JÓVENES, CULTIVEN LA SOLIDARIDAD: ÁNGELUS DEL 05/04/2020

Este Domingo de Ramos, día en el que se celebra la XXXV Jornada Mundial de la Juventud a nivel diocesano, el Papa Francisco invitó a los jóvenes “a cultivar y dar testimonio de la esperanza, la generosidad y la solidaridad de la cual todos tenemos necesidad en este difícil momento”. Lo hizo este 5 de abril, justo después de concluir la celebración Eucarística del Domingo de Ramos y antes de recitar la oración mariana del Ángelus, en el altar de la Basílica de San Pedro. Compartimos a continuación el texto completo de su breve mensaje, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas:

Antes de concluir esta celebración, deseo saludar a cuantos han tomado parte a través de los medios de comunicación social. El particular, mi pensamiento va a los jóvenes de todo el mundo, que viven de manera inédita, a nivel diocesano, la Jornada Mundial de la Juventud de este día. Hoy estaba previsto la entrega de la Cruz de los jóvenes de Panamá a los de Lisboa. Este gesto tan sugerente se ha transferido al domingo de Cristo Rey, el 22 de noviembre próximo. En espera de ese momento, exhorto a ustedes jóvenes a cultivar y dar testimonio de la esperanza, la generosidad, la solidaridad de la que tanto todos tenemos necesidad en este tiempo difícil.

Mañana, 6 de abril, se celebra la Jornada Mundial del Deporte por la Paz y el Desarrollo, convocada por las Naciones Unidas. En este periodo, muchas manifestaciones están suspendidas, pero emergen los mejores frutos del deporte: la resistencia, el espíritu de equipo, la fraternidad, el dar lo mejor de sí… Entonces, lancemos de nuevo al deporte por la paz y el desarrollo.

Queridos todos, encaminémonos con fe en la Semana Santa, en la cual Jesús sufre, muere y resucita. Las personas y las familias que no podrán participar en las celebraciones litúrgicas están invitadas a recogerse en oración en casa, ayudadas también por los medios tecnológicos. Unámonos espiritualmente a los enfermos, a sus familiares y a cuantos los cuidan con tanta abnegación; oremos por los difuntos, en la luz de la fe pascual. Cada uno está presente en nuestro corazón, en nuestro recuerdo, en nuestra oración.

De María aprendamos el silencio interior, la mirada del corazón, la fe amorosa para seguir a Jesús en el camino de la cruz, que conduce a la gloria de la Resurrección. Ella camina con nosotros y sostiene nuestra esperanza.

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