VIVIR LA ESCUELA DE LOS “ROSTROS”, PARA CRECER CON EL CORAZÓN: PALABRAS DEL PAPA A ESTUDIANTES DEL INSTITUTO “AMBROSOLI” (22/05/2021)

El Papa Francisco encontró en la Sala Clementina del Vaticano, este 22 de mayo, a unos cuarenta alumnos de quinto año de la escuela profesional “Ambrosoli” Codogno, Lodi, donde se registró el primer caso de COVID-19 en Italia. El Papa recordó que la escuela es un lugar “para convertirse en ciudadanos conscientes y responsables” y para experimentar amistades reales, no virtuales. Los acompañó también el Arzobispo Rino Fisichella, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, natural de Codogno. Y se encuentran en el Vaticano porque uno de sus profesores de religión, Don Antonello Martinenghi, sugirió que los chicos escribieran al Papa y le contaran el dolor que han vivido, pero también las esperanzas de sus familias. Transcribimos a continuación, el texto de su mensaje, traducido del italiano:

Agradezco a todos ustedes, queridos amigos, y ¡bienvenidos! Gracias por su presencia. Este encuentro debería haber tenido lugar, creo, el pasado febrero, en el aniversario del inicio de la epidemia en Europa, precisamente en la ciudad de Codogno. Agradezco a la señora directora, por sus palabras introductorias. Agradezco al ciudadano más famoso, quizás, de Codogno, Mons. Fisichella, y agradezco a todos ustedes. Gracias.

En cuanto recibí su propuesta, vi que era importante aceptarla, porque su escuela, en el contexto de esta difícil prueba, representa un signo de esperanza. Ante todo, porque es una escuela, es decir, un lugar educativo por excelencia. Y segundo, en lo específico, porque es un instituto técnico–profesional, es decir, prepara directamente a los jóvenes para el trabajo; y precisamente el trabajo, el empleo, es una de las víctimas de esta pandemia. Por lo tanto, son un doble signo de esperanza. Pero si lo son concretamente, es porque, como dijo la Directora, “nunca se han desanimado”. Eso es decisivo. ¡Me congratulo con ustedes!

En estos meses me han llegado noticias de varias experiencias muy positivas vividas por grupos de profesores y estudiantes, en Italia y en otros países. Experiencias que demuestran que cuando se encuentran la generatividad de los profesores con los “sueños” de los estudiantes, ¡no hay virus que pueda detenerlos! Ustedes, chicos y chicas, tienen dentro una fuerza, un deseo que, si es estimulado y acompañado con sabiduría y pasión por los adultos, da frutos sorprendentes. Lo decía muy bien la Directora: hacen falta profesores que sean “maestros” en el sentido más noble del término.

En particular, su Instituto pone en relieve el vínculo entre el aprender y el hacer, entre el estudio y la operatividad, entre la “cabeza” y las “manos”. Falta uno: su corazón. Los tres lenguajes: el de la cabeza, el del corazón y el de las manos. Para llegar a esa coherencia por la que se piensa lo que se siente y se hace, se siente lo que se piensa y se hace, se hace lo que se siente y lo que se piensa. Esa coherencia total… Y estas tres dimensiones deben interactuar siempre en la escuela, así como están conectadas en la persona, en el camino de la vida. Cabeza, corazón y manos: un círculo que debe mantenerse siempre abierto y dinámico.

La dimensión relacional entre ustedes, estudiantes, y también con los profesores, ha sido castigada en los largos meses de la enseñanza a distancia. Ahora les deseo que puedan retomarla plenamente. Pero los invito también a aprender de esta carencia: que, en cierto sentido, esta experiencia negativa pueda enseñar algo, es decir, justamente la importancia de las relaciones interpersonales reales, no virtuales. Ustedes, chicos y chicas, son hijos de la sociedad digital, que ha abierto nuevos caminos al conocimiento y a la comunicación; pero sabemos bien ya que existe el peligro de encerrarse en uno mismo y ver la realidad siempre a través de un filtro que sólo aparentemente acrecienta nuestra libertad. Que la experiencia de la pandemia, con esta “abstinencia” de relaciones amistosas, pueda estimular en ustedes, que son conscientes de ello, un mayor sentido crítico en el uso de estos instrumentos; para que sigan siendo tales, es decir, instrumentos, sujetos a nuestra inteligencia y voluntad.

Y quería decirles algo más: seguramente lo han oído muchas veces: “los jóvenes, tenemos que cuidar a los jóvenes porque son el futuro”. Nada: ustedes son el presente, ustedes son el presente. No hay que pensar en moverse hacia el futuro: serán el futuro si son el presente. Ustedes son el presente en la sociedad. Sin los jóvenes, una sociedad está casi muerta. Ustedes son el presente porque traen vida nueva. No olviden esto.

Muy queridos, les agradezco de nuevo por su visita. Les deseo concluir bien este año escolar —¡falta poco! — no sólo en el plano de las calificaciones, sino también y sobre todo en el de los rostros (N.d.T. El Papa hace un juego de palabras entre “voti”, calificaciones en italiano y “volti", rostros). Que cada uno de ustedes sienta el deseo de agradecer a Dios por la oportunidad de la escuela: lugar donde crecer con la cabeza, con las manos y con el corazón; lugar donde aprender a vivir las relaciones de forma abierta, respetuosa, constructiva; lugar en donde convertirse en ciudadanos conscientes y responsables. Los bendigo y los acompaño con la oración. Y también ustedes, por favor, les pido orar por mí. ¡Gracias!

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