QUE LA MÚSICA SEA INSTRUMENTO DE UNIDAD: PALABRAS DEL PAPA EN EL III ENCUENTRO INTERNACIONAL DE COROS (24/11/2018)

Desde el viernes y hasta hoy 25 de noviembre tiene lugar en el Aula Pablo VI el Tercer Encuentro Internacional de Coros, organizado por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización en colaboración con la Onlus, Nova Opera, y en ocasión de la fiesta de Santa Cecilia, que se celebró el jueves pasado. Santa Cecilia es la patrona de la Música y de los músicos. Después del primer congreso en el 2014 y del Jubileo de los Coros del 2016, este evento ha reunido a ocho mil cantantes y músicos de todas partes del mundo, miembros de capillas musicales, grupos corales diocesanos y parroquiales, músicos, organistas, directores de coros y de oficinas litúrgicas de todo el mundo. Al asistir a la audiencia con el Papa, el Santo Padre les dijo que en el Aula con su presencia han permitido que la música y los cantos atraviesen los muros, que alcancen a todo el Vaticano. Han despertado al Vaticano exclamó el Pontífice. Reproducimos a continuación, el texto completo de su discurso, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas, buenos días:

Con su presencia en este Aula han resonado música y cantos que de alguna manera han traspasado las paredes: ¡han despertado al Vaticano! Es hermoso escuchar sus melodías y sentir la alegría y la seriedad con que todos juntos dan voz a la belleza de nuestra oración. Agradezco a Mons. Rino Fisichella por su creatividad y por sus palabras y la iniciativa que nos hace ver de cerca los tantos caminos de la evangelización.

Hace pocos días, como saben tuvo lugar el Sínodo de los Obispos, dedicado a los jóvenes, y un tema que se trató con interés fue precisamente el de la música: «Es muy peculiar la importancia de la música, que representa un verdadero y propio entorno en el que los jóvenes están constantemente inmersos, así como una cultura y un lenguaje capaces de suscitar emociones y plasmar la identidad. El lenguaje musical representa también un recurso pastoral, que interpela en particular la liturgia y su renovación» (Documento final, 47).

Su música y su canto son un verdadero instrumento de evangelización en la medida en que ustedes se hacen testimonio de la Palabra de Dios que toca el corazón de las personas, y permite una celebración de los sacramentos, en particular de la Sagrada Eucaristía, que hace percibir la belleza del Paraíso. No se detengan nunca en este compromiso tan importante para la vida de nuestras comunidades; de esta manera, con el canto dan voz a las emociones que están en lo profundo del corazón de todos. En los momentos de alegría y en la tristeza, la Iglesia está llamada a estar siempre cerca de las personas, para ofrecerles la compañía de la fe. Cuántas veces la música y el canto permiten hacer que esos momentos sean únicos en la vida de las personas, porque los conservan como un recuerdo precioso que ha marcado su existencia.

El Concilio Vaticano II, al realizar la renovación de la liturgia, reiteró que «la tradición musical de la Iglesia constituye un patrimonio de valor inestimable» (Const. Sacrosanctum Concilium, 112). Y así es. Pienso, en particular, en las muchas tradiciones de nuestras comunidades dispersas por el mundo entero, que hacen surgir las formas más arraigadas en la cultura popular, y que se convierten también en una oración verdadera. Esa piedad popular que sabe orar con creatividad, que sabe cantar con creatividad; esa piedad popular que, como ha dicho un obispo italiano, es “el sistema inmunitario” de la Iglesia. Y el canto lleva adelante esta piedad. A través de estas músicas y cantos se da también voz a la oración y de este modo se forma un verdadero coro internacional, donde al unísono se eleva al Padre de todos la alabanza y la gloria de su pueblo.

Su presencia, mientras hace resaltar la internacionalidad de sus respectivos países, permite comprender la universalidad de la Iglesia y sus diferentes tradiciones. Su canto y su música, sobre todo en la celebración de la Eucaristía, hacen evidente que somos un solo Cuerpo y cantamos con una sola voz nuestra única fe. Incluso si hablamos diferentes idiomas, todos pueden entender la música con la que cantamos, la fe que profesamos y la esperanza que nos aguarda.

Ustedes estudian y se preparan para hacer de su canto una melodía que favorezca la oración y la celebración litúrgica. No caigan, sin embargo, en la tentación de un protagonismo que eclipsa su compromiso, y humilla la participación activa del pueblo en la oración. Por favor, no hagan de “prima donna”. Sean animadores del canto de toda la asamblea y no la sustituyan, privando al pueblo de Dios de cantar con ustedes y de dar testimonio de una oración eclesial y comunitaria. A veces me da pena cuando, en algunas ceremonias, se canta muy bien pero la gente no puede cantar esas cosas… Ustedes que han comprendido más profundamente la importancia del canto y de la música, no menoscaben las otras expresiones de la espiritualidad popular: las fiestas patronales, las procesiones, las danzas y los cantos religiosos de nuestro pueblo también son un verdadero patrimonio de religiosidad que merece ser valorado y sostenido porque es siempre una acción del Espíritu Santo en el corazón de la Iglesia. El Espíritu en el canto nos ayuda a salir adelante.

Que la música, pues, sea un instrumento de unidad para hacer eficaz el Evangelio en el mundo de hoy, a través de la belleza que aún fascina y hace posible creer confiándose al amor del Padre.

Los acompaño con mi bendición y los encomiendo a Santa Cecilia, su Patrona, pero sobre todo les pido que no se olviden de rezar por mí, ¡oren por mí también con su canto! ¡Gracias!

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