LA IMPORTANCIA DE HACER LAS PACES EN LA FAMILIA: ÁNGELUS DEL 27/12/2020

“La de Nazaret es la familia-modelo en la que todas las familias del mundo pueden hallar su sólido punto de referencia y una firme inspiración”. Con estas palabras dio inicio hoy el Papa Francisco a su reflexión antes de la oración mariana del Ángelus, este domingo 27 de diciembre en el que la Iglesia Católica celebra la Fiesta de la Sagrada Familia. El Papa recordó que, a imitación de la Sagrada Familia, “estamos llamados a redescubrir el valor educativo del núcleo familiar, que debe fundamentarse en el amor que siempre regenera las relaciones abriendo horizontes de esperanza”. Compartimos a continuación, el texto completo de su alocución, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Pocos días después de la Navidad, la liturgia nos invita a fijar la mirada en la Sagrada Familia de Jesús, María y José. Es hermoso reflexionar sobre el hecho de que el Hijo de Dios ha querido tener la necesidad, como todos los niños, del calor de una familia. Precisamente por esto, porque es la familia de Jesús, la de Nazaret es la familia-modelo, en la que todas las familias del mundo pueden encontrar su seguro punto de referencia y una segura inspiración. En Nazaret germinó la primavera de la vida humana del Hijo de Dios, en el momento en que fue concebido por obra del Espíritu Santo en el seno virginal de María. Entre las paredes acogedoras de la Casa de Nazaret se desarrolló en la alegría la infancia de Jesús, rodeado de la preocupación materna de María y los cuidados de José, en el que Jesús pudo ver la ternura de Dios (cf. Carta apost. Patris corde, 2).

A imitación de la Sagrada Familia, estamos llamados a redescubrir el valor educativo del núcleo familiar: esto requiere que esté fundamentado en el amor que siempre regenera las relaciones abriendo horizontes de esperanza. En familia se podrá experimentar una comunión sincera cuando es casa de oración, cuando los afectos son serios, profundos, puros, cuando el perdón prevalece sobre las discordias, cuando la aspereza cotidiana del vivir es endulzada por la ternura recíproca y por la serena adhesión a la voluntad de Dios. De esta manera, la familia se abre a la alegría que Dios da a todos aquellos que saben dar con alegría. Al mismo tiempo, encuentra la energía espiritual para abrirse al exterior, a los demás, al servicio de los hermanos, a la colaboración para la construcción de un mundo siempre nuevo y mejor; capaz, por tanto, de hacerse portadora de estímulos positivos; la familia evangeliza con el ejemplo de vida. Es cierto, en toda familia hay problemas, y a veces también se discute. “Padre, me he peleado…” – somos humanos, somos débiles, y todos tenemos a veces este hecho de que peleamos en familia. Les diré una cosa: si peleamos en familia, que no termine el día sin hacer las paces. “Sí, he discutido”, pero antes de que termine el día, haz las paces. Y sabes ¿por qué? Porque la guerra fría del día siguiente es muy peligrosa. No ayuda. Y después, en la familia hay tres palabras, tres palabras que hay que custodiar siempre: “permiso”, “gracias”, “perdón”. “Permiso”, para no ser invasivos en la vida de los demás. “Permiso: ¿puedo hacer algo? ¿Te parece bien que haga esto?”. “Permiso”. Siempre, no ser invasivos. “Permiso”, la primera palabra. “Gracias”: tantas ayudas, tantos servicios que nos hacemos en familia. Agradecer siempre. La gratitud es la sangre del alma noble. “Gracias”. Y luego, la más difícil de decir: “Perdón”. Porque siempre hacemos cosas malas y muchas veces alguien se siente ofendido por esto: “Perdóname”, “perdóname”. No olviden las tres palabras: “permiso”, “gracias”, “perdón”. Si en una familia, en el ambiente familiar hay estas tres palabras, la familia está bien.

Al ejemplo de evangelizar con la familia nos llama la fiesta de hoy, proponiéndonos de nuevo el ideal del amor conyugal y familiar, como fue subrayado en la Exhortación apostólica Amoris laetitia, cuyo quinto aniversario de promulgación tendrá lugar el próximo 19 de marzo. Y habrá un año de reflexión sobre la Amoris laetitia y será una oportunidad para profundizar en los contenidos del documento [19 de marzo 2021-junio 2022].

Estas reflexiones se pondrán a disposición de las comunidades eclesiales y de las familias, para acompañarlos en su camino. A partir de ahora invito a todos a adherirse a las iniciativas que rán promovidas durante el Año y que serán coordinadas por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida. Encomendamos a la Sagrada Familia de Nazaret, en particular a San José, esposo y padre solícito, este camino con las familias de todo el mundo.

Que la Virgen María, a la que nos dirigimos ahora con la oración del Ángelus, obtenga para las familias de todo el mundo, sentirse cada vez más fascinadas por el ideal evangélico de la Sagrada Familia, de modo que se conviertan en fermento de nueva humanidad y de una solidaridad concreta y universal.

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