TRANSFORMAR LA SOCIEDAD CON FRATERNIDAD Y SIN DESCARTAR A LOS POBRES: PALABRAS DEL PAPA A MIEMBROS DE LA FRATERNIDAD “CHEMIN NEUF” (30/04/2021)

La mañana de este 30 de abril, el Papa Francisco recibió en la Sala del Consistorio del Vaticano a los miembros de la Fraternidad política “Chemin Neuf”, que han viajado a Roma respetando las normas de restricción a causa de la pandemia. En su discurso, el Santo Padre les agradeció por la labor que realizan al servicio del bien común y en particular, de los más pobres. “Un camino que realizan trabajando por un mundo más justo y fraterno”, dijo el Papa. Compartimos a continuación, el texto traducido del italiano:

Queridos amigos:

Doy mi bienvenida a ustedes, miembros de la Fraternidad Política Chemin Neuf, y a través de expreso de corazón mi saludo a los jóvenes de varios países que, como ustedes, se benefician de las capacidades y el acompañamiento de la Comunidad Chemin Neuf. Les agradezco que hayan hecho este viaje a Roma, a pesar de las limitaciones de la pandemia.

Con ustedes, doy gracias al Señor por la obra de su Espíritu, que se manifiesta en su camino humano y espiritual al servicio del bien común y de los pobres especialmente, camino que realizan rechazando la miseria y trabajando por un mundo más justo y fraterno. En efecto, en la marcha desenfrenada por tener, por la carrera, por los honores o por el poder, los débiles y los pequeños son a menudo ignorados y rechazados, o considerados inútiles, es más – y esto no está ahí [en el texto] – son considerados como material de descarte. Por eso espero que su compromiso y entusiasmo en el servicio a los demás, moldeado por la fuerza del Evangelio de Cristo, restituya el gusto por la vida y la esperanza en el futuro a muchas personas, especialmente a muchos jóvenes.

«La vocación laical es ante todo la caridad en la familia y la caridad social o política: es un compromiso concreto a partir de la fe para la construcción de una sociedad nueva, es vivir en medio del mundo y de la sociedad para evangelizar sus diversas instancias, para hacer crecer la paz, la convivencia, la justicia, los derechos humanos, la misericordia, y así extender el Reino de Dios en el mundo» (Exhort. ap. postsinodal Christus vivit, 168). Es precisamente en esta dinámica en la que caminan, con una apertura ecuménica y un corazón dispuesto a acoger las diferentes culturas y tradiciones, para transformar el rostro de nuestra sociedad.

Queridos amigos, los animo a no tener miedo de recorrer los caminos de la fraternidad y de construir puentes entre las personas, entre los pueblos, en un mundo en el que se siguen levantando tantos muros por miedo a los demás. A través de sus iniciativas, sus proyectos y sus actividades, hacen visible una Iglesia pobre con y para los pobres, una Iglesia en salida que se acerca a las personas en situación de sufrimiento, precariedad, marginación, exclusión. En efecto, «de nuestra fe en Cristo hecho pobre, y siempre cercano a los pobres y excluidos, deriva la preocupación por el desarrollo integral de los más abandonados de la sociedad» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 186).

Con los jóvenes de sus sociedades, hoy más que nunca, enfrentan desafíos en los que está en juego el estado de salud de nuestra casa común. Se trata realmente de una conversión ecológica que reconoce la eminente dignidad de cada persona, su propio valor, su creatividad y su capacidad para buscar y promover el bien común. Lo que estamos viviendo actualmente con la pandemia nos enseña concretamente que todos estamos en el mismo barco y que podremos superar las dificultades sólo si aceptamos trabajar juntos. Y ustedes pasan unos días aquí en Roma precisamente para reflexionar sobre un aspecto particular de la vida en nuestra casa común: el de la presencia de los migrantes y su acogida en la Europa de hoy. En efecto, lo saben bien, «cuando hablamos de migrantes y desplazados, muy frecuentemente nos limitamos a números. ¡Pero no se trata de números, se trata de personas! Si las encontramos, podremos conocerlas. Y conociendo sus historias, lograremos comprender» (Mensaje para el 106º Día Mundial del Migrante y del Refugiado, 15 de mayo de 2020).

Queridos amigos, los invito a permanecer firmes en sus convicciones y en su fe. No olviden nunca que Cristo está vivo y que los llama a caminar con valor tras Él. Con Él, sean esa llama que hace renacer la esperanza en el corazón de tantos jóvenes desanimados, tristes, sin perspectivas. Que puedan generar lazos de amistad, de un compartir fraterno, para un mundo mejor. El Señor cuenta con su audacia, su valor y su entusiasmo.

Encomiendo a cada uno de ustedes y a sus familias, así como a los miembros de su Fraternidad y a todos los jóvenes que encuentren a la intercesión de la Virgen María y a la protección de San Ignacio. Los bendigo de corazón. Y por favor, no se olviden de orar por mí. Y que el Señor bendiga a todos ustedes, a cada uno de ustedes. Amén.

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