GRACIAS POR ABRIRSE AL MUNDO: EL PAPA A LA COMUNIDAD DEL HOSPITAL “BAMBINO GESÙ” (16/11/2019)

El Papa Francisco recibió en audiencia a la Comunidad del Hospital Pediátrico “Bambino Gesù” de Roma que está celebrando el 150 aniversario de su fundación y cuyo tema elegido es “El futuro es una historia de niños”. “El futuro es la historia de los niños y con los niños aprendemos a asistir al futuro, que es una actitud muy importante” les dijo el Papa Francisco y añadió “se necesita valor para asistir al futuro”. A la audiencia con el Papa acudieron más de 6,000 trabajadores, entre médicos, cirujanos y enfermeros a quienes el Papa, a mitad de discurso, se ha parado para bendecir sus manos, pues, tal y como expresó el Papa: “sus manos son un instrumento de cura” y su habilidad para sanar “es un regalo para ustedes y para las personas que les han confiado”. Compartimos a continuación, el texto completo de su discurso, traducido del italiano:

¡Queridos hermanos y hermanas!

Estoy contento de encontrarlos como la gran familia del Hospital “Bambino Gesù”, para celebrar juntos los 150 años de la fundación de este benemérito Instituto perteneciente a la Santa Sede, que nunca dejará de prestarles gran atención. Los saludo a todos con afecto y agradezco a la Presidenta, la Sra. Mariella Enoc, por sus palabras. Saludo a los miembros del Consejo de Administración, a los médicos, al personal paramédico y de enfermería, a los capellanes, a los voluntarios, a los benefactores; pero sobre mi saludo va a los pequeños pacientes y a sus familiares, a todos ustedes.
En su relato de los orígenes, que leeré junto con los otros testimonios, la duquesa María Grazia Salviati nos ha presentado el nacimiento del Hospital como intuición y como don. Intuición de una mujer y de una madre de gran inteligencia, cultura y fe: Arabella Salviati, que vivió en la época fecunda del catolicismo social. Es don de una familia generosa, que tuvo un gesto de inmensa sensibilidad a favor de los niños de todo el mundo. En efecto, esa semilla inicial se desarrolló más allá de los confines de la ciudad de Roma, gracias a la donación hecha al Papa, cuya solicitud pastoral se extiende allí donde la Iglesia esté presente. Así, el Hospital pediátrico se ha convertido en patrimonio no sólo de la comunidad romana, sino de la italiana e internacional.

Así nació una realidad grande y preciosa, a la vanguardia y proyectada todavía hoy hacia el futuro. Me gusta mucho el mensaje que han elegido para su aniversario: “El futuro es una historia de niños”. Y estando con los niños nosotros aprendemos a frecuentar el futuro, que es una actitud muy importante. Hace falta valor para frecuentar el futuro. La autoridad moral de los niños enfermos y que sufren es la identidad más verdadera del Hospital “Bambino Gesù”. Esta conciencia debe ser el motor de su actuación conjunta, en concordia y con espíritu comunitario, superando obstáculos y diferencias. Que la autoridad moral de los niños pueda ser siempre una llamada a la fidelidad a la vocación original de este Hospital, y criterio de discernimiento para las opciones futuras. Pero podríamos decir, de forma un poco simplista, que son ellos los que mandan: son ellos los que mandan en nuestros trabajos, en nuestros pensamientos, en nuestras investigaciones, en nuestras acciones. Los niños.

Con emoción y gratitud sé de la historia de la madre venezolana y de su hijo Jerson, que ha podido encontrar en el “Bambino Gesù” la cura que necesitaba. Agradezco al Hospital por su apertura al mundo, por haber decidido hacerse cargo de estos sufrimientos y de estos niños provenientes de muchos países. Me han dicho que más de una vez a la semana aterriza en el helipuerto del Vaticano algún helicóptero que trae niños de otros lugares al “Bambino Gesù”. Sé bien que esto requiere muchos recursos económicos, y agradezco por tanto a cuantos generosamente están contribuyendo con sus donaciones a la Fundación del “Bambino Gesù”. Espero que las instituciones internacionales sepan encontrar la manera de promover cada vez más estos corredores sanitarios, a la espera de que crezca en todos los países la capacidad de respuesta a las necesidades fundamentales de salud.

