JESÚS, EL “SIGNO” ADMIRABLE QUE DIOS DONA AL MUNDO: PALABRAS DEL PAPA A LAS DELEGACIONES DE DONANTES DEL ÁRBOL DE NAVIDAD Y EL NACIMIENTO DE LA PLAZA DE SAN PEDRO (11/12/2020)

El Papa Francisco recibió la mañana de este 11 de diciembre, en la Sala Clementina, a las delegaciones, compuestas por unas cincuenta personas, que ofrecieron el árbol de Navidad y el Nacimiento colocados en la Plaza de San Pedro. Al recibirlos, el Sumo Pontífice manifestó su gratitud por “el majestuoso abeto rojo”, proveniente de los bosques de Kočevje, en Eslovenia, y el “monumental nacimiento de cerámica”, don de la Diócesis de Teramo-Atri, proveniente de Castelli, en Italia, que serán inaugurados por la tarde. “Mas que nunca”, dijo el Papa, el árbol y el Nacimiento “son un signo de esperanza” para los romanos y para los peregrinos que tendrán la oportunidad de venir a admirarlos. Compartimos a continuación, el texto pronunciado por el Papa, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas:

Han venido para la entrega oficial del árbol de Navidad y el Nacimiento colocados en la Plaza de San Pedro; les doy mi cordial bienvenida y les agradezco su presencia. Saludo a la delegación de la República de Eslovenia, encabezada por el Ministro de Asuntos Exteriores, acompañada por el Card. Rodé y el Arzobispo de Maribor, e integrada por otros Ministros, Embajadores y distintas personalidades. Eslovenia ha donado el majestuoso abeto rojo, escogido en los bosques de Kočevje. Y saludo a la delegación de la Diócesis de Teramo-Atri, con el Obispo Mons. Lorenzo Leuzzi y numerosas autoridades civiles: de su tierra, precisamente de Castelli, proviene el Nacimiento monumental de cerámica. Hoy por la tarde será la inauguración de estos dos “iconos” de la Navidad. Nunca como este año, son un signo de esperanza para los romanos y para los peregrinos que tendrán la oportunidad de venir a admirarlos.

El árbol y el Nacimiento ayudan a crear el clima navideño favorable para vivir con fe el misterio del Nacimiento del Redentor. En el Nacimiento, todo habla de la pobreza “buena”, la pobreza evangélica, que nos hace bienaventurados: contemplando a la Sagrada Familia y a los diversos personajes, somos atraídos por su humildad que desarma. La Virgen y San José fueron desde Nazaret hasta Belén. No hay lugar para ellos, ni siquiera un cuartito (cf. Lc 2 ,7); María escucha, observa y guarda todo en su corazón (cf. Lc 2, 19.51). José busca un lugar que adaptar para ella y el Niño que está a punto de nacer. Los pastores son protagonistas en el Nacimiento, como en el Evangelio. Viven al aire libre. Están en vela. El anuncio de los ángeles es para ellos, y van inmediatamente a buscar al Salvador que ha nacido (cf. Lc 2, 8-16).

La fiesta de Navidad nos recuerda que Jesús es nuestra paz, nuestra alegría, nuestra fuerza, nuestro consuelo. Pero, para acoger estos dones de gracia, necesitamos sentirnos pequeños, pobres y humildes como los personajes del Nacimiento. También en esta Navidad, en medio de los sufrimientos de la pandemia, Jesús, pequeño e indefenso, es el “Signo” que Dios da al mundo (cf. Lc 2, 12). Hermoso signo, como empieza la Carta sobre el Nacimiento que firmé hace un año en Greccio. Nos hará bien releerla en estos días.

Queridos amigos, gracias de corazón a todos ustedes. También cuantos hoy no han podido estar presentes, así como a los que han colaborado con el transporte y el montaje del árbol y el Nacimiento. Que el Señor los recompense por su disponibilidad y generosidad. Les expreso mis deseos para una fiesta de Navidad llena de esperanza, y les pido que los lleven a sus familias y a todos sus conciudadanos. Les aseguro mi oración y los bendigo. Y también ustedes, por favor, no se olviden de orar por mí. ¡Feliz Navidad! Gracias.

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