CUIDAR LA SEGURIDAD CONSIDERANDO IMPORTANTE EL BIEN DE TODOS: PALABRAS DEL PAPA A ENCARGADOS DE SEGURIDAD EN EL VATICANO (10/02/2024)

El Papa Francisco recibió la mañana de este 10 de febrero, en audiencia en la Sala Clementina, a los dirigentes y al personal de la Inspección de Seguridad Pública de la Policía del Estado Italiano en el Vaticano que se ocupa del orden público en la Plaza de San Pedro, en Roma y en Italia durante las visitas pastorales. El Pontífice recalcó que es necesario “que haya quienes, frente al mal, no se queden mirando, sino que asuman la responsabilidad de intervenir, proteger a las víctimas y poner orden a los transgresores”. Transcribimos a continuación el texto de su mensaje, traducido del italiano:

Señor Jefe de la Policía, señor Prefecto y señor Director, queridos funcionarios y agentes, bienvenidos:

Estoy contento de encontrarlos en esta acostumbrada cita de inicio de año. Los saludo a todos ustedes, a sus familiares y a los Capellanes, que los acompañan en su camino de vida cristiana.

Y quiero decirles “gracias”. Ante todo, gracias por el trabajo fiel y paciente con el que garantizan a todos aquellos que vienen al Vaticano, desde Italia y el extranjero, y les dan la posibilidad de vivir momentos de fe y oración, como peregrinos, o simplemente de descanso, como turistas, en un clima sereno de orden y seguridad. Es un compromiso delicado este, que merece mucha más apreciación al desempeñarse cotidianamente, todos los días – y las noches – del año. ¡Gracias!

Quiero además agradecerles, junto con sus familias, también por la disponibilidad y la capacidad de adaptación con la que facilitan mi seguridad y la de mis colaboradores en ocasión de los viajes y desplazamientos en Roma y en otras localidades italianas, haciéndose cargo a menudo de horarios y exigencias logísticas incómodas y problemáticas: ¡gracias de corazón!

El de ustedes es un trabajo con muchas implicaciones, hecho de paciente prevención, de vigilancia in situ, de manejo de situaciones imprevistas, a veces peligrosas, en la mayor parte de los casos enfrentadas de manera discreta y sin que se note. Un trabajo que requiere valentía, tacto, nervios firmes, atención y comprensión por las necesidades y las críticas de quien solicita su ayuda y también de quien hace necesaria su intervención con comportamientos problemáticos de distinto tipo.

San Juan XXIII decía que la tarea de las Fuerzas del Orden es pesada, que requiere grandes cualidades Morales y sobre todo dedicación y abnegación para conseguir el bien común. Por eso los definía como “buenos servidores de la comunidad humana y artífices de paz en la sociedad” (cf. Alocución a los participantes en el XVI “Rallye” internacional de la Policía, Castelgandolfo, 8 septiembre 1961).

Son palabras cargadas de significado que expresan bien tanto las expectativas – a veces muy exigentes – de las que son objeto, como los ideales en los que se inspiran. Sin embargo, es así. El bien común y la paz en la sociedad no se improvisan y no florecen siempre espontáneamente. Las luces y las sombras de nuestra naturaleza humana, limitada y herida por el pecado, implica la necesidad de que haya quienes, ante el mal, no se queden mirando, sino asuman la responsabilidad de intervenir, para cuidar a las víctimas y traer de nuevo el orden a los transgresores, siempre considerando importante el bien de todos.

Y es quizá precisamente por este compromiso suyo en primera persona que los “autos azules” se convierten a menudo en punto de referencia también para muchas otras necesidades menos institucionales, pero no menos importantes a nivel humano, de las que también se hacen cargo: solicitudes de información, pequeños imprevistos, o de quien se dirige a ustedes para manifestar un malestar, o porque, sintiéndose marginado, busca un poco de comprensión y empatía. Sí, porque la gente sabe que “donde está el uniforme, se puede confiar”. Y eso es muy importante.

Por ello, muy queridos todos, les renuevo mi gracias y los bendigo a ustedes y a sus familias, encomendándolos a la intercesión de María Santísima y de San Miguel Arcángel, su patrono. Pido por ustedes, y ustedes, por favor, no se olviden de orar por mí. Gracias.

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