PROTEJAN LA DIGNIDAD HUMANA DE LAS AMENAZAS DE LA TECNOLOGÍA: PALABRAS DEL PAPA A LA RED INTERNACIONAL DE LEGISLADORES CATÓLICOS (27/08/2021)

El Papa Francisco encontró este 27 de agosto, en la Sala Clementina del Vaticano, a los miembros de la Red Internacional de Legisladores Católicos y les comunicó los temas que le preocupan: pornografía infantil, robo de datos, redes sociales, necesidad de una legislación cuidadosa para guiar la evolución y la aplicación de la tecnología para el bien común. El mensaje lo ubicó en el contexto de la pandemia del COVID-19 que “hace estragos” y sigue causando muertes, contagios y que “también ha causado mucha ruina económica y social”. El Papa enfatizó que el papel de los parlamentarios hoy es más importante que nunca. Transcribimos a continuación, el texto de su mensaje, traducido del italiano:

Quiero ofrecerles una disculpa por no hablar de pie, pero todavía estoy en el periodo post-operatorio y debo hacerlo sentado. Discúlpenme.

Honorables señoras y señores:

Me alegra encontrarme nuevamente con ustedes, parlamentarios de distintos países, en este momento crítico de la historia. Un momento crítico de la historia. Agradezco al Card. Schönborn y al señor Alting von Geusau por sus palabras de saludo y de introducción. Y me alegro de la presencia de Su Santidad Igantius Aphrem II, Patriarca de la Iglesia Siro-ortodoxa.

Desde el inicio de la Red Internacional de Legisladores Católicos, en 2010, han acompañado, apoyado y promovido el trabajo de la Santa Sede como testigos del Evangelio en el servicio a sus países y a la comunidad internacional en su conjunto. Estoy agradecido por su amor a la Iglesia y por la colaboración con su misión.

Nuestro encuentro ocurre hoy en un momento muy difícil. La pandemia de COVID-19 se endurece. Hemos registrado en verdad progresos significativos en la creación y distribución de vacunas eficaces, pero nos queda aún mucho trabajo que llevar a término. Hay ya más de doscientos millones de casos confirmados y cuatro millones de muertos por esta plaga terrible, que ha causado también mucha ruina económica y social.

Su papel de parlamentarios es entonces más importante que nunca. Propuestos a servir al bien común, ahora son llamados a colaborar, a través de su acción política, a renovar integralmente sus comunidades y a la sociedad entera. No sólo para vencer al virus, y mucho menos para volver al status quo anterior a la pandemia, no, sería un derrota, sino para afrontar las causas profundas que la crisis ha revelado y amplificado: la pobreza, la desigualdad social, la misma desocupación y la falta de falta de acceso a la educación. Hermanos y hermanas, de una crisis no se sale iguales: saldremos mejores o peores. De una crisis no se sale solos: saldremos juntos o no podremos salir.

En una época de perturbación y polarización política, los parlamentarios y los políticos más en general no son siempre tenidos en gran estima. Esto no les es nuevo. Sin embargo, ¿qué llamada más alta existe que la de servir al bien común y dar prioridad al bienestar de todos, antes que a la ganancia personal? Su objetivo debe ser siempre este, porque una buena política es indispensable para la fraternidad universal y la paz social (cf. Enc. Fratelli tutti, 176).

En nuestra época, marcadamente, uno de los mayores desafíos en este horizonte es la administración de la tecnología para el bien común. Las maravillas de la ciencia y la tecnología moderna han aumentado nuestra calidad de vida. «Es justo alegrarse por estos progresos y entusiasmarse ante las amplias posibilidades que nos abren estas continuas novedades, porque la ciencia y la tecnología son un producto maravilloso de la creatividad humana que es un don de Dios» (Enc. Laudato si’, 102). Sin embargo, abandonadas a sí mismas y sólo a las fuerzas del mercado, sin las oportunas orientaciones impuestas por las asambleas legislativas y por las otras autoridades públicas, guiadas por el sentido de responsabilidad social, estas innovaciones pueden amenazar la dignidad del ser humano.

No se trata de frenar el progreso tecnológico. Sin embargo, los instrumentos de la política y la regulación permiten a los parlamentarios proteger la dignidad humana cuando ésta es amenazada. Pienso por ejemplo en la plaga de la pornografía infantil, en la explotación de los datos personales, en los ataques a las infraestructuras críticas como hospitales, en las falsedades difundidas a través de las redes sociales y otros ejemplos. Una legislación atenta puede y debe guiar la evolución y la aplicación de la tecnología para el bien común. Los animo, hermanos y hermanas, entonces, calurosamente a asumir la tarea de una seria y profunda reflexión moral sobre los riesgos y las oportunidades insertas en el progreso científico y tecnológico, para la legislación y las normas internacionales que las regulan puedan concentrarse en la promoción del desarrollo humano integral y de la paz, más que en el progreso como fin en sí mismo.

Los parlamentarios naturalmente reflejan los puntos de fuerza y debilidad de aquellos a quienes representan, cada uno con aspectos específicos para poner al servicio del bien de todos. El compromiso de los ciudadanos, en los diversos ámbitos de participación social, civil y política, es imprescindible. Todos estamos llamados a promover el espíritu de solidaridad, a partir de las necesidades de las personas más débiles y perjudicadas. Sin embargo, para curar al mundo, duramente probado por la pandemia, y para construir un futuro más inclusivo y sustentable en que la tecnología sirva a las necesidades humanas y no nos aísle a uno del otro, se requiere no sólo de ciudadanos responsables sino también de líderes preparados y animados por el principio del bien común.

Queridos amigos, que el Señor les conceda ser fermento de una regeneración de mente, corazón y espíritu, testigos de amor político por los más vulnerables, para que, sirviéndolos, puedan servirle a Él en todo lo que hacen.

Los bendigo, bendigo a sus familias y bendigo su trabajo. Y también ustedes, les pido por favor, que oren por mí. Gracias.

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