LA ACOGIDA, LA INTERNACIONALIDAD Y LA TERNURA: PALABRAS DEL PAPA A LOS PARTICIPANTES EN EL CAPÍTULO GENERAL DE LOS MONTFORTIANOS (20/05/2023)

El Papa Francisco recibió la mañana de este 20 de mayo en la Sala Clementina a los miembros del 38º Capítulo General de los Misioneros Montfortianos (Compañía de María), en el contexto de los aniversarios del nacimiento y canonización de su Fundador. Celebrando más de tres siglos de vida y servicio, los Montfortianos eligieron como lema del Capítulo: “Atreverse a arriesgar por Dios y por la humanidad. Nuestra fidelidad creativa” y el Papa les recordó su carisma, y habló del Provincial de los misioneros, el Padre Olivier Maríe a quien su generosidad y valentía le costaron la vida. Transcribimos a continuación, el texto de su mensaje, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, bienvenidos:

Me alegra encontrarlos en ocasión de su 38º Capítulo General, en los aniversarios del nacimiento y la canonización de su Fundador. Celebrando más de 3 siglos de vida y servicio, han elegido como tema para sus trabajos el lema: «Atreverse a arriesgar por Dios y por la humanidad. Nuestra fidelidad creativa». Es verdad, ¡no es una fidelidad momificada, es creativa! Son palabras que recuerdan bien los valores que animaron a San Luis María Grignion de Montfort a los inicios de su historia.

Él vivió en un tiempo marcado por desafíos exigentes para la iglesia y la sociedad: llamado “época de racionalistas y libertinos” y al mismo tiempo “cuna del jansenismo”. Ante estas provocaciones, San Luis María se preguntó ante todo cuál sería la raíz común de ello, y la identificó como una excesiva confianza del hombre en la sabiduría del mundo A expensas de la primacía de la Sabiduría de Dios. Por eso se lanzó en una intensa actividad de predicación, con creatividad y sin miedo, encontrando también incomprensiones dentro y fuera de la Iglesia: sucede siempre así. Y nunca se detuvo, continuando en la predicación y en la promoción del amor por la verdadera Sabiduría, a través de la devoción a María, hasta su muerte, ocurrida a los sólo 43 años en Vandea, durante una misión. De su valentía ustedes dan testimonio de los frutos: presentes en 33 países, con más de 700 religiosos, junto con los Hermanos de San Gabriel, las Hijas de la Sabiduría y los Laicos Asociados. ¡Esto es hermoso!

También hoy los desafíos pastorales no faltan: por ejemplo el individualismo que encierra a cada uno en su pequeño mundo, el relativismo y el hedonismo que hacen del placer o de la ganancia personal la medida de toda decisión, el egoísmo consumista que vuelve árido el corazón de los ricos y crea injustas desigualdades en perjuicio de los pobres.

Ante todo esto, San Luis María les dejó un programa de vida y acción que es siempre actual: «buscar, contemplar, revelar la Sabiduría en el corazón del mundo y denunciar a la falsa sabiduría» (Regla de vida, Introducción), y esto con el ejemplo y la ayuda de María. Quisiera subrayar tres valores que considero importantes y actuales, suyos: la acogida, la internacionalidad y la ternura.

El Evangelio nos muestra a María como la que, para acoger en sí misma a Jesús, Sabiduría del Padre, con valentía aceptó cambiar completamente su vida, sus costumbres, sus sueños y sus decisiones. Así cuidó y entregó a los hermanos el amor que recibió, en Nazaret, en el Calvario y en el Cenáculo donde, a la luz de la Pascua, compartió humildemente la vida de la primera comunidad. La acogida – que es lo primero de lo que quisiera hablar – fue una dimensión fundamental de la existencia de María y en su misión. Siguiendo su ejemplo, los exhortó también a ustedes a ejercerla en sus casas y hacia las personas que Dios les encomienda. Nuestro mundo necesita mucho de acogida y, en la acogida necesita creatividad, que nos haga cercanos a todos, incluso en situaciones nuevas, que requieren respuestas urgentes. Acoger a corazón abierto para recibir.

Para ustedes este valor se enriquece, como testifica su presencia aquí, con los colores de las internacionalidad, de la multiculturalidad y el diálogo intergeneracional. En un reciente documento escribieron que el rostro vivo de San Luis María hoy tiene en ustedes «los rasgos bien marcados de Europa, con acentos brillantes del Caribe, América Latina, África y Asia» (Carta de los Capitulares a los Hermanos, Roma, 20 de mayo 2017): es verdad, es muy musical, esto, es así; y es rico en sonrisas, lágrimas, ojos y bocas de todas las hermanas y todos los hermanos esparcidos en el mundo (cf. ibid.). Y quizá algún canonista les dirá: “Pero eso no sirve, esa no es una definición canónica de lo que es un instituto”: es una definición viva y eso me gusta. ¡Es una hermosa imagen de comunidad evangélica, un verdadero don para todos! Atesórenla, cultívenla y difúndanla con su testimonio.

Finalmente quisiera recordarles que las virtudes de las que hemos hablado florecen, a cualquier nivel, cuando las personas se sienten amadas y respetadas. Montfort nos lo enseñó mostrándonos los brazos tiernos de María, que nos acoge a todos como hijos (cf. Tratado de la verdadera devoción a María, n. 48). Déjense estrechar por su abrazo materno y con la misma ternura abrácense unos a otros; la ternura. Esto les ayudará a ustedes y a las personas que encuentren a sacar y a compartir lo mejor de sí mismos y, a la luz de ese compartir, a discernir lo que el Señor les pide para su futuro. Si quieren ser valientes y creativos, entonces, hagan suya la ternura de María y entréguenla a todos, ¡siempre! Pero la ternura no es un dulce que se compra, y la ternura crea dulzura, pero es fuerte. Tener un corazón tierno indica fortaleza en el corazón para volverse tierno. No se olviden que la ternura es uno de los tres rasgos de Dios. Dios es cercano, tierno y compasivo. Ternura, compasión y cercanía. Hagan el examen de conciencia con esto: “Yo, hoy, ¿he sido cercano o me defendí un poco? ¿He sido compasivo o condené a medio mundo? ¿He sido tierno?”. Lleven adelante estos 3 rasgos de Dios: cercanía, compasión y ternura.

Dio testimonio de ello el Padre Olivier Maire, misionero monfortano, muerto por haber acogido en la comunidad a un hombre que se había equivocado, a una persona muy problemática, a quien sin embargo quería darle un techo y una esperanza para el futuro. Su generosidad y su valentía le costaron la vida, por un gesto demencial e inexplicable, Y mientras me abrazo a sus padres y parientes, aquí presentes, invito a todos ustedes a atesorar su ejemplo: acogió a un hermano perdonando su pasado y abrazándolo sin hacer cálculos, deseando sólo darle amor, con ternura. Necesitamos tanto aprender a amar así, crecer en este amor, ser cercanos, compasivos y tiernos.

Por esta razón el año pasado quise consagrar al Corazón Inmaculado de María a la iglesia y al mundo entero, especialmente a Ucrania y Rusia. Y a ustedes, que son la Compañía de María, les pido renovar este acto de encomienda y esta súplica. Que la madre celestial nos ayude a todos a buscar con valentía y creatividad caminos de perdón, de diálogo, de acogida y de paz para toda la humanidad. Los bendigo de corazón y les pido, por favor, orar por mí.

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