QUE EL SUEÑO DE LA FRATERNIDAD NO SE QUEDE EN LAS PALABRAS: MENSAJE DEL PAPA AL IV CONGRESO INTERNACIONAL DE “PLURIEL” (04/02/2024)

El Papa Francisco envió este 4 de febrero un mensaje a los participante en del IV Congreso Internacional de “PLURIEL”, la Plataforma Universitaria de Investigación sobre el Islam, comprometida en una conferencia en Abu Dhabi sobre los impactos del Documento sobre la Fraternidad Humana, cinco años después de su firma. El Pontífice subraya en el texto los tres principales obstáculos al diálogo: el desconocimiento del otro, la ausencia de escucha y la falta de flexibilidad intelectual. Transcribimos a continuación el texto completo de su mensaje, traducido del francés:

Queridos hermanos y hermanas:

Les dirijo mi cordial saludo, a ustedes que participan en Abu Dhabi en este Congreso internacional de PLURIEL, la Plataforma Universitaria de Investigación sobre el Islam, con ocasión del quinto aniversario del Documento sobre la Fraternidad humana para la paz mundial y la convivencia común que firmé junto con mi amigo y hermano, el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmad al-Tayyeb. En esa ocasión, pedimos que «este Documento se convierta en objeto de investigación y reflexión en todas las escuelas, universidades e institutos educativos y de formación, para contribuir a la creación de nuevas generaciones que traigan el bien y la paz y defiendan en todas partes los derechos de los oprimidos y de los últimos». Felicito de corazón a los organizadores de este encuentro académico por el lugar y el tema que han elegido, «Impacto y perspectivas del Documento», en un momento en que la fraternidad y la convivencia están puestas en tela de juicio por injusticias y guerras que – les recuerdo – son siempre derrotas para la humanidad. Las raíces de estos males son tres: el desconocimiento del otro, la ausencia de escucha y la falta de flexibilidad intelectual. Tres defectos en el espíritu humano que destruyen la fraternidad y que deben ser bien identificados para recuperar la sabiduría y la paz.

En primer lugar, el desconocimiento del otro. Porque los problemas de hoy y de mañana seguirán siendo insolubles si no aprendemos a conocernos, a valorarnos, y si permanecemos aislados. Conocer al otro, construir confianza mutua, cambiar la imagen negativa que podamos tener de ese «otro», que es mi hermano en humanidad, en las publicaciones, en los discursos y en la enseñanza, es el camino para iniciar procesos de paz que sean aceptables para todos. La paz sin una educación basada en el respeto y el conocimiento de los demás no tiene, en efecto, valor ni futuro. Si no queremos construir una civilización del anti-hermano, donde el «otro diferente» sea percibido trivialmente como un enemigo, si queremos construir en cambio ese mundo tan deseado donde el diálogo se asume como camino, la colaboración común como conducta ordinaria y el conocimiento recíproco como método y criterio (cf. Documento), entonces el camino a seguir hoy es el de la educación para el diálogo y el encuentro. Como dije en mi último Mensaje con ocasión de la Jornada Mundial de la Paz dedicada a la inteligencia artificial, «la paz, en efecto, es el fruto de relaciones que reconocen y acogen al otro en su dignidad inalienable» (Mensaje para la 57ª Jornada Mundial de la Paz 2024, 8 de diciembre de 2023). La inteligencia humana, en cambio, es fundamentalmente relacional: sólo puede florecer si permanece curiosa y abierta a todos los campos de la realidad, y si sabe comunicar libremente el fruto de sus descubrimientos.

Para ello, es necesario tomarse el tiempo para escuchar, para escuchar a mi hermano diferente, a quien no elegí, para poder vivir con él en la misma tierra. La falta de escucha es la segunda trampa que daña la fraternidad. Al contrario: escucha, antes de hablar. «Todos deben estar siempre dispuestos a escuchar, lentos para hablar, lentos para enojarse, porque la ira del hombre no logra lo que Dios espera de los justos», dice el apóstol Santiago (Sant 1, 19-20). ¡Cuántos males se evitarían si hubiera más escucha, silencio y palabras verdaderas al mismo tiempo, en las familias, en las comunidades políticas o religiosas, incluso en el seno de las universidades y entre los pueblos y las culturas! Crear espacios de acogida para opiniones diferentes no es una pérdida de tiempo, sino una ganancia de humanidad. Recordemos que «sin relación y sin contraste con los que son diferentes, es difícil comprenderse a sí mismo y al propio país de manera clara y completa, ya que las otras culturas no son enemigos contra los que hay que protegerse, sino reflejos diversos de la riqueza inagotable de la vida humana» (Fratelli tutti, n. 147). Para debatir, debemos aprender a escuchar, es decir, a callar y ralentizar, a contracorriente de la dirección actual de nuestro mundo posmoderno siempre agitado, lleno de imágenes y ruidos. Debatir sabiendo escuchar y sin ceder a la emoción, sin miedo a los «malentendidos», que siempre estarán presentes y forman parte del juego del encuentro, esto es lo que permitirá alcanzar una visión común pacífica para construir fraternidad.

Pero debatir presupone una educación en la flexibilidad intelectual. La formación y la investigación deben tener como objetivo que los hombres y mujeres de nuestros pueblos no sean rígidos, sino flexibles, vivos, abiertos a la alteridad, fraternos. Como dije en la Conferencia Internacional por la Paz celebrada en Al-Azhar en El Cairo en 2017, «la sabiduría busca al otro, superando la tentación de endurecerse y encerrarse; abierta y en movimiento, humilde y en búsqueda al mismo tiempo, sabe valorar el pasado y ponerlo en diálogo con el presente, sin renunciar a una hermenéutica apropiada» (Discurso a los participantes en la Conferencia Internacional por la Paz, 28 de abril de 2017). Queridos hermanos y hermanas, asegurémonos de que nuestro sueño de fraternidad en paz no se limite a las palabras. La palabra «diálogo» es, de hecho, de una gran riqueza y no puede limitarse a discutir alrededor de una mesa. «Acercarse, expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, tratar de comprenderse, buscar puntos de contacto, todo esto se resume en el verbo “dialogar”» (Fratelli tutti, 198). No tengan miedo de salir de sus disciplinas, manténganse curiosos, cultiven la flexibilidad, escuchen al mundo, no tengan miedo de este mundo, escuchen a su hermano a quien no eligieron, pero a quien Dios ha puesto a su lado para enseñarles a amar. «En efecto, el que no ama a su hermano, a quien ve, es incapaz de amar a Dios, a quien no ve» (1 Jn 4, 20).

Gracias por lo que ya están haciendo, como investigadores, estudiantes, hombres y mujeres curiosos que quieren entender y cambiar el mundo. Los animo en el trabajo que emprenderán en este Congreso e invoco la bendición de Dios sobre todos ustedes y sobre sus familias.

Desde el Vaticano, 4 de febrero 2024

FRANCISCO

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