EL AMOR NECESITA CONCRECIÓN, PRESENCIA, TIEMPO Y ESPACIO DONADOS: ÁNGELUS DEL 11/02/2024

Este 11 de febrero, memoria litúrgica de Nuestra Señora de Lourdes y canonización de la Beata Mama Antula, el Papa Francisco encabezó la oración mariana del Ángelus desde la ventana del despacho apostólico, en una Plaza de San Pedro llena de fieles y peregrinos a pesar de la lluvia. En su alocución previa a la oración a la Madre de Dios, el Santo Padre comentando el Evangelio dominical, dijo que ante un mundo de relaciones virtuales “el amor necesita concreción, presencia, encuentro, tiempo y espacio donados”. Compartimos a continuación el texto de su alocución, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de hoy nos presenta la curación de un leproso (cf. Mc 1, 40-45). Al enfermo, que lo implora, Jesús le responde: «Quiero: queda purificado» (v. 41). Pronuncia una frase sencillísima, que pone inmediatamente en práctica. De hecho, «inmediatamente la lepra desapareció y quedó sano» (v. 42). He aquí el estilo de Jesús con quien sufre: pocas palabras y hechos concretos.

Muchas veces, en el Evangelio, lo vemos comportarse así con quien sufre: sordomudos (cf. Mc 7, 31-37), paralíticos (cf. Mc 2, 1-12) y tantos otros necesitados (cf. Mc 5). Siempre hace así: habla poco y a las palabras las hace seguir enseguida por acciones: se inclina, toma de la mano, cura. No se entretiene en discursos o interrogatorios, y mucho menos en pietismos y sentimentalismos. Demuestra más bien el pudor delicado de quien escucha atentamente y actúa con diligencia, preferiblemente sin llamar la atención.

Es un modo maravilloso de amar, ¡y cuánto bien nos hace imaginarlo y asimilarlo! Pensemos también en cuando nos sucede que encontramos a personas que se comportan así: sobrias en las palabras, pero generosas en la acción; reacias a exhibirse, pero dispuestas a ser útiles; eficaces en la ayuda porque están dispuestas a escuchar. Amigos y amigas a los que se puede decir: “¿Quieres escucharme?” “¿Quieres ayudarme?”, con la confianza de escuchar una respuesta, casi con las palabras de Jesús: “Sí, quiero, estoy aquí para ti, para ayudarte”. Esta concreción es cada vez más importante en un mundo, como el nuestro, en el que parece que se abre camino cada vez más, una virtualidad evanescente de las relaciones.

Escuchemos, en cambio, cómo nos provoca la Palabra de Dios: «Si un hermano o una hermana están desnudos y faltos del alimento diario y uno de ustedes les dice: “Vayan en paz, abríguense y sáciense”, pero no les da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve?» (Sant 2, 15-16). Esto lo dice el apóstol Santiago. El amor necesita ser concreto, el amor necesita presencia, encuentro, necesita tiempo y espacio donados: no puede reducirse a hermosas palabras, a imágenes en una pantalla, a selfies de un momento o a mensajes apresurados. Son instrumentos útiles, que pueden ayudar, pero no bastan en el amor, no pueden sustituir a la presencia concreta.

Preguntémonos hoy: ¿Yo sé ponerme a la escucha de las personas, estoy disponible a sus buenas peticiones? ¿O pongo excusas, pospongo, me escondo detrás de palabras abstractas e inútiles? Concretamente, ¿cuándo fue la última vez que fui a visitar a una persona sola o enferma – que cada uno se responda en el corazón – o ¿cuándo fue la última vez que cambié mis planes para ir al encuentro de las necesidades de quien me pedía ayuda?

Que María, solícita en el cuidado, nos ayude a estar preparados y ser concretos en el amor.

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