LA IDENTIDAD, EL LUGAR Y LA ESPERANZA DEL CRISTIANO: HOMILÍA DEL PAPA EN LA MISA POR LA CONMEMORACIÓN DE LOS FIELES DIFUNTOS (02/11/2019)

Al celebrar la Santa Misa este 2 de noviembre por todos los Fieles Difuntos en las Catacumbas de Santa Priscila en la Vía Salaria de Roma, el Santo Padre se refirió en su homilía a la identidad de los cristianos contenida en las Bienaventuranzas. En el marco de uno de los antiguos lugares de sepultura de los primeros cristianos de Roma, el Papa comenzó su homilía – que pronunció de modo espontáneo – recordando que se trataba de la primera vez en su vida que entraba en una catacumba, lo que representa de alguna manera “una sorpresa” que, además, “nos dice muchas cosas”. Dijo el Papa que “podemos pensar en la vida de estas personas, que tuvieron que esconderse, que tuvieron esta cultura de enterrar a los muertos y celebrar la Eucaristía aquí”… “Un momento feo de la historia”, que sin embargo no se ha superado puesto que hoy sigue habiendo cristianos perseguidos. Reproducimos el texto completo de su homilía, traducido del italiano:

La celebración de la fiesta de todos los difuntos en una catacumba – para mí es la primera vez en la vida que entro en una catacumba, es un sorpresa – nos dice muchas cosas. Podemos pensar en la vida de esa gente, que debía esconderse, que tenía esta cultura de enterrar a los muertos y celebrar la Eucaristía aquí adentro… Es un momento de la historia feo, pero que no ha sido superado: incluso hoy los hay. Hay muchos. Muchas catacumbas en otros países, donde incluso deben fingir hacer una fiesta o un cumpleaños para celebrar la Eucaristía, porque en ese lugar está prohibido hacerlo. Todavía hoy hay cristianos perseguidos, más que en los primeros siglos, muchos más. Esto – las catacumbas, las persecuciones, los cristianos – y estas lecturas, me hacen pensar en tres palabras: la identidad, el lugar y la esperanza.

La identidad de esta gente que se reunía aquí para celebrar la Eucaristía y para alabar al Señor, es la misma de la de nuestros hermanos de hoy en tantos, tantos países donde ser cristiano es un crimen, está prohibido, no tienen derechos. La misma. La identidad es esta que hemos escuchado: son las Bienaventuranzas. La identidad del cristiano es esta: las Bienaventuranzas. No hay otra. Si tú haces esto, si vives así, eres cristiano. “No, pero mira, yo pertenezco a aquella asociación, a esta otra…, soy de este movimiento…”. Sí, sí, todas cosas bellas; pero estas son fantasías frente a esta realidad. Tu carta de identidad es esta [señala el Evangelio], y si no tienes ésta, no sirven de nada los movimientos y las otras pertenencias. O vives así, o no eres cristiano. Simplemente. Lo dijo el Señor. “Sí, pero no es fácil, no sé como vivir así…”. Hay otro fragmento del Evangelio que nos ayuda a entender mejor esto, y ese pasaje del Evangelio será también el “gran protocolo” según el cual seremos juzgados. Es Mateo 25. Con estos dos pasajes del Evangelio, las Bienaventuranzas y el gran protocolo, haremos ver, viviendo esto, nuestra identidad de cristianos. Sin esto no hay identidad. Está la ficción de ser cristianos, pero no la identidad.

Esta es la identidad del cristiano. La segunda palabra: el lugar. Esa gente que venía aquí para esconderse, pare estar seguros, también para enterrar a los muertos; y esa gente que celebra la Eucaristía hoy a escondidas, en esos países donde está prohibido… Pienso en esa hermana en Albania que estaba en un campo de reeducación, en el tiempo comunista, y estaba prohibido a los sacerdotes dar los sacramentos, y esta hermana, ahí, bautizaba a escondidas. La gente, los cristianos sabían que esta hermana bautizaba y las madres se acercaban con el niño; pero ella no tenía un vaso, algo para poner el agua… Lo hacía con los zapatos: tomaba del río el agua y bautizaba con los zapatos. El lugar del cristiano está un poco por todas partes, nosotros no tenemos un lugar privilegiado en la vida. Algunos quieren tenerlo, son cristianos “calificados”. Pero estos corren el riesgo de quedarse con los “calificados” y hacer caer lo “cristiano”. Los cristianos, ¿cuál es su lugar? «Las almas de los justos están en las manos de Dios» (Sab 3, 1):el lugar del cristiano está en las manos de Dios, donde Él quiere. Las manos de Dios, que están llagadas, que son las manos de su Hijo que quiso llevar consigo las llagas para hacerlas ver al Padre e interceder por nosotros. El lugar del cristiano está en la intercesión de Jesús frente al Padre. En las manos de Dios. Y allí estamos seguros, pase lo que pase, incluso la cruz. Nuestra identidad [señala el Evangelio] dice que seremos bienaventurados si nos persiguen, si dicen cualquier cosa contra nosotros; pero si estamos en la manos de Dios llagadas de amor, estamos seguros. Este es nuestro lugar. Y hoy podemos preguntarnos: y yo, ¿dónde me siento seguro? ¿En las manos de Dios o con otras cosas, con otras seguridades en que nosotros “confiamos” pero que al fin caerán, que no tienen consistencia?

Estos cristianos, con esta carta de identidad, que vivían y viven en las manos de Dios, son hombres y mujeres de esperanza. Y esta es la tercera palabra que me viene hoy: esperanza. La hemos escuchado en la segunda lectura: esa visión final donde todo es hecho de nuevo, donde todo es recreado, es patria a donde todos nosotros iremos. Y para entrar ahí no se necesitan cosas extrañas, no se necesitan actitudes un poco sofisticadas: se necesita solamente hacer ver la carta de identidad: “Está en orden, adelante”. Nuestra esperanza está en el Cielo, nuestra esperanza está anclada ahí y nosotros, con la cuerda en la mano, nos sostenemos mirando hacia esa orilla del río que debemos atravesar.

Identidad: Bienaventuranzas y Mateo 25. Lugar: el lugar seguro, en las manos de Dios, llagadas de amor. Esperanza, futuro: el ancla, allá, en la otra orilla, pero yo bien agarrado de la cuerda. Esto es importante, ¡siempre agarrado de la cuerda! Muchas veces veremos solamente la cuerda, ni siquiera el ancla, ni siquiera la otra orilla; pero tú, agarrado de la cuerda que llegarás seguro.

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