SÓLO LA FRATERNIDAD PUEDE GARANTIZAR LA PAZ DURADERA: REGINA COELI DEL 02/04/2018

Este 2 de abril, “Lunes del Ángel”,antes de rezar el Regina Coeli, el Santo Padre se centró en la fraternidad como fruto de la Pascua de Cristo que, mediante su muerte y resurrección, derrotó al pecado. Los Evangelios narran – explicó el Pontífice - que cuando las mujeres fueron al Sepulcro lo encontraron abierto. Temían que no pudieran entrar porque la tumba se había cerrado con una piedra grande. En cambio - continuó el Papa - estaba abierto; y desde dentro una voz les dice que Jesús no está allí, sino que ha resucitado. Así, es la primera vez que se pronuncian las palabras: “Ha resucitado” y son los propios evangelistas quienes nos dicen que este primer anuncio fue dado por los ángeles. Además, hizo hincapié en la fraternidad como “fruto de la Pascua de Cristo que, mediante su muerte y resurrección, derrotó al pecado que separaba al hombre de Dios, al hombre de sí mismo, al hombre de sus hermanos” asegurando que “el pecado siempre separa, siempre hace enemistades”. Compartimos a continuación, el texto completo de su alocución, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El lunes después de al Pascua es llamado “lunes del Ángel”, según una tradición muy hermosa que corresponde a las fuentes bíblicas sobre la Resurrección. Narran, de hecho, los Evangelios (cfr Mt 28, 1-10, Mc 16, 1-7; Lc 24, 1-12) que, cuando las mujeres fueron al Sepulcro, lo encontraron abierto. Ellas temían no poder entrar porque la tumba estaba cerrada con una gran piedra. En cambio estaba abierta; y del interior una voz les dice que Jesús no está allí, sino que ha resucitado.

Por primera vez son pronunciadas las palabras: “Ha resucitado”. Los evangelistas nos refieren que este primer anuncio fue dado por los ángeles, es decir, mensajeros de Dios. Hay un significado en esta presencia angélica: como al anunciar la Encarnación del Verbo estuvo un ángel, Gabriel, así también al anunciar por primera vez la Resurrección no era suficiente una palabra humana. Se necesitaba un ser superior para comunicar una realidad así de desconcertante, totalmente increíble, que quizá ningún hombre se hubiera atrevido a pronunciarla. Después de este primer anuncio, la comunidad de los discípulos comienza a repetir: «De verdad el Señor ha resucitado. Y se ha aparecido a Simón», (Lc 24, 34). Es hermoso este anuncio. Podemos decirlo todos juntos ahora: “De verdad el Señor ha resucitado”. Este primer anuncio - “De verdad el Señor ha resucitado” - requería una inteligencia superior a la humana.

El día de hoy es un día de fiesta y de convivencia vivido generalmente con la familia. Es un día de familia. Después de haber celebrado la Pascua se siente la necesidad de reunirse de nuevo con los seres queridos y con los amigos para hacer fiesta. Porque la fraternidad es un fruto de la Pascua de Cristo que, con su muerte y resurrección, ha derrotado al pecado que separaba al hombre de Dios, al hombre de sí mismo, al hombre de sus hermanos. Nosotros sabemos que el pecado siempre separa, siempre hace enemistades. Jesús abatió el muro de división entre los hombres y restableció la paz, comenzando a tejer la red de una nueva fraternidad. En muy importante en este nuestro tiempo descubrir la fraternidad, como era vivida en las primeras comunidades cristianas. Descubrir cómo dar espacio a Jesús que nunca separa, siempre une. No puede haber una verdadera comunión y un compromiso por el bien común y la justicia social sin la fraternidad y el compartir. Sin el compartir fraterno no se puede realizar una comunidad eclesial o civil: sólo hay un conjunto de individuos movidos o agrupados por los propios intereses. Pero la fraternidad es una gracia que hace Jesús.

La Pascua de Cristo ha hecho explotar en el mundo otra cosa: la novedad del diálogo y de las relaciones, novedad que para los cristianos se convierte en una responsabilidad. De hecho, Jesús dijo: «En esto todos sabrán que son mis discípulos: si se aman unos a otros» (Jn 13, 35). Es por eso que no podemos encerrarnos en nuestra privacidad, en nuestro grupo, sino que somos llamados a ocuparnos del bien común, a cuidar a los hermanos, especialmente los más débiles y marginados. Sólo la fraternidad puede garantizar una paz duradera, puede vencer la pobreza, puede terminar las tensiones y las guerras, puede extirpar la corrupción y la criminalidad. El ángel que nos dice: “Ha resucitado”, nos ayude a vivir la fraternidad y la novedad del diálogo y de las relaciones y la preocupación por el bien común.

La Virgen María, que en este tiempo pascual invocamos con el título de Reina del Cielo, nos sostenga con su oración, para que la fraternidad y la comunión que experimentamos en estos días de Pascua, puedan convertirse en nuestro estilo de vida y el alma de nuestras relaciones.

Comentarios