EN LA ACTUALIDAD HAY PRESIONES DAÑINAS PARA LA VIDA FAMILIAR: PALABRAS DEL PAPA A PARTICIPANTES EN PEREGRINACIÓN POR LA BEATA ARMIDA BARELLI (22/04/2023)

El Papa Francisco se reunió este 22 de abril con más de diez mil fieles en la Plaza de San Pedro que peregrinaron para dar gracias por la beatificación de Armida Barelli, que tuvo lugar el 30 de abril del año pasado. El Santo Padre destacó los rasgos de la cofundadora de la Universidad Católica del Sagrado Corazón y de la Obra de la Realeza de Nuestro Señor Jesucristo. Fue una tejedora de grandes obras y relaciones que nos exhorta a aprender a escuchar a todos, recordó el Pontífice en sus palabras que compartimos a continuación, traducidas del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, buenos días:

Estoy contento de que hayan venido en tan gran número a dar gracias al Señor por la Beatificación de Armida Barelli, ocurrida hace un año en Milán. Agradezco a la responsable juvenil de la Acción Católica que se hizo “portavoz” de todos, es decir de las tres realidades que promovieron la causa de beatificación: La Universidad Católica del Sagrado Corazón, la Acción Católica Italiana y las Misioneras de la Realeza de Cristo.

Me dirijo ante todo a ustedes de la Universidad Católica. Armida Barelli estuvo entre los fundadores y de eso podemos extraer un primer rasgo de su figura: fue una mujer generadora. Reflexionemos un momento en este aspecto.

La mujer es custodia privilegiada de la capacidad de engendrar – lo sabemos – que se puede realizar gracias al diálogo de reciprocidad con el hombre. La Barelli fue tejedora de grandes obras y lo hizo realizando un tejido formidable de relaciones, recorriendo a lo largo y a lo ancho Italia y teniendo contacto con todos. Lo documentan sus numerosas y apasionadas cartas. Hoy no faltan, desafortunadamente, impulsos de signo contrario, es decir de-generativos. Son muy dañinos para la vida familiar, pero se pueden observar también a nivel social, en las polarizaciones y los extremismos que no dejan espacio al diálogo y tienen un efecto deshumanizante. No dejar espacio al diálogo: pensemos un poco en eso.

También con respecto al tema del liderazgo femenino en el ámbito eclesial y social – del cual la Barelli puede ser considerada una formidable anticipadora – necesitamos un modelo integrado, que una la capacidad y el rendimiento, a menudo asociados al rol masculino, con el cuidado de los vínculos, la escucha, la capacidad de mediar, de colocar en una red y hacer crecer las relaciones, Generalmente consideradas prerrogativas del género femenino y a menudo infravaloradas en su valor productivo. En resumen, también en este caso es la integración, la reciprocidad de las diferencias quienes garantizan la capacidad generadora incluso en el campo social y laboral. Es esta una tarea encomendada de manera particular a la Universidad Católica del Sagrado Corazón, de la cual precisamente mañana se celebra la 99ª jornada nacional sobre el tema: “Por amor al conocimiento. Los desafíos del nuevo humanismo”. Esta gran institución académica está llamada a tener hoy el mismo impulso educativo y el mismo carácter emprendedor formativo que guiaron al Padre Agustín Gemelli y a la Beata Armida Barelli.

En particular la Barelli, a través del Ateneo, contribuyó a formar la conciencia civil en cientos de miles de jóvenes, entre los cuales había muchas mujeres. Una obra que se volverá particularmente visible en el momento en el que, terminada la guerra, tratará de reconstruir el país iniciando un proceso democrático. Aún no hay necesitamos mujeres que, guiadas por la fe, sean capaces de dejar una marca en la vida espiritual, en la educación y la formación profesional.

¡Gracias, amigos de la Universidad Católica del Sagrado Corazón! Que la Beata Armida siga inspirando su trabajo.

Me dirijo ahora a ustedes, hermanos y hermanas de la Acción Católica, y quisiera hacer evidente un segundo rasgo de la Beata: el primer rasgo era la capacidad generadora, el segundo rasgo de la beata es ser apóstola. Es distinto, es algo distinto. Uno puede engendrar cosas, pero no ser apóstol; la Barelli engendraba y era apóstola.

Sabemos que el Reino de Dios germina, crece y da fruto continuamente por todos lados: la vida de Armida Barelli expresa esta dinámica y nos permite contemplar cómo el señor realiza grandes cosas cuando las personas se hacen disponibles y dóciles a su voluntad, impregnándose con humildad, creatividad y espíritu emprendedor. Su biografía narra una gran perseverancia en la búsqueda de permanecer con el Señor, como un sarmiento en la vid, y muestra su deseo de compartir esta experiencia con muchos otros. Permanecer en el señor como un sarmiento en la vid.

Armida escribe que, después de haber acogido la propuesta del Papa de fundar la Juventud Femenina en Italia, siente “ya no pertenecerse”, siente que debe hacer de su propia existencia un don para los demás, que debe ser ella misma “una misión”, más allá de sus límites y sus imperfecciones. En efecto, «nuestra imperfección no debe ser una excusa; al contrario, la misión es un estímulo constante para no instalarse en la mediocridad y seguir creciendo» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 121). Resuena así aún hoy la invitación de la Beata a no contentarse con vivir de manera acomodada, instalándose entre concesiones y auto absoluciones – “no puedo hacerlo”, “no estoy a la altura”, “no tengo tiempo” y cosas del estilo –, sino a vivir más como apóstoles de y en la alegría.

