ORACIÓN, FRATERNIDAD Y PROXIMIDAD SON LA FUERZA DEL CONSAGRADO: PALABRAS DEL PAPA A LA COMUNIDAD DE LAS BIENAVENTURANZAS (17/04/2023)

El Papa Francisco recibió la mañana de este 17 de abril en la Sala de los Papas, a una delegación de la Comunidad de las Bienaventuranzas. Esta familia eclesial fundada en Francia hace cincuenta años y hoy extendida por todos los continentes desarrolla un apostolado con actividades para los jóvenes, los marginados y en favor del diálogo interreligioso. Es importante que quienes sufren o se sienten solos puedan encontrar lugares donde se les acoja y escuche, les señala el Santo Padre en el mensaje que les entregó de manera escrita y cuyo texto compartimos a continuación:

Queridos hermanos y hermanas, buenos días y bienvenidos:

Me alegra festejar con ustedes el 50º aniversario de la fundación de su comunidad. Saludo al Consejo General, al Arzobispo de Toulouse, al Asistente Apostólico el Padre Donneaud y a los miembros del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada aquí presentes.

Su carisma, que nace del impulso de la Renovación Carismática Católica, es un don para la iglesia y para el mundo. Como se lee en su Regla (cf. art. 5), la experiencia pentecostal y la dimensión escatológica han sido centrales en ello desde sus orígenes y con su impulso, aún se expande y se manifiesta a través de la vida en el Espíritu, la comunión de los estados de vida y el apostolado.

La dimensión escatológica hace que pueda transparentarse, a través de la alabanza, la belleza de la liturgia, del canto y la vida fraterna, que el Reino de Dios ya está presente en medio de nosotros.

La experiencia de Pentecostés es el corazón de su vida espiritual. Ella se expresa en la búsqueda constante de la unión con Dios, que se concreta en la celebración cotidiana de la Eucaristía, en la adoración del Santísimo Sacramento, en la vida de oración según la espiritualidad carmelitana y en la búsqueda de la oración continua según la espiritualidad de las Iglesias orientales. Esta vida de oración es la fuente de su comunión fraterna, que se inspira en la fuente Trinitaria y que permite a cada uno realizarse en su propia vocación específica.

El apostolado que realizan es muy vasto y diverso. La liturgia de sus casas atrae a muchas personas y los tiempos de retiro, personal o en grupo, les permiten también compartir su experiencia con otros. Además, la presencia en algunos santuarios en Francia, Hungría, Italia y Costa de Marfil y el servicio de los sacerdotes en las parroquias representan una importante oportunidad de testimonio.

Han apoyado distintos proyectos humanitarios en países en vías de desarrollo, como la acogida de menores en dificultad, la asistencia a niños desnutridos o con discapacidad, la ayuda a familias desfavorecidas y a madres solas, la distribución de alimentos y tratamientos de salud. En estos contextos de pobreza administran también un hospital, una clínica, un centro oftalmológico y un consultorio dental.

Queridos hermanos y hermanas, todo esto es motivo para dar gracias a Dios. En particular su compromiso al servicio de las personas más frágiles y marginadas en una sociedad contaminada por la cultura del descarte. Es hermoso saber que en la mayor parte de las casas situadas en Occidente han organizado centros de escucha para quienes se encuentran en dificultad y que este servicio se ha extendido también a las cárceles. Es importante que aquellos que sufren y se sienten solos puedan encontrar lugares donde ser acogidos y escuchados, y ustedes están dando su aportación con generosidad.

Otro aspecto de su apostolado es el de las misiones ocasionales, como las que realizan en verano en ambientes donde la gente va de vacaciones: ofrecen momentos de oración, la Misa, la adoración, encuentros de formación dirigidos a la evangelización, espectáculos callejeros, vigilias y evangelización nocturna. Este esfuerzo demuestra su apertura a las exigencias de los jóvenes y la disponibilidad para llevar la Palabra de Dios a todo lugar y circunstancia.

Merece una mención también el hecho de que organizan reuniones internacionales, como las realizadas en Lourdes y Lisieux. Estos encuentros son ocasiones importantes de renovación espiritual para todos los participantes y ofrecen la oportunidad de compartir experiencias con cristianos de todo el mundo.

Finalmente, no puedo olvidar sus peregrinaciones a Tierra Santa y a otros lugares de la fe. Estos viajes son experiencias de gran intensidad espiritual, que conducen a profundizar o a veces a descubrir las raíces de la fe y a fortalecer la propia relación con Dios.

A este respecto, queridos hermanos y hermanas, les estoy agradecido por el compromiso que demuestran en la vida consagrada y por el servicio que le ofrecen a la Iglesia y al mundo. Su comunidad, fundada sobre una espiritualidad de contemplación, oración y misión, otorga una válida contribución al diálogo interreligioso, a la promoción de la paz y a la defensa de los derechos humanos, y su testimonio es fuente de inspiración para muchos.

En la vida comunitaria, encarnan el don del amor fraterno, que está en la base de nuestro ser cristianos, y recuerdan que no estamos llamados a estar solos, sino a caminar juntos, ayudándonos mutuamente en la fe y el amor de Dios. Esa es la fuerza de la vida consagrada: compartir la vida fraterna, la oración y el servicio al prójimo.

Les invito entonces a seguir adelante y a perseverar en su misión con celo y sin temor, a dar testimonio de la fe con alegría y esperanza y a permanecer siempre abiertos y dóciles a la guía del Espíritu Santo: es Él el protagonista en la vida de la Iglesia y en la evangelización. Les animo a mantener el compromiso por la formación de las jóvenes generaciones y por el diálogo interreligioso, en particular con nuestros hermanos y hermanas musulmanes.

Que la Virgen los cuide siempre en la alegría del discipulado, en el asombro alegre y agradecido por haber recibido el don de ser discípulos del Señor. De corazón los bendigo a ustedes y a todos los hermanos y hermanas de la comunidad. Y les pido por favor orar por mí. Gracias.

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