HÁGASE EN MÍ SEGÚN TU PALABRA: ÁNGELUS DEL 25/03/2019 EN LORETO

Este 25 de marzo, el Papa Francisco realizó su visita pastoral a la localidad italiana de Loreto. Partió desde el helipuerto vaticano a las 8:00 de la mañana y después de casi una hora de vuelo, el Pontífice llegó al Centro juvenil “Juan Pablo II” de Montorso, donde fue recibido por Mons. Fabio Dal Cin, Arzobispo Prelado de Loreto y las Autoridades locales de la Región de Marcas, en Italia. Posteriormente, el Santo Padre se dirigió al Santuario de la Santa Casa de Loreto, donde celebró la Eucaristía en la Santa Casa y donde, al final de la Misa, el Papa firmó la Exhortación post-sinodal sobre los jóvenes titulada “Christus vivit”. El Papa saludó después a los Frailes Capuchinos y monjas de clausura en la sacristía, para posteriormente saludar a los miles de fieles reunidos fuera del templo para, junto con ellos, rezar la oración mariana del Ángelus. Previamente a la oración mariana, el Santo Padre dirigió a los fieles unas palabras, que reproducimos a continuación, traducidas del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! Y gracias por su calurosa bienvenida, ¡gracias!

Las palabras del ángel Gabriel a María: «Alégrate, llena de gracia» (Lc 1, 28), resuenan de manera singular en este Santuario, lugar privilegiado para contemplar el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios. Aquí, de hecho, se custodian los muros que, según la tradición, provienen de Nazaret, donde la Virgen Santa pronunció su “sí”, convirtiéndose en la madre de Jesús. Desde que la llamada “casa de María” se convirtió en presencia venerada y amada en este lugar, la Madre de Dios no cesa de obtener beneficios espirituales a aquellos que, con fe y devoción, vienen aquí a detenerse en oración. Entre estos hoy también me coloco yo, y agradezco a Dios el habérmelo concedido precisamente en la fiesta de la Anunciación.

Saludo a las autoridades, con gratitud por su acogida y su colaboración. Saludo a Mons. Fabio Dal Cin, que se ha hecho intérprete de los sentimientos de todos ustedes. Con él saludo a los otros prelados, a los sacerdotes, a las personas consagradas, con un pensamiento especial para los Padres Capuchinos, a quienes está confiada la custodia de este insigne santuario tan querido por el pueblo italiano. ¡Son buenos estos Capuchinos! Siempre en el confesionario, siempre, hasta el punto de que entras en el santuario y siempre hay allí al menos uno, o dos, o tres o cuatro, pero siempre, ya sea por la mañana o al fin de la jornada, y este es un trabajo difícil. Son buenos y les agradezco especialmente por este precioso ministerio del confesionario, continuo durante toda la jornada. ¡Gracias! Y a todos ustedes, ciudadanos de Loreto y peregrinos reunidos aquí, dirijo mi saludo cordial.

A este oasis de silencio y de piedad, vienen muchos, de Italia y de muchas partes del mundo, para conseguir fortaleza y esperanza. Pienso en particular en los jóvenes, las familias y los enfermos.

La Santa Casa es la casa de los jóvenes, porque aquí la Virgen María, la joven llena de gracia, sigue hablando a las nuevas generaciones, acompañando a cada uno en la búsqueda de la propia vocación. Por eso he querido firmar aquí la Exhortación Apostólica fruto del Sínodo dedicado a los jóvenes. Se titula “Christus vivit” - Cristo vive. En el evento de la Anunciación, aparece la dinámica de la vocación expresada en los tres momentos que marcaron el Sínodo: 1) escucha de la Palabra-proyecto de Dios; 2) discernimiento; 3) decisión.

El primer momento, el de la escucha, se manifiesta con las palabras del ángel: «No temas María, [...] concebirás un hijo, le darás a luz y le llamarás Jesús» (vv. 30-31). Siempre es Dios quien toma la iniciativa de llamar para que lo sigamos. Dios es quien toma la iniciativa, Él nos precede siempre, Él precede, Él hace camino en nuestra vida. La llamada a la fe y a un coherente camino de vida cristiana o de especial consagración es un irrumpir discreto pero fuerte de Dios en la vida de un joven, para ofrecerle su amor como un don. Es necesario estar listos y dispuestos a escuchar y acoger la voz de Dios, que no se reconoce en el estruendo y la agitación. Su designio sobre nuestra vida personal y social no se percibe quedándose en la superficie, sino descendiendo a un nivel más profundo, donde actúan las fuerzas morales y espirituales. Es allí donde María invita a los jóvenes a descender y entrar en sintonía con la acción de Dios.

El segundo momento de cada vocación es el discernimiento, expresado en las palabras de María: «¿Cómo será esto?» (v. 34). María no duda; su pregunta no es una falta de fe, al contrario, expresa justamente el deseo de descubrir las “sorpresas” de Dios. En ella está la atención para acoger todas las exigencias del plan de Dios para su vida, para conocerlo en todas sus facetas, para hacer más completa y más responsable su colaboración. Es la actitud propia del discípulo: toda colaboración humana con la iniciativa gratuita de Dios debe inspirarse en una profundización de las propias capacidades y actitudes, conjugada con la conciencia de que siempre es Dios el que da, el que actúa; así incluso la pobreza y la pequeñez de aquellos a quienes el Señor llama a seguirlo en el camino del Evangelio se transforma en la riqueza de la manifestación del Señor y en la fuerza del Todopoderoso.

