TENGAMOS CUIDADO CON LA DICTADURA DEL HACER: ÁNGELUS DEL 21/07/2024

El Papa Francisco centró su reflexión previa a la oración del Ángelus de este 21 de julio en la Plaza de San Pedro sobre “descanso y oración”. El Santo Padre advirtió ante el peligro para una “sociedad a menudo prisionera de la prisa, pero también para la Iglesia y para el servicio pastoral”. El Papa sugirió el silencio de la oración para no dejar que se consuma el corazón por el ansia del hacer e invitó a preguntarse: “¿sé detenerme durante mis jornadas? ¿Sé tomarme un momento para estar conmigo mismo y con el Señor, o estoy siempre atrapado por la prisa de las cosas por hacer?”. Compartimos a continuación, el texto de su alocución, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz domingo!:

El Evangelio de la liturgia de hoy (Mc 6, 30-34) narra que los apóstoles, regresando de la misión, se reúnen alrededor de Jesús y le cuentan lo que han hecho; entonces Él les dice: «Vengan aparte, ustedes solos, a un lugar desierto, y descansen un poco» (v. 31). La gente, sin embargo, entiende sus movimientos y, cuando bajan de la barca, Jesús encuentra que la multitud lo espera, siente compasión de ella y se pone a enseñar (cf. v. 34).

Por tanto, por un lado, la invitación a descansar y, por el otro, la compasión de Jesús por la multitud – es muy hermoso detenerse a reflexionar sobre la compasión de Jesús –. Parecen dos cosas irreconciliables, la invitación a descansar y la compasión, y en cambio van juntas: descanso y compasión. Veamos.

Jesús se preocupa por el cansancio de los discípulos. Quizás está captando un peligro que puede referirse también a nuestra vida y nuestro apostolado, cuando por ejemplo el entusiasmo en el llevar adelante la misión, o el trabajo, así como el papel y las tareas que nos son confiadas nos hacen víctimas del activismo, y esto no es bueno: demasiado preocupados por las cosas que hay que hacer, demasiado preocupados por los resultados. Y entonces ocurre que nos agitamos y perdemos de vista lo esencial, corriendo el riesgo de gastar nuestras energías y caer en el cansancio del cuerpo y del espíritu. Es una advertencia importante para nuestra vida, para nuestra sociedad a menudo prisionera de la prisa, pero también para la Iglesia y para el servicio pastoral: hermanos y hermanas ¡tengamos cuidado con la dictadura del hacer! Y esto puede pasar por necesidad, también en las familias, cuando por ejemplo el papá para ganarse el pan está obligado a ausentarse por trabajo, teniendo así que sacrificar el tiempo que se dedica a la familia. A menudo salen temprano por la mañana, cuando los niños todavía están durmiendo, y regresan tarde por la noche, cuando están ya en la cama. Y esta es una injusticia social. En las familias, papá y mamá deberían tener tiempo para compartir con los hijos, para hacer crecer este amor familiar y no caer en la dictadura del hacer. Pensemos en qué podemos hacer para ayudar a las personas que están obligadas a vivir así.

Al mismo tiempo, el descanso propuesto por Jesús no es una fuga del mundo, un retirarse al bienestar personal; por el contrario, frente a la gente confundida Él siente compasión. Y entonces del Evangelio aprendemos que estas dos realidades – descanso y compasión – están ligadas: sólo si aprendemos a descansar podemos tener compasión. De hecho, es posible tener una mirada de compasión, que sabe captar las necesidades del otro, solamente si nuestro corazón no está consumado por el ansia del hacer, si sabemos detenernos y, en el silencio de la adoración, recibir la Gracia de Dios.

Por ello, queridos hermanos y hermanas, podemos preguntarnos: ¿sé detenerme durante mis jornadas? ¿Sé tomarme un momento para estar conmigo mismo y con el Señor, o estoy siempre atrapado por la prisa, la prisa de las cosas por hacer? ¿Sabemos encontrar un poco de “desierto” interior en medio del ruido y las actividades de cada día?

Que la Virgen Santa nos ayude a “descansar en el Espíritu” incluso en medio de todas las actividades cotidianas, y a ser disponibles y compasivos hacia los demás.

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