NUNCA CREAN QUE EL MAL PUEDE VENCER, INCLUSO ANTE LAS INJUSTICIAS: HOMILÍA DE LEÓN XIV EN LA CAPILLA DE LOS CARABINEROS EN CASTEL GANDOLFO (15/07/2025)
Queridos hermanos y hermanas:
El Evangelio que hemos escuchado nos entrega el auténtico significado cristiano de estas dos palabras. Hermano y hermana son pronombres de relación, que repetimos a menudo en la liturgia como saludo, como signos de proximidad y afecto. Jesús, el Hijo unigénito de Dios. Explica su sentido en relación consigo mismo y con su Padre, revelando un vínculo más fuerte que la sangre porque nos involucra a todos, uniendo a todo hombre y toda mujer. Todos, de hecho, somos realmente hermanos y hermanas de Jesús cuando hacemos la voluntad de Dios, es decir cuando vivimos amándonos unos a otros, como Dios nos ha amado.
Toda relación que Dios vive, en sí mismo y para nosotros, se vuelve así un don: cuando su único Hijo se hace nuestro hermano, su Padre se hace nuestro Padre y el Espíritu Santo, que une al Padre y al Hijo, viene a habitar en nuestros corazones. El amor de Dios es tan grande que Jesús no mantiene para sí ni siquiera a su madre, entregando a María como madre nuestra, en la hora de la cruz (cf. Jn 19, 27). Sólo quien vive una dedicación tan plena puede afirmar: «el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es para mí hermano, hermana y madre» (Mt 15, 20). En particular, estas palabras nos hacen entender que María se convierte en madre de Jesús porque escuchan la palabra de Dios con amor, la acoge en su corazón y la vive con fidelidad. Comentando el pasaje del Evangelio que ahora recordamos, San Agustín escribió por ello que «nunca vale más para María haber sido discípula de Cristo que madre de Cristo». De hecho, «María fue bienaventurada, porque escuchó la palabra de Dios y la puso en práctica» (Sermón 72/A, 7). El sentido de la vida de María es custodiado en la fidelidad a la Palabra recibida de Dios: el Verbo de la vida acogido por ella, llevado en el vientre y entregado al mundo.
Muy queridos todos, recientemente se celebró el LXXV aniversario de la proclamación de la Virgen fiel, la Virgo fidelis, como Patrona del Cuerpo de Carabineros. Precisamente desde Castel Gandolfo, en 1949 mi venerado predecesor el Papa Pío XII acogió esta hermosa propuesta del Comando general del Cuerpo. Después de la tragedia de la guerra, en un período de reconstrucción moral y material, la fidelidad de María hacia Dios se convertía así en modelo de la fidelidad de cada Carabinero hacia la patria y el pueblo italiano. Esta virtud expresa la dedicación, la pureza, la constancia del compromiso por el bien común, que los Carabineros protegen garantizando la seguridad pública y defendiendo los derechos de todos, especialmente de aquellos que se encuentran en condiciones de peligro.
Expresó por ello profunda gratitud por el noble y exigente servicio que el Cuerpo presta a Italia y a sus ciudadanos, así como a favor de la Santa Sede y de los fieles que visitan Roma: pienso especialmente en los muchos peregrinos de este año jubilar.
La devoción a la Virgen fiel refleja además el lema de los Carabineros, A través de los siglos, fieles; expresando el sentido del deber y la obligación de cada miembro del Cuerpo, hasta el sacrificio de sí mismo. Agradezco entonces a las autoridades presentes, civiles y militares, por lo que hacen en el cumplimiento de sus tareas: ante las injusticias, que hieren el orden social, no cedan a la tentación de pensar que el mal puede haber vencido. Especialmente en este tiempo de guerras y violencia, permanezcan fieles a su juramento: como servidores del Estado, respondan al crimen con la fuerza de la ley y la honestidad. Es así como el Cuerpo de Carabineros, el Benemérito, merecerá siempre la estima del pueblo italiano.
En esta Eucaristía, Al celebrar la pasión, muerte y resurrección del Señor, es justo y adecuado hacer memoria de los carabineros que dieron la vida cumpliendo su deber: les entregó como ejemplo al venerable Salvo D’Acquisto, medalla de oro al valor militar, de quien está en curso la causa de beatificación. Que, en cada misión, la Virgo fidelis los acompañe, velando amorosa sobre cada uno de ustedes, sobre sus familias y su trabajo.
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