre, y esta ternura María la tiene con todos nosotros, con todos nosotros, es la madre de la ternura. Gracias.

[Intercambio de regalos y saludos con las detenidas]

¡Y ahora me llevan! Gracias, muchas gracias, ¡las recordaré! Adelante y valentía, no se rindan, ¡valentía y adelante!

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