AUDIENCIA GENERAL DEL 3 DE AGOSTO

Su Santidad Benedicto XVI ha reanudado las Audiencias Generales, durante su estancia en el Palacio Apostólico de Castel Gandolfo.

Compartimos con ustedes el texto de la Audiencia del miércoles pasado con una sugerencia muy interesante y sencilla para estas vacaciones, los que aún estén en ellas.


Queridos hermanos y hermanas:

Estoy muy contento de verles aquí en la plaza de Castel Gandolfo y reanudar las audiencias interrumpidas en julio. Me gustaría continuar con el tema que comenzamos, es decir, una "escuela de oración", y el día de hoy, en un modo un poco "diferente" pero sin alejarnos de la materia, mencionar algunos aspectos de orden espiritual y práctico, que creo que no sólo son útiles para los que viven - en una parte del mundo - el período de vacaciones de verano, como nosotros, sino también para todos aquellos involucrados en el trabajo diario.

Cuando tenemos un momento de descanso en nuestras actividades, especialmente durante las vacaciones, a menudo tomamos un libro, queremos leer. Es éste el primer aspecto al que quiero referirme. Cada uno de nosotros necesita tiempo y espacio para el recogimiento, la meditación, la calma... ¡Gracias a Dios que es así! De hecho, esta exigencia nos dice que no estamos hechos sólo para trabajar sino también para pensar, reflexionar, o simplemente para seguir con la mente y el corazón un relato, una historia en la cual sumergirnos y en un cierto sentido "perdernos" para luego recuperarnos enriquecidos.

Por supuesto, muchos de estos libros, que leemos durante las vacaciones, son en su mayoría para evadirnos, y esto es normal. Sin embargo, muchas personas, especialmente si pueden tener más espacio para el reposo prolongado y la relajación, se dedican a leer algo que les exija mayor atención. Así que me gustaría hacer una sugerencia: ¿por qué no descubrir algunos libros de la Biblia, que normalmente no se conocen? O tal vez ¿alguno cuyos textos hemos escuchado durante la Liturgia, pero que nunca hemos leído en su totalidad? De hecho, muchos cristianos no leen la Biblia, y tienen un conocimiento de ella muy limitado y superficial. La Biblia - como su nombre lo indica - es una colección de libros, una pequeña "biblioteca", nacida en el transcurso de más de un milenio. Algunos de estos "libros" que la componen permanecen casi desconocidos para la mayoría de la gente, incluso para los buenos cristianos. Algunos son muy cortos, como el Libro de Tobit, un relato que contiene un sentido muy alto de la familia y el matrimonio; o el Libro de Ester, en el que la reina judía, a través de la fe y de la oración, salva a su pueblo del exterminio; o, aún más breve, el libro de Rut, una extranjera que conoce a Dios y experimenta su providencia. Estos pequeños libros se pueden leer por completo en una hora. Auténticas obras de arte, y de más difícil lectura, son el Libro de Job, que aborda el gran problema del sufrimiento de los inocentes; el Eclesiastés, que impacta por la desconcertante modernidad con que cuestiona el sentido de la vida y el mundo; el Cantar de los Cantares, hermoso poema simbólico del amor humano. Como pueden ver, todos éstos son libros del Antiguo Testamento. ¿Y el Nuevo? Claro, el Nuevo Testamento es más conocido y sus géneros literarios son menos diversos. Pero la belleza de la lectura de un evangelio completo también ha de ser descubierta, así como también recomiendo los Hechos de los Apóstoles o alguna de las Cartas.

En conclusión, queridos amigos, hoy me permito sugerir tener a la mano durante el verano o durante los momentos de descanso, la Santa Biblia, para disfrutarla de una nueva forma, leyendo completos algunos de sus libros, los menos conocidos o incluso aquéllos más conocidos como los Evangelios, pero a través de una lectura continua. Al hacerlo, estos momentos de relajación pueden convertirse, más que en espacios para el enriquecimiento cultural, en momentos para la alimentación del espíritu, capaz de fomentar el diálogo y el conocimiento de Dios con Él a través de la oración. Y esta parece ser una bella ocupación para las vacaciones: tomar un libro de la Biblia, buscando un espacio de relajación y, al mismo tiempo, entrar en el gran espacio de la Palabra de Dios y profundizar nuestro contacto con el Eterno, dando así sentido al tiempo de descanso que el Señor nos da.

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