NO HAY INTELIGENCIA SIN AMOR

Al inicio de la segunda jornada del viaje a Madrid, el Papa se dirige a quienes tienen la misión “importante y vital” de formar a los jóvenes para invocar “coherencia de vida y pensamiento” en la búsqueda de la verdad. Hablando a los profesores universitarios durante el encuentro del viernes por la mañana, 19 de agosto, en la basílica de San Lorenzo de El Escorial, Benedicto XVI recuerda que la enseñanza no es una “escueta comunicación de contenidos” basada en “técnicas instrumentales” y “datos fríos”, ni puede plegarse a la lógica utilitarista del mercado que ve al hombre como mero consumidor. “El camino hacia la verdad completa —explica— compromete también al ser humano por entero”. Y por lo tanto no sólo debe ser comunicado, sino sobre todo vivido y encarnado, “como también el Logos se encarnó para poner su morada entre nosotros”.
 
A los jóvenes de los cinco continentes —que le acogieron el jueves por la tarde en el festivo encuentro en la Plaza de Cibeles— el Pontífice pide “no perder nunca dicha sensibilidad e ilusión por la verdad”. “La juventud —asegura— es tiempo privilegiado para la búsqueda y el encuentro con la verdad”. Se trata de “un camino de la inteligencia y del amor, de la razón y de la fe”: un camino que requiere humildad y ejemplaridad de vida, porque —puntualiza— “no podemos avanzar en el conocimiento de algo si no nos mueve el amor; ni tampoco amar algo en lo que no vemos racionalidad”.
 
La invitación a ser “protagonistas de la búsqueda de la verdad y del bien” la había dirigido ya el Papa a los jóvenes durante la fiesta de acogida en el corazón de la capital madrileña. “Hemos sido creados libres —había recordado— precisamente para que seamos responsables de nuestras acciones, y no meros ejecutores ciegos, colaboradores creativos en la tarea de cultivar y embellecer la obra de la creación”. Y es precisamente éste —añadió— “el gran motivo de nuestra alegría” y el “suelo firme para edificar la civilización del amor y de la vida”.
 
Un horizonte indicado igualmente a las jóvenes religiosas durante el encuentro del viernes por la mañana en El Escorial. Ante una sociedad que registra “una especie de eclipse de Dios” y “una cierta amnesia, más aún, un verdadero rechazo del cristianismo” —dijo el Pontífice— se necesita de la radicalidad evangélica de la vida consagrada. Cada carisma, de hecho, es una palabra del Evangelio que el Espíritu Santo recuerda a la Iglesia. Y la elección de la consagración —subrayó— “significa ir a la raíz del amor a Jesucristo con un corazón indiviso, sin anteponer nada a ese amor”.

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