CERCANOS A TIERRA SANTA QUE VIVE UNA NAVIDAD DE DOLOR: PALABRAS DEL PAPA A ACTORES Y TRABAJADORES DEL NACIMIENTO VIVIENTE DE SANTA MARÍA MAYOR (16/12/2023)
Queridos hermanos y hermanas, buenos días y bienvenidos:
Han venido ya portando el vestuario para el Nacimiento Viviente de esta tarde en Santa María Mayor. ¡Les agradezco! Agradezco al Cardenal [S. Ryłko, Arcipreste de la Basílica] y le agradezco a Monseñor Makrickas que los ha involucrado en un número tan grande en esta hermosa iniciativa.
La Basílica de Santa María Mayor custodia la reliquia de la cuna de Jesús y por tanto tiene un vínculo totalmente particular con Belén y con el pesebre. De hecho conserva también el grupo escultórico de Arnolfo di Cambio, deseado por el Papa Niccolò IV, considerado el primer Nacimiento de la historia del arte. Por eso quiero compartir con ustedes dos pensamientos solamente, para que los acompañen durante el día. Dos pensamientos.
Ante todo pienso en San Francisco. El nacimiento viviente, lo sabemos, lo inventó él, en Greccio, precisamente hace 800 años. Pero es importante recordar el porqué de aquella invención suya, entender su sentido, para no reducirla solamente a un hecho folklórico. Francisco quería representar en vivo el nacimiento de Jesús para suscitar en los frailes y en la gente la emoción, la ternura ante el misterio de Dios nacido de María en un establo y recostado en un pesebre. Quería hacer concreta la representación: no una pintura, no estatuas, sino personas de carne y hueso, para que resaltara la realidad de la Encarnación. Entonces, el primer pensamiento que les dejo es este: el objetivo del nacimiento viviente es despertar en el corazón el asombro ante el misterio de Dios que se hace niño.
El segundo pensamiento es para nuestros hermanos y hermanas de Belén, la Belén de hoy. Y naturalmente se extiende a todos los habitantes de la Tierra donde Jesús nació, vivió, murió y resucitó. Sabemos cuál es la situación, debido a la guerra, consecuencia de un conflicto que dura desde hace décadas. Entonces su representación debe ser vivida en solidaridad con estos hermanos y hermanas que sufren tanto. Para ellos se anuncia una Navidad de dolor, de luto, sin peregrinos, sin celebraciones. No queremos dejarlos solos. Estemos cerca de ellos con la oración, con la ayuda concreta y también con su Nacimiento Viviente, que recuerda a todos cómo el sufrimiento de Belén es una herida abierta para el Medio Oriente y para el mundo entero. Esta Navidad pensemos, pensemos en Tierra Santa.
Queridos hermanos y hermanas, les deseo que vivan con fe y con alegría este día; ¡que sea un testimonio del Evangelio! De corazón los bendigo a todos ustedes y a sus seres queridos. Y no se olviden de orar por mí. ¡Feliz Navidad!
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