EL RUIDO DE LOS JÓVENES ES EL SONIDO DE SUS SUEÑOS: PALABRAS DEL PAPA A MIEMBROS DE LA ASOCIACIÓN NACIONAL SAN PABLO ITALIA (07/12/2023)

Un proyecto “profético” que no debemos cansarnos de llevar adelante con valentía y creatividad, “valentía para seguir adelante y creatividad para renovarlo siempre”, porque la Iglesia pero también la sociedad italiana lo necesitan. Con estas palabras el Papa Francisco recibió este 7 de diciembre a la delegación de la Asociación Nacional de San Pablo en Italia, en la Sala Clementina del Palacio Vaticano, con motivo del 60º aniversario de su fundación, en el contexto del Concilio, a instancias de Monseñor Battista Belloli, apoyado por el entonces Arzobispo Montini, futuro Pablo VI, quien da nombre a la asociación. Compartimos a continuación, el texto de su mensaje, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas:

Les doy la bienvenida en ocasión del 60º aniversario de la Asociación Nacional San Pablo Italia, conocida sencillamente como ANSPI. Es una celebración que ayuda a reencontrar en las raíces la savia vital para seguir comprometiéndose, con pasión, en la formación humana y cristiana de los jóvenes, a través de las actividades de los oratorios y los círculos juveniles de las parroquias.

Su red nació en el contexto conciliar por deseos de monseñor Battista Belloli, apoyado por el Arzobispo Montini – a quién está ligado el titular a la asociación según el apóstol Pablo – que precisamente en 1963 fue elegido Papa. En aquellos años de renovación de la catequesis, Mons. Belloli tuvo la feliz intuición de dar vida a una asociación que calificara la pastoral oratoriana a la luz del magisterio conciliar, valorando la aportación de los laicos y dando forma y alma a la educación integral. Su proyecto fue profético: ¡no se cansen de llevarlo adelante, con valentía y creatividad! La Iglesia lo necesita, pero también la sociedad italiana. En un tiempo en el que el mundo está envuelto en la espiral de la violencia, en sentimientos de desperdicio y odio, no dejen de trabajar por la educación, para apoyar a la familia, para comunicar la belleza de la fraternidad.

Sus propuestas recreativas, culturales y artísticas siempre están dirigidas a la educación integral de niños y jóvenes. Debemos considerar importante a toda la persona, todas sus dimensiones: afectiva, psicológica, espiritual, intelectual, física. San Juan Bosco decía que es necesario formar “buenos cristianos y honestos ciudadanos”, sabiendo bien que no es posible educar en compartimientos separados y que precisamente de la buena o mala educación de la Juventud depende un positivo o negativo porvenir para la sociedad. Eclesial y civil son dos caras de la misma medalla, no pueden ser antítesis, porque ambas contribuyen al bien del individuo y de la colectividad. Me gusta repetir un proverbio africano que encierra una gran verdad: para educar un niño es necesario todo un pueblo. Hoy más que nunca es necesario crear alianzas «para formar personas maduras, capaces de superar fragmentaciones y contraposiciones y reconstruir el tejido de relaciones para una humanidad más fraterna» (Mensaje para el lanzamiento del Pacto Educativo, 12 de septiembre 2019).

En esta óptica de colaboración, la red de sus oratorios y círculos realiza además un papel importante en apoyo a las familias, completando e integrando las prácticas civiles para el bienestar de los ciudadanos en los territorios. Pensemos, por ejemplo, en las actividades de verano que involucran a los más pequeños en sus períodos de vacaciones permitiendo a sus padres seguir trabajando; o en las actividades después de la escuela que, gracias a muchos voluntarios, constituyen un refugio contra el abandono escolar, además de un laboratorio de acogida e integración. Las suyas son realidades “puente” con las familias, con el territorio, con la comunidad eclesial y con la sociedad. Tengan abiertas las puertas, pero sobre todo los brazos y los corazones: no es fácil, pero sabemos que el otro siempre es una riqueza, que hay que cuidar y valorar.

Finalmente, les estoy agradecido porque mantienen abiertos espacios de gratuidad y alegría. A San Felipe Neri le gustaba repetir “estén alegres, estén alegres”. Los cristianos no pueden estar tristes, el Evangelio es alegría, esperanza, luz, anuncio de salvación. Y esto está ligado a la experiencia de lo gratuito, del don y del entregarse. En los espacios de lo gratuito se sonríen, se atestigua la alegría de los hijos de Dios..., ¡y se hace ese ruido bueno que no nubla sino que libera! El ruido de los jóvenes es el sonido de sus sueños, de su entusiasmo, de su deseo de ser protagonistas y cambiar el mundo, de su capacidad de transformar en música las notas desafinadas de este tiempo. Este ruido nos hace bien, nos despierta del adormecimiento de las falsas certezas y las costumbres cómodas.

Muy queridos, su santo patrono, San Pablo, escribía: «Estén siempre alegres en el Señor, se los repito: estén alegres» (Fil 4, 4). Encomiendo a él, y a la Virgen Santa, a su asociación, a sus jóvenes, a los educadores y las familias. Gracias por su visita y por su trabajo al servicio de la iglesia y la comunidad. Los bendigo de corazón. Y por favor, no se olviden de orar por mí.

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