EL DEPORTE ROMPE BARRERAS Y ENSEÑA INCLUSIÓN Y FRATERNIDAD: PALABRAS DEL PAPA A MIEMBROS DE ATHLETICA VATICANA (13/01/2024)

Este 13 de enero, el Papa Francisco recibió en la Sala Clementina a los miembros de Athletica Vaticana, a quienes reconoció “el importante testimonio cristiano en el mundo del deporte”, que, sin olvidar nunca su carácter amateur, en un momento difícil como el que vive la humanidad, puede “favorecer relaciones de paz” porque une “a las personas, independientemente de sus capacidades físicas, económicas o sociales”. Compartimos a continuación, el texto de la intervención del Santo Padre, traducido del italiano:

Eminencia, Excelencia, queridas amigas y amigos de Athletica Vaticana:

Buenos días y bienvenidos, también con sus familias. Es hermoso estar con las familias, también con los niños.

Saludo al Cardenal José Tolentino de Mendonça, Prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación, al cual, con la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium, he pedido cuidar el diálogo con quienes practican el deporte para que también ellos «se sepan y se sientan reconocidos por la Iglesia como personas al servicio de la búsqueda sincera de lo verdadero, lo bueno y lo bello» (n. 154). Expreso mi alegría por la presencia de Athletica Vaticana en las calles, en las pistas y en los campos de juego y por su testimonio cristiano en el gran mundo del deporte, que hoy representa la más difundida expresión cultural, con tal de que siempre se mantenga ese carácter amateur que el deporte custodia.

Mi saludo con reconocimiento se dirige también a las autoridades deportivas internacionales e italianas que, con su presencia, dan testimonio de la viva ciudad del diálogo y colaboración con la Santa Sede.

Es significativo que este nuestro encuentro ocurra en los primeros días de 2024, que es Año Olímpico y Paralímpico. Repensando en el valor de la “tregua olímpica”, mi esperanza es que, en el momento histórico particularmente oscuro que estamos viviendo, el deporte pueda construir puentes, derribar barreras, favorecer relaciones de paz.

Con un estilo marcado por la sencillez, exactamente desde hace cinco años, Athletica Vaticana se esfuerza en promover la fraternidad, la inclusión y la solidaridad, dando testimonio de la fe cristiana entre las mujeres y hombres del deporte, amateurs y profesionales.

Queridas amigas y amigos, es muy significativo que ustedes intenten hacer todo ello compartiendo la vida de los otros deportistas, corriendo o pedaleando o jugando junto con ellos. Las iniciativas de Athletica Vaticana – desde las más sencillas y espontáneas hasta la participación en eventos deportivos internacionales – adquieren su pleno sentido como expresiones de una comunidad formada por mujeres y hombres que, vinculados por el servicio común a la Santa Sede, viven su pasión deportiva como experiencia de evangelización.

Por eso, además de la actividad deportiva, su asociación propone también momentos de oración y servicio a los más necesitados. Se coloca plenamente en su misión la cercanía – palabra clave – concretar los más frágiles: pienso en las iniciativas con los jóvenes con discapacidad física o intelectual, con las detenidas y los detenidos, con los migrantes, con las familias más pobres. Y es hermoso que en estos encuentros participen todos con la misma dignidad, incluidos campeones olímpicos y paralímpicos, diplomáticos y miembros de la Curia. Retomo la palabra “cercanía”, una cercanía que con el deporte se hace tierna. Como Dios con nosotros: Dios es cercano y es tierno, y por ello es compasivo. Cercanía y ternura.

El deporte es un medio para expresar los propios talentos, pero también para construir a la sociedad. El deporte, de hecho, nos enseña el valor de la fraternidad. No somos islas: en el campo, no importa la proveniencia, la lengua o la cultura de una persona. Lo que cuenta es el compromiso y el objetivo común. Esta Unión en el deporte es una metáfora poderosa para nuestra vida. Nos recuerda que, a pesar de nuestras diferencias, todos somos miembros de la misma familia humana. El deporte tiene el poder de unir a las personas, más allá de sus habilidades físicas, económicas o sociales. Es un instrumento de inclusión que rompe las barreras y celebra la diversidad. También el Concilio Vaticano II hizo evidente que el deporte puede ofrecer «una ayuda para establecer relaciones fraternas entre los hombres de todas las condiciones, de naciones o razas distintas» (Const. past. Gaudium et spes, 61).

El juego, además, está hecho de reglas que hay que respetar. Ganar con humildad y aceptar la derrota con dignidad son valores que enseña el deporte y que deben ser vividos en la vida de cada día para construir una sociedad más justa y fraterna. «El deporte –como dijo el Venerable Pío XII – es una escuela de lealtad, de valentía, de capacidad para soportar, de resolución, de hermandad universal, todas virtudes naturales, pero que proveen a las virtudes supra naturales un cimiento sólido» (A los deportistas italianos, 25 de mayo 1945).

El deporte nos muestra también que podemos enfrentar con paciencia y determinación nuestros límites. Todo atleta, a través de la disciplina y el esfuerzo, nos enseña que con la fe y la perseverancia podemos alcanzar metas que nunca habríamos pensado posibles. Este mensaje de esperanza y valentía es crucial, especialmente para los jóvenes.

Animo a cada uno de ustedes a ver el deporte como un camino de vida que les ayude a construir una comunidad más solidaria y para hacer avanzar los valores de la vida cristiana: lealtad, sacrificio, espíritu de grupo, compromiso, inclusión, ascesis, rescate. ¡Adelante, queridos amigos y amigos de Athletica Vaticana! Y no se olviden del carácter amateur, que es como el jugo que da vida a la actividad deportiva. ¡Den siempre lo mejor de ustedes mismos! Los bendigo de corazón. Y por favor, no se olviden de orar por mí. Gracias.

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