LA PAZ, GRAVEMENTE AMENAZADA, NECESITA DE LA TREGUA OLÍMPICA DE PARÍS: MENSAJE DEL PAPA EN OCASIÓN DE LOS JUEGOS OLÍMPICOS PARÍS 2024 (19/07/2024)

Una ocasión para «superar las diferencias y las oposiciones» y para «fortalecer la unidad de la nación»; una ocasión «para derribar prejuicios, para promover la estima donde hay desprecio y desconfianza, y la amistad donde hay odio». Grandes esperanzas y expectativas del Papa Francisco para los Juegos Olímpicos de París, que se celebrarán en la capital francesa del 26 de julio al 11 de agosto. Unos Juegos que “por su propia naturaleza, son portadores de paz, no de guerra”, escribe el Santo Padre en el mensaje, fechado el pasado 27 de junio y enviado este 19 de julio, al Arzobispo Metropolitano Laurent Ulrich, que esta mañana celebró la Misa de apertura de la tregua olímpica en la iglesia parisina de La Madeleine. Compartimos a continuación, el texto de su mensaje, traducido del inglés:

A Su Excelencia
Arzobispo Laurent Ulrich
Arzobispo de París

Me uno a las intenciones de la Misa que está celebrando, Su Excelencia, mientras los Juegos Olímpicos están por celebrarse en su ciudad. Pido al Señor que envíe sus dones a todos los que participarán de una forma u otra – ya sea como atletas o espectadores – y también que apoye y bendiga a los que les darán la bienvenida, especialmente a los fieles de París y más allá.

Sé que las comunidades cristianas se están preparando para abrir las puertas de sus iglesias, escuelas y casas. Sobre todo, que abran las puertas de sus corazones, dando testimonio de Cristo que se mueve entre ellos y que les comunica su alegría, a través de la gratuidad y la generosidad de su hospitalidad con todos. Grandemente aprecio el hecho de que no haya olvidado a los más vulnerables, especialmente a los que se encuentran en situaciones muy precarias, y que el acceso a la celebración se ha hecho más sencillo para ellos. En un nivel más amplio, espero que la organización de estos Juegos le proveerá al pueblo de Francia de una maravillosa oportunidad para la armonía fraterna, permitiéndoles trascender diferencias y oposiciones y fortalecer la unidad de la nación.

Me uno a usted al dar la bienvenida a este prestigioso evento deportivo internacional. El deporte es un lenguaje universal que trasciende fronteras, lenguas, razas, nacionalidades y religiones; tiene la capacidad de unir a la gente, de animar el diálogo y la aceptación mutua; estimula la superación de uno mismo, forma el espíritu de sacrificio, fomenta la lealtad en las relaciones interpersonales; invita a la gente a reconocer sus propios límites y el valor de los demás. Los Juegos Olímpicos, si permanecen siendo realmente “juegos”, pueden por tanto ser un lugar de encuentro excepcional entre los pueblos, incluso los más hostiles. Los cinco anillos entrelazados representan el espíritu de fraternidad que debería caracterizar el evento Olímpico y las competencias deportivas en general.

Por eso espero que los Juegos Olímpicos de París serán una oportunidad imperdible para todos aquellos que vienen desde todo el mundo para descubrirse y apreciarse unos a otros, para romper prejuicios, para fomentar la estima donde hay desprecio y desconfianza, y amistad donde hay odio. Los Juegos Olímpicos son, por su propia naturaleza, un evento acerca de la paz, no de la guerra.

Fue en este espíritu que la Antigüedad sabiamente instituyó una tregua durante los Juegos, y que los tiempos modernos regularmente intentan revivir esta feliz tradición. En estos tiempos atribulados, en que la paz mundial está seriamente amenazada, es mi ferviente deseo que todos tomen en serio esta tregua, con la esperanza de resolver conflictos y restaurar la armonía. ¡Que Dios tenga piedad de nosotros! Que ilumine las conciencias de aquellos que están en el poder para las graves responsabilidades que les corresponden, que conceda a quienes trabajan por la paz éxito en sus tareas y los bendiga.

Encomendando a Santa Genoveva y a San Denis, Patronos de París, y a Nuestra Señora de la Asunción, Patrona de Francia, el feliz resultado de estos juegos, imparto mi bendición de corazón a usted, Su Excelencia, y a todos los que participarán en ellos.

Desde San Juan de Letrán, 27 de junio 2024

FRANCISCO

Comentarios