LA FRATERNIDAD ES LA LEVADURA DE PAZ QUE NECESITAN LAS CIUDADES: PALABRAS DEL PAPA A MIEMBROS DE LA FRATERNIDAD MISIONERA DE LAS CIUDADES (04/01/2024)

Mostrar con generosidad renovada el rostro compasivo de Dios a quienes viven en las periferias de las ciudades, donde a veces se sienten la indiferencia y la violencia. Esta es la tarea que el Papa Francisco encomendó a los jóvenes de la Fraternidad Misionera de las Ciudades con cuya delegación se reunió en la biblioteca del Palacio Apostólico Vaticano la mañana de este 4 de enero y a quienes les entregó el discurso que había preparado para esta ocasión. Reproducimos a continuación el texto entregado, así como las palabras espontáneas pronunciadas por el Santo Padre, traducidas del italiano:

Palabras espontáneas del Santo Padre

Merci beaucoup pour votre visite. Je suis hereux de vous recevoir.

Este es el discurso que les dirigiré, se los entregaré, para que lo tengan escrito.

Y les agradezco mucho por esta visita, por esta actitud alegre. ¡Porque parece que ustedes no pueden hablar sin cantar! ¡Y que no pueden cantar sin moverse! Es decir, la palabra que se hace danza. ¡Esto es interesante!

Discurso del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos!

Me alegra encontrarme con ustedes, miembros de la Fraternité Missionnaire des Cités, durante su peregrinación a Roma. Han venido a recargarse espiritualmente ante las tumbas de San Pedro y San Pablo, para tomar de las fuentes vivas de la Iglesia el amor de Cristo, que se entrega incesantemente a todos los hombres. Que el Espíritu Santo, con el ejemplo y la intercesión de estas dos columnas de la Iglesia, haga reavivar en ustedes el impulso generoso y misionero de la Iglesia de los primeros tiempos.

Mientras seguimos aún inmersos en la luz de la Navidad, los invito a contemplar el pesebre. Vemos un lugar sencillo y pobre, una periferia, una banlieue de aquel tiempo. Los pastores que se acercan a la cuna son marginados con mala reputación. Sin embargo, es a ellos en primer lugar a quienes se anuncia el Evangelio de la salvación. Son pobres, pero tienen el corazón dispuesto. Ésta es también su experiencia. Y no tienen que ir muy lejos, en su servicio en el corazón de las ciudades, para descubrir las periferias existenciales de nuestras sociedades, que la mayoría de las veces están al alcance de la mano, en su barrio, en la esquina de la calle, en el mismo piso. A ustedes les corresponde llevar el mensaje que se dio a los pastores: «No teman: he aquí que les traigo una gran alegría, que será para todo el pueblo» (Lc 2, 10). Por eso, no tengan miedo de dejar sus seguridades para poder compartir la vida cotidiana de sus hermanos y hermanas. Incluso entre ellos, muchos tienen el corazón dispuesto y esperan, sin saberlo, el alegre anuncio.

Queridos amigos, los invito a vivir generosamente la fraternidad en el medio de los barrios, a una apertura de los corazones, de las manos, de los oídos, para una acogida sincera. La fraternidad es la levadura de paz que necesitan las periferias: ésta permite que cada uno se sienta acogido tal como es, ahí donde se encuentra. Les exhorto, en cada uno de sus encuentros, a descubrir en sus hermanos la presencia del Señor Jesús, y a mostrar la presencia de un Dios compasivo, un Dios que quiere expresarse y actuar a través de sus gestos, sus palabras, su sencilla presencia; un Dios paciente, que se mueve siguiendo el paso de cada persona, con sus heridas, sus rebeldías, su rabia. Sé también cuánto la violencia, la indiferencia y el odio pueden a veces marcar los barrios: hoy tienen la misión valiente y necesaria de llevar la cercanía, la compasión y la ternura de Dios a las personas que a menudo son privadas de dignidad y de amor.

Queridos hermanos y hermanas, gracias por lo que hacen, ¡sigan adelante! Los encomiendo a cada uno de ustedes y a todos los miembros de su Fraternidad a la intercesión de la Virgen María, y les bendigo de corazón. Por favor, no se olviden de orar por mí. Gracias.

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