NO A LA PRECARIEDAD Y AL TRABAJO EN NEGRO: PALABRAS DEL PAPA A DIRECTIVOS DEL INSTITUTO NACIONAL DE SEGURIDAD SOCIAL (03/04/2023)

El Papa Francisco recibió en audiencia en la Sala Clementina, este 3 de abril, a los directores del Instituto Nacional de Seguridad Social y subrayó que el sistema de jubilaciones en Italia es “una forma de bienestar que mantiene unidas a las distintas generaciones” demostrando que somos “interdependientes los unos de los otros”. Hacen falta, dijo el Papa, “políticos sabios, guiados por el criterio de la fraternidad” que no dejen en dificultad a las generaciones futuras derrochando recursos. Compartimos a continuación las palabras del Papa, traducidas del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, buenos días, bienvenidos:

Agradezco al Presidente por sus corteses palabras. El Instituto Nacional de Seguridad Social cumple 125 años y tiene una historia importante. No todos los países del mundo pueden contar una experiencia tan valiosa al servicio de los trabajadores. Ustedes, aquí en Italia, tienen estas riquezas, que son precisamente suyas. Menciono tres: los oratorios en las parroquias – es algo suyo y hace mucho bien –; segunda, el voluntariado: el voluntariado italiano es grandioso, voluntariado por todos lados; tercera, instituciones como la de ustedes, que se organizan y no duran dos o tres años, ¡125!, que tienen esta capacidad de seguir adelante. ¡Gracias!

El tema de la seguridad social es siempre actual. Por una parte, de hecho, la sociedad parece haber perdido el horizonte de futuro: se ha detenido en el presente e interesa poco lo que pueda pasar a las futuras generaciones. “Yo hago lo mío, después que se las arreglen...”. No está bien. Signos preocupantes en tal sentido son la crisis ecológica y la deuda pública que se carga sobre los hombros de los hijos y los nietos. ¡Pensar que en algunos países los nietos nacerán con una deuda pública terrible! La decisión de la sustentabilidad, en cambio, responde al principio por el cual es injusto confiar a los jóvenes pesos irreversibles y demasiado gravosos. Por otra parte la seguridad social es una forma de bienestar que mantiene juntas a las distintas generaciones entre ellas. La merecida pensión de un trabajador, de hecho, se sostiene no solo gracias a sus años de trabajo, sino también en el hecho de que hay alguien que, a través de su actividad, está pagando concretamente la pensión de otros. En esencia, una fuerte relación entre las generaciones y el presupuesto para que la seguridad social funcione. Veo aquí niños y me viene a la mente la expresión de un hombre de casi 60 años, que ante el invierno demográfico italiano dice: “Pero ¿quién pagará mi pensión? Seguramente no serán los perritos que la gente tiene en lugar de hijos”.

No debe olvidarse que al sistema de pensiones contribuyen también trabajadores extranjeros que aún no tienen la ciudadanía italiana. Sería un buen signo poder expresarles la gratitud por lo que hacen. También la seguridad social nos recuerda que «todo está conectado» y que somos interdependientes unos con otros. La vida social está en pie gracias a redes comunitarias solidarias. El bien común pasa a través del trabajo cotidiano de millones de personas que comparten el principio del vínculo solidario entre los trabajadores. Por eso, deseo dirigir tres llamados para cuidar una seguridad social a la altura de los desafíos de sociedades que, como la italiana, están envejeciendo cada vez más.

El primer llamado es un no al trabajo negro. Pero que se convierta en una cultura: no al trabajo negro. En el momento, de hecho, éste parece traer beneficios económicos al individuo, pero a la distancia no permite a las familias contribuir y tener acceso según la justicia al sistema de pensiones. El trabajo negro falsea el mercado de trabajo y expone a los trabajadores a formas de explotación e injusticia.

El segundo llamado es un no al abuso del trabajo precario, que tiene un impacto sobre las opciones de vida de los jóvenes y a veces obliga a trabajar incluso cuando las fuerzas vienen a menos. La precariedad debe ser transitoria, no puede prolongarse en exceso; de otra manera, acaba por traer desconfianza, favorece el posponer opciones de vida a los jóvenes, aleja el ingreso al sistema de seguridad social e incrementa la falta de natalidad.

El tercer llamado es un sí al trabajo digno, que es siempre «libre, creativo, participativo y solidario» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 192). La seguridad social es una forma de participación en el bienestar propio y de los demás. Reservar recursos económicos y garantizar el acceso a la salud son bienes valiosos que saben mantener juntas a las distintas etapas de la vida.

Conocemos, de hecho, una buena capacidad de prevención y una mala, que la Biblia misma describe muy bien. Es una mala prevención la de aquel que piensa solo en sí mismo, como nos recuerda la parábola evangélica del hombre avaro (cf. Lc 12, 16-21), que hace construir bodegas cada vez más grandes para recolectar sus bienes. El que acumula solo para sí acaba por engañarse a sí mismo: «Descansa, come, bebe y diviértete» (v. 19), dice para sí aquel hombre. Pero el Señor le dice: «Necio, esta misma noche morirás. Y lo que has preparado, ¿de quién será?» (v. 20). No tiene futuro el que se encierra en las falsas seguridades.

Una buena prevención, en cambio, es la del patriarca José que, una vez gobernador de Egipto, se preocupa por apartar el trigo en los años de abundancia para poder enfrentar mejor el tiempo de la escasez. «Hubo hambre en todos los países – leemos en el Libro del Génesis – pero, en toda la tierra de Egipto había pan» (41, 54). José no solo confía en la Providencia de Dios y la reconoce, sino que se muestra previsor por el bien del pueblo. Sabe mirar hacia adelante; imagina el bien aún cuando el mal parece prevalecer; cuida a las personas encomendadas a él. Y esta es su vocación: cuidar a las personas mirando hacia el futuro.

Necesitamos políticos sabios, guiados por el criterio de la fraternidad y que saben discernir entre etapa y etapa, evitando desperdiciar los recursos cuando existen y dejar a las futuras generaciones en grave dificultad.

Queridos hermanos y hermanas, les agradezco por el servicio que realizan para apoyar a los trabajadores y trabajadoras, para garantizar la asistencia a las personas desocupadas y a favor de los que están enfermos, lesionados o ancianos. Deseo que sigan haciendo posible de manera concreta el derecho a la pensión y sobre todo que hagan crecer en el tejido italiano la cultura del bien común, de la seguridad social y la sustentabilidad, que para ser económica debe también ser social. Los encomiendo a la protección de San José. Que el Señor los bendiga y la Virgen los cuide. Y por favor, no se olviden de orar por mí. Gracias.

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