LA CARIDAD DE SAN ANDRÉS, LA FUERZA PARA LOS TIEMPOS DIFÍCILES: MENSAJE DEL PAPA AL PATRIARCA ECUMÉNICO BARTOLOMÉ I, EN LA FIESTA DE SAN ANDRÉS (30/11/2020)

La paz puede ser negociada, pero esto no extinguirá las guerras del mundo hasta que la gente se dé cuenta de que son hermanos y hermanas. Para el Papa de la encíclica “Fratelli tutti” esto es una certeza. Este es un pensamiento contenido en el mensaje dirigido, este 30 de noviembre, al Patriarca Bartolomé I, en la Fiesta del Apóstol Andrés, leído por el Card. Kurt Koch al final de la Divina Liturgia celebrada en la Iglesia de San Jorge en Estambul, a la que asistió una delegación vaticana. Reproducimos a continuación el texto del mensaje, traducido del italiano:

A Su Santidad Bartolomé, Arzobispo de Constantinopla, Patriarca Ecuménico:

En la Fiesta del Apóstol Andrés, amado hermano de San Pedro y santo patrono del Patriarcado Ecuménico, expreso con alegría a Su Santidad mi cercanía espiritual una vez más a través de la delegación. Me uno a usted para dar gracias a Dios por los ricos frutos de la divina Providencia que se manifiestan en la vida de San Andrés.

Asimismo, ruego para que, por la poderosa intercesión de nuestro Señor, que lo llamó a estar entre sus primeros discípulos, bendiga abundantemente a Usted, a sus hermanos en el episcopado y a los miembros del Santo Sínodo, y a todo el clero, los monjes y los fieles laicos reunidos para la Divina Liturgia celebrada en la Iglesia Patriarcal de San Jorge en el Fanar. Traer a la mente la caridad, el celo apostólico y la perseverancia de San Andrés, es una fuente de ánimo en estos tiempos difíciles y críticos. Dar gloria a Dios fortalece también nuestra fe y esperanza en Aquel que acogió en la vida eterna al santo mártir Andrés, cuya fe resistió en la hora de prueba.

Recuerdo con gran alegría la presencia de Su Santidad en el encuentro internacional por la paz celebrado en Roma el 20 de octubre pasado, con la participación de representantes de varias Iglesias y otras tradiciones religiosas. Además de los desafíos planteados por la actual pandemia, la guerra sigue afligiendo a muchas áreas del mundo, mientras que nuevos conflictos armados surgen para robar la vida de innumerables hombres y mujeres. Indudablemente todas las iniciativas tomadas por los organismos nacionales e internacionales, destinadas a promover la paz, son útiles y necesarias, sin embargo, los conflictos y la violencia nunca cesarán hasta que todas las personas alcancen una conciencia más profunda de que tienen una responsabilidad recíproca como hermanos y hermanas. A la luz de esto, las Iglesias cristianas, junto con otras tradiciones religiosas, tienen un deber primordial de ofrecer un ejemplo de diálogo, respeto mutuo y cooperación práctica.

Con profunda gratitud a Dios, he experimentado esta fraternidad en primera persona en los diversos encuentros que hemos compartido. A este respecto, reconozco que el deseo de una mayor cercanía y comprensión entre los cristianos se manifestó en el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla antes de que la Iglesia Católica y otras Iglesias se comprometieran en el diálogo. Esto se puede ver claramente en la carta encíclica del Santo Sínodo del Patriarcado Ecuménico dirigida a las Iglesias de todo el mundo hace exactamente cien años. En efecto, sus palabras resultan pertinentes aún hoy: «Cuando las diversas Iglesias sean inspiradas por el amor y lo antepongan a cualquier otra cosa en su juicio sobre los demás y en la relación de unos con otros, serán capaces, en lugar de aumentar y ampliar las disensiones existentes, de atenuarlas y reducirlas lo más posible; y promoviendo un constante interés fraternal por la condición, la estabilidad y la prosperidad de las demás Iglesias, con su fuerte deseo de ver lo que sucede en esas Iglesias, y obteniendo un conocimiento más exacto de ellas, y con su disposición a dar, cada vez que se presente la ocasión, una mano de ayuda y asistencia, entonces harán y obtendrán muchas cosas buenas para la gloria y en beneficio tanto de ellos mismos como de todo el cuerpo cristiano, y para el progreso en el tema de la unión».

Podemos dar gracias a Dios por el hecho de que las relaciones entre la Iglesia Católica y el Patriarcado Ecuménico han crecido mucho en el último siglo, incluso mientras seguimos anhelando el objetivo de la restauración de la plena comunión expresada a través de la participación en el mismo altar eucarístico. Si bien siguen existiendo obstáculos, confío en que caminando juntos en el amor mutuo y persiguiendo el diálogo teológico, alcanzaremos este objetivo. Tal esperanza está basada en nuestra fe común en Jesucristo, enviado por Dios Padre para reunir a todos los hombres en un cuerpo, y la piedra angular de la Iglesia una y santa, templo santo de Dios, en la que todos nosotros somos piedras vivas, cada uno según su propio carisma particular o ministerio conferido por el Espíritu Santo.

Con estos sentimientos, renuevo mis mejores deseos para la Fiesta de San Andrés, e intercambio con Su Santidad un abrazo de paz en el Señor.

Roma, San Juan de Letrán, 30 de noviembre de 2020

Francisco

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