LA BÚSQUEDA DE LA PAZ NO PUEDE TOLERAR RETRASOS: MENSAJE DEL PAPA A SIMPOSIO ECUMÉNICO CELEBRADO EN HUNGRÍA (22/09/2023)

En un mensaje para el Simposio Ecuménico que se celebra en la Abadía húngara de Pannonhalma, fechado el pasado 24 de agosto y dado a conocer este 22 de septiembre, el Papa Francisco recuerda un pensamiento de San Benito: “Quienes buscan constantemente la paz deberían convertirse ellos mismos en mensajeros de la paz con sus palabras y sus obras”. “La visión de paz de San Benito”, subraya en el texto el Santo Padre, “no es utópica, sino que se orienta hacia un camino que la amistad de Dios hacia los hombres ya ha trazado y que, sin embargo, debe ser recorrido paso a paso por cada individuo y por la comunidad”. Transcribimos a continuación el texto del mensaje, traducido al español:

Santidad, querido hermano Bartolomé, Reverendísimo Arquiabad Cirill, estimada comunidad monástica de Pannonhalma, queridos participantes en el Simposio:

«Gracia a ustedes y paz de aquel que es, que era y que vendrá» (Ap 1, 14).

Se han reunido, queridos hermanos y hermanas, en este congreso ecuménico para considerar y profundizar, en el clima de oración de la histórica Arquiabadía de Pannonhalma, el tema de la paz en sus múltiples aspectos.

Lo están haciendo mientras por desgracia en la humanidad globalizada es herida y amenazada por una guerra mundial a pedazos, que, combatida directamente en algunas regiones del planeta, tiene sin embargo consecuencias que dañan la vida de todos, especialmente de los más pobres.

Se han dado cita en un lugar que eminentemente recuerda la “pax benedictina”. Cuando el Santo Papa Pablo VI declaró a San Benito patrono de Europa, lo definió «mensajero de paz, realizador de unión, maestro de civilización» (Carta Ap. Pacis nuntius, 24 de octubre 1964).

«Busca la paz y síguela» (Sal 34, 15; Regla de San Benito [RB], Prol., 17): San Benito recomienda calurosamente estas palabras del salmo a sus monjes desde el prólogo de su Regla. Aquellos que están constantemente en busca de la paz deberían convertirse ellos mismos en mensajeros de paz con sus palabras y con sus acciones.

La Regla de Benito no contiene un tratado sobre el tema de la paz, pero más bien puede ser adoptada como guía óptima para un compromiso consciente y práctico en favor de la paz. El Santo Abad la escribió pensando en los monjes, pero su mensaje va mucho más allá de los muros de los monasterios. Ella muestra cómo la convivencia humana, con la gracia de Dios, puede superar los peligros debidos a las disputas y discordias.

La mirada de Benito es muy lúcida acerca de las diferencias y desigualdades que existen entre los miembros de la comunidad. Él conoce la complejidad de las improntas lingüísticas, étnicas y culturales, que representa al mismo tiempo una riqueza y un potencial de conflicto. Sin embargo, tiene una visión serena y pacífica, porque está plenamente convencido de la misma dignidad y los mismos valores de todos los seres humanos.

También los hospites, o sea los extranjeros, deben ser acogidos según tal principio (cf. RB, 53, 1). «Honren a todos los hombres» (ibid., 4,8) es el fundamento de la paz en la comunidad monástica, así como en las relaciones interpersonales, sociales e internacionales. «Que se prevengan el uno al otro al rendirse honor» (ibid., 72,4); y esto significa también saber dar el primer paso en ciertas situaciones difíciles.

La visión de paz de San Benito no es utópica, sino que orienta hacia un camino que la amistad de Dios hacia los hombres ya trazó y que, sin embargo, debe ser recorrido por cada uno y por la comunidad paso a paso.

La discordia no debe transformarse en estado permanente. «En la eventualidad de una diferencia con un hermano, establezcan la paz antes de ocultarse el sol» (ibid., 4,73). “Antes del atardecer”: esta es la medida de la prontitud del deseo de paz. Benito ciertamente advierte contra «un falso saludo de paz» (ibid. 4,25), apresurado y sin sinceridad, pero la búsqueda de la paz en la justicia no acepta ningún retardo, debe perseguirse sin dudar.

Repito entonces lo que afirmé al inicio de este año dirigiéndome a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede: «Construir la paz exige que se busque la justicia. […] No se trata entonces de construir bloques de alianzas, sino de crear oportunidades para que todos puedan dialogar» (9 de enero 2023).

Queridos hermanos y hermanas, ¡permanezcamos nosotros mismos en el camino de la paz; convirtámonos nosotros mismos en mensajeros y servidores de la paz en el lugar en que vivimos y trabajamos! ¡Pero sobre todo oremos por la paz! En este momento, la guerra en Ucrania nos ha llamado dramáticamente a abrir los ojos y el corazón hacia muchas poblaciones que sufren a causa de la guerra, haciendo memoria de las palabras del Concilio Vaticano II: «Todo acto de guerra, que busca indiscriminadamente la destrucción de ciudades enteras o de vastas regiones y de sus habitantes, es un delito contra Dios y contra la humanidad misma y debe ser condenado con firmeza y sin dudar» (Const. past. Gaudium et spes, 80).

Por intercesión de San Benito pidamos a Dios Uno y Trino que el mundo sea liberado del flagelo de la guerra y pueda crecer «un entendimiento entre los pueblos que asegure para todos los continentes la justicia y el pan, la libertad y la paz» (C.M. Martini, Oración por Europa).

Deseando los mejores frutos para su Simposio, renuevo mi saludo a todos ustedes, queridos hermanos y hermanas, y agradeciéndoles por sus oraciones los bendigo de corazón.

Desde el Vaticano, 24 agosto 2023

FRANCISCO

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