TESTIGOS DE LA MISERICORDIA Y LA BONDAD DE DIOS: PALABRAS DEL PAPA A MIEMBROS DE LA ASOCIACIÓN “LAZARE” (21/05/2021)

La mañana de este 21 de mayo, el Santo Padre Francisco recibió en audiencia a los miembros de la Asociación “Lazare”, a quienes alentó a seguir siendo con su compromiso y dedicación, cristianos no sólo de palabras, sino con hechos. En su discurso, el Santo Padre agradeció a los miembros de la Asociación por el trabajo que realizan y señaló que, “siempre es una alegría ver que aún hoy muchas personas, llenas de fe, de buena voluntad y coraje, se comprometen a vivir la experiencia del servicio y de la fraternidad”. Transcribimos a continuación el texto de su mensaje, traducido del italiano:

Queridos amigos:

Estoy contento de acogerlos a ustedes, miembros de la Asociación “Lazare”, en este año en el que festejan su décimo aniversario. Agradezco a Dios por este encuentro, que el año pasado se canceló por causa de la crisis sanitaria.

Siempre es una alegría ver que aún hoy muchas personas, llenas de fe, buena voluntad y valentía, se comprometen en vivir la experiencia del servicio y la fraternidad.

Su Asociación está construida sobre principios sencillos, como: por ejemplo “ser uno mismo con los demás, reencontrar la alegría, sentirse amados, aprender la benevolencia como en familia, vivir juntos con mucha sencillez”. Estos principios tienen sentido y moldean un grupo estable sólo si brotan de una amistad sólida con Cristo, fuente de su obrar para el bien. Yendo al encuentro de los demás en sus situaciones y formando una familia en la que reine la armonía y la alegría de vivir juntos, participan en la misión de la Iglesia de ir hacia las periferias de nuestra sociedad. Como les dije en la videoconferencia del 29 de mayo de 2020, «las periferias existenciales son el centro del corazón de Dios. Jesús quiso venir a nuestras periferias existenciales. Él mismo se hizo periferia existencial».

Queridos jóvenes, han elegido ponerse al servicio de la dignidad humana, hacerse prójimos de las personas excluidas, sin morada, rechazadas, traicionadas a menudo en sus derechos. Sirviéndolos, sirven al Señor mismo. Con su apostolado, nos ayudan a comprender que cada persona es una historia sagrada, un don inestimable. De hecho, «el Señor nos invita a jugárnosla generosamente, a vencer el temor con la valentía del amor, a superar la pasividad que se convierte en complicidad» (Homilía en la misa de la Jornada Mundial de los Pobres, 15 de noviembre de 2020). En estos tiempos de incertidumbre, de fragilidad, en lugar de malgastar su vida pensando sólo en ustedes mismos, viven la experiencia de vivir juntos solidariamente. Esto le permite enriquecer su vida convitiéndose en fuente de esperanza para quien no cree en sí mismo y se siente humillado.

Han querido ser, para las personas a las que sirven, la mano, los ojos, los oídos, la sonrisa de Dios. Les manifiestan la cercanía del Señor que cuida de su pueblo, especialmente de aquellos que están heridos y encorvados por las cargas de la vida, porque «el amor al prójimo es realista y no desperdicia nada que sea necesario para una transformación de la historia orientada al beneficio de los últimos» (Enc. Fratelli tutti, 165). Con su compromiso y dedicación, buscan ser cristianos no sólo de palabra, sino de hechos. Así, dan mucho fruto y esto se ve en la expansión de su Asociación en otros países y continentes.

No tengan miedo de pasar la antorcha de la esperanza y el amor. Sean testigos de la ternura de Dios en medio de la cultura del egoísmo, del individualismo, de la indiferencia, del descarte, del desprecio por los pobres y los débiles.

Queridos amigos, beneficiándose de tal iniciativa de amor, ustedes que viven esta hermosa aventura con su historia, a veces cargada de tristeza, de soledad, de lágrimas, de pruebas, de exclusión y de rechazo, son un don precioso que nos hace ver el amor del Señor. No son descartados, hombres inferiores, fracasados, como quiere a veces hacernos creer la sociedad. A los ojos de Dios, son un tesoro, un don, una vida, una dignidad. En sus rostros, vemos el rostro sufriente de Cristo que nos invita a un amor urgente y a un corazón abierto.

Habiendo recibido de los demás tanto bien y tantas atenciones, se convierten a su vez en hombres y mujeres capaces de levantar, de consolar, de aliviar las heridas y de hacer presente a Dios en el corazón de sus vidas. Los animo a dar lo mejor de ustedes mismos, a vivir cada instante de la existencia como una gracia, a salir del anonimato y hacer de su vida una ofrenda para lo bello, para el bien. De hecho, «Lázaro significa ofrenda, la ofrenda de la humanidad, de lo que tiene de mejor: la conciencia de los límites» (Videoconferencia con la Asociación “Lazare”, 29 de mayo de 2020).

Los exhorto a todos a mantenerse fieles a sus objetivos. Hoy más que nunca necesitamos construir un mundo, una sociedad de relaciones fraternas y llenas de vida. Porque «las acciones derivan de una unión que se inclina cada vez más hacia el otro considerándolo valioso, digno, grato y bello, más allá de las apariencias físicas o morales. El amor al otro por lo que es, nos impulsa a buscar lo mejor para su vida. Sólo cultivando esta forma de relacionarnos haremos posibles la amistad social que no excluye a nadie y la fraternidad abierta a todos» (Enc. Fratelli tutti, 94). Los invito por tanto, a ser testigos, testigos de la misericordia y la bondad de Dios.

Los encomiendo a cada uno de ustedes y a sus familias, así como a los miembros de la Asociación, a la intercesión de la Virgen María y de San Lázaro, y les imparto de corazón la Bendición Apostólica. Por favor, no se olviden de orar por mí.

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