Quiero detenerme en una expresión utilizada por la madre de Venezuela: ha escrito de la bendición de Dios y de las “manos benditas y maravillosas” que acogieron y cuidaron a su hijo. Ustedes médicos, cirujanos y enfermeras usan las manos como instrumento de curación. Sean siempre conscientes de esta bendición de Dios sobre sus manos. Su capacidad de curar de esta manera es un don para ustedes y para las personas que les son confiadas. Y al mismo tiempo, queridos médicos y enfermeras, no dejen que falte su contribución profesional y su celo para que sea preservado el carácter de esta institución. Es necesario el compromiso de todos para que el Hospital Pediátrico “Bambino Gesù” siga mostrando la especial predilección de la Santa Sede por la infancia, con su estilo propio de cuidado amoroso a los pequeños pacientes, ofreciendo un testimonio concreto del Evangelio, en plena sintonía con lo que enseña la Iglesia.

Me gusta bendecir las manos de los médicos y enfermeras. Ahora me detengo un poco en este discurso, que es largo. Me detengo un poco, para bendecir las manos de todos los médicos y enfermeras que están aquí, y también las manos de los médicos y enfermeras del “Bambino Gesù”. Señor, bendice las manos de los médicos y enfermeras, para que puedan ayudar a los niños en su camino de enfermedad y de recuperación para que salgan de la enfermedad.

El testimonio de la enfermera, que ha completado con sus colegas una larga serie de misiones de formación en Siria, me ha mostrado otro aspecto de la actividad humanitaria del Hospital y de su apertura al mundo: la disponibilidad de compartir su saber y sus capacidades con el personal sanitario de los países más desfavorecidos. Es «la caridad del saber la que construye la paz», como decía San Juan Pablo II (Discurso a la Pontificia Academia de Ciencias, 12 de noviembre de 1983). Se trata, para ustedes, profesionales del “Bambino Gesù”, de restituir lo que se les ha dado en abundancia y de recibir a cambio tanta riqueza de humanidad. Cada uno enseña algo al otro. Es lo que sucede en estas misiones del “Bambino Gesù” en el extranjero.

Su director científico nos ha contado en su texto con gran entusiasmo que la asistencia y la investigación son las piedras angulares de la actividad del Hospital: cuanto mejor sea la investigación, mejor será la asistencia. No hay cura sin investigación. Y no hay futuro, en la medicina, sin investigación. Desde este punto de vista, el “Bambino Gesù” está ya desde hace tiempo proyectado hacia el futuro, con resultados importantes en el campo del diagnóstico de enfermedades raras y el tratamiento de patologías complejas, con el desarrollo de terapias de precisión. Admiro la pasión y el entusiasmo que ponen en su trabajo de cuidado e investigación, y me gustaría que no perdieran nunca la capacidad de percibir el rostro sufriente de un niño incluso detrás de una simple muestra para ser analizada, y de escuchar el grito de los padres también dentro de sus laboratorios. Qué el misterio del sufrimiento de los niños no deje de hablar a sus conciencias y motive su compromiso humano y profesional. Me viene a la mente aquella pregunta, a la que es difícil encontrar respuesta, del gran Dostoievski: “¿Por qué sufren los niños?” Siempre tengan viva esta pregunta: ¿por qué sufre un niño? No hay una respuesta: sólo el servicio al niño que sufre y la mirada al Padre de todos, para que haga algo.

Queridos hermanos y hermanas, estoy muy contento con lo que he escuchado esta mañana, de lo que he visto, y más en general con el camino recorrido en estos años por el “Bambino Gesù”. Me alegra la buena marcha del Hospital y su constante crecimiento, a pesar de las muchas dificultades, porque es oportuno que en los próximos años se pueda seguir ofreciendo a cada paciente la mejor atención, y que nadie sea rechazado. Esta actividad requiere recursos y espacio adecuados. Las exigencias de la investigación científica y la creciente demanda de asistencia, incluso desde el extranjero, harán necesarias en los próximos años nuevas inversiones en instalaciones y tecnologías. Se trata de un equilibrio difícil, pero es importante que estén siempre garantizadas la sustentabilidad y la eficiencia, para que el Hospital siga siendo una extraordinaria obra de caridad de la Iglesia.

Pido entonces a todos ustedes decisiones valientes y rigurosas al mismo tiempo, generosas y prudentes. Y los exhorto a seguir adelante, fieles al Evangelio y obedientes a la autoridad moral de los niños que sufren. Por mi parte, les estoy agradecido especialmente porque ayudan a los pequeños enfermos a sentir junto a sí la presencia tierna y tranquilizadora de Jesús. Y no olvidemos sus palabras: «Todo lo que hicieron a uno solo de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicieron» (Mt 25, 40). Sobre toda la comunidad del Hospital “Bambino Gesù” imparto de corazón la Bendición Apostólica. Y, por favor, les pido que no se olviden de orar por mí.

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