TRABAJAR POR LA PAZ NO CON HERMOSAS PALABRAS, SINO CON LOS HECHOS: PALABRAS DEL PAPA A MIEMBROS DE LA COMISARÍA DE LA POLICÍA ITALIANA ANTE EL VATICANO (12/01/2023)

El Papa Francisco recibió en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano, la mañana de este 12 de enero, a los miembros de la Comisaría de la Policía italiana ante el Vaticano, encargada del orden público en la Plaza de San Pedro, Roma e Italia durante las visitas pastorales del Pontífice. El Santo Padre alabó su espíritu de servicio y su amabilidad y acogida hacia los peregrinos. Se puede ser operadores de paz, artesanos de la paz, incluso a través de gestos concretos aparentemente pequeños y haciendo bien su trabajo, les recordó el Santo Padre, en el mensaje que reproducimos a continuación, traducido del italiano:

Señor Jefe de la Policía, señor Prefecto y señor Director, queridos funcionarios y agentes:

Les doy la bienvenida a esta tradicional cita, en la que se intercambian buenos deseos al inicio del nuevo año. Agradezco vivamente al Jefe de la Policía por las corteses palabras y saludo a todos ustedes, componentes de la Comisaría de Seguridad Pública en el Vaticano. Mi pensamiento se dirige también a sus familias, a los colegas que no están presentes, así como también, con reconocimiento, a los capellanes, que los acompañan espiritualmente en su camino cotidiano.

Este encuentro me brinda la oportunidad de renovar a cada uno de ustedes la expresión de mi sentida gratitud por el servicio que desarrollan con abnegación y espíritu de sacrificio. Y pienso en los días de calor, calor, calor y en los días fríos, fríos, fríos… Ustedes entienden bien, ¿verdad? Su presencia en la Plaza de San Pedro y en el área adyacente al Vaticano es muy importante para el cuidado del orden público. Estoy admirado por la obra desplegada durante las reuniones de fieles y peregrinos, que llegan de todo el mundo para encontrar al Papa y visitar la tumba del Apóstol Pedro y hacer oración en las de sus sucesores, la mayor parte de las cuales se encuentra en la Basílica Vaticana.

Y no puedo olvidar, además, su compromiso generoso en ocasión de mis desplazamientos en la ciudad de Roma y en las visitas pastorales en Italia. Por todo eso reitero de corazón mi estima y mi aprecio por la disponibilidad y el servicio atento y calificado. Les confío algo: me da vergüenza molestarlos tanto, quisiera ir solo… Me da vergüenza, ¡pero gracias!, debe hacerse. Este servicio, mientras obedece a sus tareas como funcionarios del Estado Italiano, manifiesta también las buenas relaciones que existen entre Italia y la Santa Sede.

Queridos amigos, los animo a perseverar en los ideales y propósitos que inspiran su vida y su comportamiento en el ejercicio de las delicadas tareas que se les confían. Deseo que su trabajo, realizado no pocas veces con renuncias y riesgos, esté siempre animado por el deseo de ayudar al prójimo y a la colectividad. Que el nacimiento del Señor Jesús, que apenas celebramos, pueda mantener siempre vivo en ustedes el sentido cristiano de la fraternidad y la solidaridad. Los invito a redescubrir la belleza y la fuerza siempre nueva del Evangelio y hacerlo entrar de manera incisiva en sus conciencias y en su vida, danto testimonio valientemente del amor de Dios en todos los ambientes, también en el del trabajo. La fuerza del Evangelio. Para entender el Evangelio hay que leerlo. Me permito darles un consejo: tengan un pequeño Evangelio, pequeñito y de bolsillo. Llévenlo en el bolsillo, llévenlo en la bolsa y después cuando estén por aquí, por allá y tengan un poco de tiempo, léanlo un poco. Todos los días algún contacto con el Evangelio. Si uno lo trae consigo es más fácil. Y esto siembra cosas buenas en el alma y lentamente llena el alma de la palabra de Jesús. Este es un consejo, ustedes verán.

En el Mensaje en ocasión de la reciente Jornada Mundial de la Paz subrayé que, aun cuando los eventos de nuestra existencia y de la historia están desafortunadamente cargados con dificultades y a veces dramáticas, «estamos llamados a tener el corazón abierto a la esperanza, confiados en Dios que se hace presente, nos acompaña con ternura, nos sostiene en la fatiga y, sobre todo, orienta nuestro camino» (n. 1). También su servicio puede ser signo de la cercanía de Dios a los hermanos y hermanas que todos los días se encuentran y que esperan de ustedes un gesto de cortesía y de acogida. Esta es una forma concreta de ser constructores de paz, “artesanos” de paz. Éste recibir a la gente, escuchar a la gente, ayudar a la gente, con gentileza. ¡Y cuánta necesidad existe hoy de personas que trabajen por la paz no con hermosas palabras, sino con hechos, desempeñando con cuidado su propio deber al servicio del bien común!

Con estas intenciones, deseo extender mis deseos para el año nuevo a cada uno de ustedes y a sus familiares. Encomiendo a todos ustedes a la maternal protección de la Virgen Santísima y de San Miguel Arcángel, para que intercedan ante el Señor y les obtengan prosperidad y concordia y los cuiden de todo peligro. Que les acompañe siempre en mi bendición que imparto de corazón a cada uno de ustedes y a sus familias. Y por favor, no se olviden de orar por mí. Gracias.

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