DIOS HA VISITADO A SU PUEBLO: HOMILÍA DEL PAPA EN EL CENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO II (18/05/2020)

En el centenario del nacimiento de San Juan Pablo II (18 de mayo de 1920), el Papa Francisco presidió la Santa Misa en la capilla de San Sebastián de la Basílica de San Pedro, donde se encuentra la tumba del Papa Wojtyla. Entre los concelebrantes se encontraban el Cardenal Angelo Comastri, Vicario General del Papa para la Ciudad del Vaticano y Arcipreste de la Basílica Vaticana, y el Cardenal polaco Konrad Krajewski, Limosnero Apostólico, entre otros. En su homilía el Papa destacó tres rasgos del Papa Wojtyla: la oración, la cercanía y el amor por la justicia. Compartimos a continuación, el texto completo de su homilía, traducido del italiano:

«El Señor ama a su pueblo» (Sal 149, 4), hemos cantado, era el estribillo del canto interleccional. Y también una verdad que el pueblo de Israel repetía, que le gustaba repetir: «El Señor ama a su pueblo». Y en los momentos difíciles, siempre «el Señor ama»; hay que esperar cómo se manifestará este amor. Cuando el Señor enviaba, por este amor, a un profeta, a un hombre de Dios, la reacción del pueblo era: “El Señor ha visitado a su pueblo” (cf. Ex 4, 31), porque lo ama, lo ha visitado. Y lo mismo decía la multitud que seguía a Jesús viendo las cosas que hacía Jesús: “El Señor ha visitado a su pueblo” (cf. Lc 7,16).

Y hoy nosotros aquí podemos decir: hace cien años el Señor visitó a su pueblo. Envió a un hombre, lo preparó para ser Obispo y guiar a la Iglesia. Haciendo memoria de San Juan Pablo II, repetimos esto: “El Señor ama a su pueblo”, “el Señor ha visitado a su pueblo”; ha enviado a un pastor.

¿Y cuáles son, digamos, las “huellas” de buen pastor que podemos encontrar en San Juan Pablo II? ¡Muchas! Pero señalamos tres solamente. Ya que dicen que los jesuitas dicen siempre las cosas en grupos de tres, digamos tres: la oración, la cercanía a la gente, el amor a la justicia. San Juan Pablo II era un hombre de Dios porque oraba y oraba mucho. Pero ¿cómo puede un hombre que tiene tanto que hacer, tanto trabajo para guiar a la Iglesia..., tener tanto tiempo de oración? Él sabía bien que la primera tarea de un Obispo es orar. Y esto no lo ha dicho el Vaticano II, lo dijo San Pedro, cuando eligieron a los diáconos, dijeron: “Y a nosotros los Obispos, la oración y el anuncio de la Palabra” (cf. Hch 6, 4). La primera tarea de un Obispo es orar, y él lo sabía, él lo hacía. Modelo de Obispo que ora, la primera tarea. Y nos enseñó que cuando un Obispo hace el examen de conciencia por la noche debe preguntarse: ¿cuántas horas he orado hoy? Hombre de oración.

Segunda huella, hombre de cercanía. No era un hombre separado del pueblo, por el contrario, iba a buscar al pueblo; y viajó por todo el mundo, encontrando a su pueblo, buscando a su pueblo, haciéndose cercano. Y la cercanía es uno de los rasgos de Dios con su pueblo. Recordemos que el Señor le dice al pueblo de Israel: “Mira, ¿qué pueblo ha tenido a sus dioses tan cerca como yo estoy contigo?” (cf. Dt 4, 7). Una cercanía de Dios con el pueblo que luego se hace estrecha en Jesús, se fortalece en Jesús. Un pastor está cerca del pueblo, por el contrario, si no lo está, no es un pastor, es un jerarca, es un administrador, quizás bueno, pero no es un pastor. Cercanía al pueblo. Y San Juan Pablo II nos dio el ejemplo de esta cercanía: cercano a los grandes y a los pequeños, a los cercanos y a los lejanos, siempre cerca, se hacía cercano.

Tercera huella, el amor por la justicia. ¡Pero la justicia plena! Un hombre que quería la justicia, la justicia social, la justicia de los pueblos, justicia que rechaza las guerras. ¡Pero la justicia plena! Por esto San Juan Pablo II era el hombre de la misericordia, porque justicia y misericordia van juntas, no se pueden distinguir [en el sentido de separar], están juntas: justicia es justicia, misericordia es misericordia, pero la una sin la otra, no se encuentran. Y hablando del hombre de la justicia y la misericordia, pensemos en cuanto hizo San Juan Pablo II para que la gente entendiera la misericordia de Dios. Pensemos en cómo hizo avanzar la devoción a Santa Faustina [Kowalska] cuya memoria litúrgica desde hoy será para toda la Iglesia. Él había sentido que la justicia de Dios tenía este rostro de misericordia, esta actitud de misericordia. Y este es un don que nos ha dejado: la justicia-misericordia y la misericordia justa.

Pidámosle hoy, que nos dé a todos, especialmente a los pastores de la Iglesia pero a todos, la gracia de la oración, la gracia de la cercanía y la gracia de la justicia-misericordia, misericordia-justicia.

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