Ser apóstolas y apóstoles quiere decir ser laicas y laicos con pasión, apasionados por el Evangelio y la vida, cuidando la vida buena de todos y construyendo caminos de fraternidad para darle alma a una sociedad más justa, más incluyente, más solidaria. Y es importante hacer todo esto juntos, en la belleza de una experiencia asociativa que, por un lado, entrena para saber escuchar y dialogar con todos y, por el otro, expresa ese “nosotros más grande” que educa para la vida eclesial, vida de pueblo que camina en conjunto.

En los ámbitos de la economía, de la cultura, de la política, de la escuela así como del trabajo, en la constante atención a los más pequeños, a los frágiles y a los pobres, los animo a buscar caminos para caminar con todos, buscando la paz y la justicia. Eso es lo que la Beata Armida Barelli hizo en su tiempo con espíritu de total confianza en el señor y con estilo marcado por la concreción.

Que en el corazón de la vida asociativa exista siempre una formación integral, y que en el corazón de la formación esté la espiritualidad evangélica. Que el estar enraizados y dedicados a la vida de sus iglesias locales alimente siempre en ustedes el impulso misionero, para ensanchar aún más su corazón y su mirada contemplativa sobre el mundo. Acojamos la exhortación de la Beata Armida, la “hermana mayor”, a amar, amar, amar; amar sin medida, regenerados por el amor de Dios, que transforma la vida de las personas, de manera concreta y creíble, y a través de las personas activa procesos y caminos de renovación social. ¡Gracias a ustedes, miembros de la Acción Católica!

Y ahora me dirijo a las Misioneras de la Realeza de Cristo, y así podemos sacar a la luz en Armida su ser consagrada en el mundo

La consagración secular es una vocación, es una vocación exigente. La aprobación de los institutos seculares por parte de Pío XII con la Provida Mater Ecclesia fue una decisión revolucionaria en la Iglesia, un signo profético. Y desde entonces es muy grande el bien que ustedes hacen a la Iglesia, dando con valentía su testimonio en el mundo.

La consagración secular es paradigma de una nueva forma de vivir como laicos en el mundo: laicos capaces de captar las semillas del Verbo dentro de los pliegues de la historia, comprometidos en animarla desde el interior como levadura, Capaces de valorar los brotes de bien presentes en las realidades terrenas como preludio del Reino que viene, promotores de los valores humanos, tejedores de relaciones, testigos silenciosos y activos de la radicalidad evangélica. Decía San Pablo VI: «Si permanecen fieles a su vocación, los Institutos Seculares se convertirán casi en el “laboratorio experimental” en el que la Iglesia comprueba las maneras concretas de sus relaciones con el mundo». [1]

El suyo, queridas hermanas, es un instituto secular femenino, Y esto pone en cuestión a las mujeres y a su peculiar vocación en la iglesia y en el mundo. La Beata Armida, con esta forma de vida, las promovió de manera nueva, sobre el ejemplo de muchas mujeres testigos del Evangelio a lo largo de los siglos. El modelo que propuso incluso en la vida consagrada es una imagen nueva de mujer, no que debe “cuidarse” y tenerse a un lado, sino para ser enviada a construir el Reino, dándole confianza.

Armida fue capaz de leer los signos de sus tiempos y las necesidades más urgentes: pensemos en la necesidad de un renovado cuidado de la espiritualidad; pensemos en la formación y el llamado al compromiso para las mujeres jóvenes; pensemos en el desafío educativo y en el sueño de una Universidad Católica en Italia; pensemos en la pasión por el mundo, a partir de la certeza de la universalidad del mensaje de Cristo. Estas necesidades fueron para Armida Barelli terreno de compromiso y de misión.

Así ella anticipó los tiempos del Concilio Vaticano II, poniendo en práctica un estilo comunitario en que mujeres y hombres, jóvenes y adultos, laicos y sacerdotes, colaboran juntos por el fin apostólico de la Iglesia, todos juntos como protagonistas de la misma misión en virtud del Bautismo. A menudo nos cuesta trabajo emprender un camino de compromiso, porque pensamos que nunca estamos a la altura, en las elecciones personales y en las del servicio a la comunidad. Si Armida estuviera aquí para hablarnos hoy, nos diría de nuevo que si nos encomendamos al Señor nada es imposible. Encomendarse a Él no es delegar, es un acto de fe que da vigor e impulso a la esperanza y a la acción. ¡Gracias entonces también a ustedes, Misioneras de la Realeza de Cristo!

Queridos hermanos y hermanas, la Beata Armida nos ha reunido y nos ha ayudado a reconocer estos rasgos esenciales del ser cristianos hoy: la capacidad generadora, el ser apóstoles y la consagración en el mundo. Cada uno puede acoger su ejemplo según su propia vocación: es una riqueza para todos nosotros, para toda la Iglesia. Por eso les agradezco mucho por este encuentro. Los bendigo a todos y les pido que no se olviden de orar por mí. Gracias.


[1] Discurso al Consejo Ejecutivo de la Conferencia Mundial de los Institutos Seculares (en francés, 25 de agosto 1976).

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