La decisión es el tercer pasaje que caracteriza toda vocación cristiana, y se hace explícita en la respuesta de María al ángel: «Hágase en mí según tu palabra» (v. 38). Su “sí” al proyecto de salvación de Dios, actuado a través de la Encarnación, es la entrega a Él de toda su vida. Es el “sí” de la confianza plena y la disponibilidad total a la voluntad de Dios. María es el modelo de toda vocación y la inspiradora de toda pastoral vocacional: los jóvenes que están en búsqueda o se preguntan sobre su futuro, pueden encontrar en María a Aquélla que los ayuda a discernir el proyecto de Dios para sí mismos y la fuerza para adherirse a él.

¡Pienso en Loreto como en un lugar privilegiado donde los jóvenes pueden venir en busca de su vocación, a la escuela de María! Un polo espiritual al servicio de la pastoral vocacional. Espero por ello que se relance el Centro “Juan Pablo II” al servicio de la Iglesia en Italia y a nivel internacional, en continuidad con las indicaciones surgidas del Sínodo. Un lugar donde los jóvenes y sus educadores puedan sentirse acogidos, acompañados y ayudados a discernir. Por este motivo también pido encarecidamente a los Frailes Capuchinos un servicio más: el servicio de ampliar el horario de apertura de la Basílica y de la Santa Casa hasta las últimas horas de la tarde e incluso al inicio de la noche cuando haya grupos de jóvenes que vienen a orar y discernir su vocación. El Santuario de la Santa Casa de Loreto, también debido a su ubicación geográfica en el centro de la península, se presta a convertirse, para la Iglesia que está en Italia, en un lugar de propuesta para una continuación de los encuentros mundiales de los jóvenes y de la familia. Es necesario, en efecto, que al entusiasmo de la preparación y celebración de estos eventos corresponda después la actualización pastoral, que dé cuerpo a la riqueza de los contenidos, a través de propuestas de profundización, oración y el compartir.

La casa de María es también la casa de la familia. En la delicada situación del mundo actual, la familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer asume una importancia y una misión esenciales. Es necesario redescubrir el designio trazado por Dios para la familia, para reafirmar la grandeza y su carácter insustituible al servicio de la vida y de la sociedad. En la casa de Nazaret, María vivió la multiplicidad de las relaciones familiares como hija, novia, esposa y madre. Por eso cada familia, en sus diferentes componentes, encuentra aquí acogida, inspiración para vivir su identidad. La experiencia doméstica de la Virgen Santa indica que la familia y los jóvenes no pueden ser dos sectores paralelos de la pastoral de nuestras comunidades, sino que deben caminar estrechamente unidos, porque muy a menudo los jóvenes son lo que una familia les ha dado durante su crecimiento. Esta perspectiva recompone en unidad una pastoral vocacional atenta a expresar el rostro de Jesús en sus múltiples aspectos, como sacerdote, como esposo, como pastor.

La casa de María es la casa de los enfermos. Aquí encuentran acogida los que sufren en el cuerpo y el espíritu, y la Madre trae a todos la misericordia del Señor de generación en generación. La enfermedad hiere a la familia y los enfermos deben ser acogidos dentro de la familia. Por favor, no caigamos en esa cultura del descarte que proponen las múltiples colonizaciones ideológicas que hoy nos atacan. La casa y la familia son la primera cura del enfermo para amarlo, apoyarlo, alentarlo y cuidarlo. Por eso el santuario de la Santa Casa es símbolo de toda casa acogedora y santuario de los enfermos. Desde aquí les envío a todos, en cualquier parte del mundo, un pensamiento afectuoso y les digo: ustedes están en el centro de la obra de Cristo, porque comparten y llevan de manera más concreta detrás de Él la cruz de cada día. Su sufrimiento puede convertirse en una colaboración decisiva para la venida del Reino de Dios.

Queridos hermanos y hermanas: A ustedes y a quienes están ligados a este Santuario, Dios, por medio de María, confía una misión en nuestro tiempo: llevar el Evangelio de la paz y de la vida a nuestros contemporáneos a menudo distraídos, atrapados por intereses terrenales o inmersos en un clima de aridez espiritual. Hay necesidad de personas sencillas y sabias, humildes y valientes, pobres y generosas. En resumen, personas que, según la escuela de María, acojan sin reservas el Evangelio en sus vidas. Así, a través de la santidad del pueblo de Dios, desde este lugar seguirán difundiéndose en Italia, en Europa y en el mundo testimonios de santidad en cada estado de vida, para renovar la Iglesia y animar a la sociedad con la levadura del Reino de Dios.

¡Qué la Virgen Santa ayude a todos, especialmente a los jóvenes, a recorrer el camino de la paz y la fraternidad fundadas en la acogida y el perdón, en el respeto a los demás y en el amor, que es entrega de uno mismo! Que Nuestra Madre, estrella luminosa de alegría y serenidad, dé a las familias, santuarios del amor, la bendición y la alegría de la vida. Que María, fuente de todo consuelo, traiga ayuda y consuelo a los que están en la prueba.

Con estas intenciones, ahora nos unimos juntos en la oración del Ángelus.

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