FIJARNOS MÁS EN LO QUE NOS UNE QUE EN LAS DIFERENCIAS: PALABRAS DEL PAPA EN EL ENCUENTRO CON LOS VALDENSES EN TURÍN (22/06/2015)

En su segunda jornada en Turín, el Papa Francisco visitó la mañana de este lunes 22 de junio, a la comunidad del Templo Valdense. En este encuentro histórico, puesto que se trata de la primera visita de un Sucesor de Pedro, el Pontífice fue recibido por el Moderador de la Mesa Valdense, Eugenio Bernardini, el Pastor titular de esta Iglesia, Paolo Ribet, y el Presidente del Consistorio de la Iglesia Evangélica Valdense, Sergio Velluto. El papa se refirió con sumo respeto a los asistentes y les invitó a seguir caminando juntos subrayando aquello que nos une, más que los que nos separa. Reproducimos a continuación, el texto completo del Papa Francisco, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas:

Con gran alegría me encuentro hoy entre ustedes. Los saludo a todos con las palabras del apóstol Pablo: "A ustedes, que son de Dios Padre y del Señor Jesucristo, les deseamos gracia y paz" (1 Ts 1,1 - Traducción interconfesional en lengua corriente). Saludo en particular al Moderador de la Mesa Valdense, Reverendo Pastor Eugenio Bernardini, y al Pastor de esta comunidad de Turín, Reverendo Paolo Ribet, a quien va mi sentido agradecimiento por la invitación que gentilmente me ha hecho. La cordial acogida que hoy me reservan me hace pensar en los encuentros con los amigos de la Iglesia Evangélica Valdense de Río de la Plata, de la que he podido apreciar la espiritualidad y la fe, y aprender muchas cosas buenas.

Uno de los principales frutos que el movimiento ecuménico ha ya permitido recoger en estos años es el redescubrimiento de la fraternidad que une a todos los que creen en Jesucristo y son bautizados en su nombre. Este legado no está basado en criterios simplemente humanos, sino en la radical capacidad de compartir la experiencia fundante de la vida cristiana: el encuentro con el amor de Dios que se revela a nosotros en Jesucristo y la acción transformante del Espíritu Santo que nos asiste en el camino de la vida. El redescubrimiento de tal fraternidad nos llama a tomar el profundo legado que ya nos une, a pesar de nuestras diferencias. Se trata de una comunión todavía en camino - y la unidad se hace en camino - una comunión que, con la oración, con la continua conversión personal y comunitaria y con la ayuda de los teólogos, esperamos, confiados en la acción del Espíritu Santo, pueda hacerse plena y visible comunión en la verdad y la caridad.

La unidad que es fruto del Espíritu Santo no significa uniformidad. Los hermanos de hecho se unen en una comunidad desde un mismo origen pero nos son idénticos entre sí. Esto es muy claro en el Nuevo Testamento, donde, al ser también llamados hermanos todos aquellos que comparten la misma fe en Jesucristo, se intuye que no todas las comunidades cristianas, de las que ellos eran miembros, tenían el mismo estilo, ni una idéntica organización interna. De hecho, al interior de la misma pequeña comunidad podían surgir distintos carismas (cfr 1 Cor 12-14) y en el anuncio del Evangelio había diversidad y contrastes (cfr Hch 15, 36-40). Desafortunadamente, ha sucedido y continúa ocurriendo que los hermanos no aceptan su diversidad y terminen por hacerse la guerra uno contra el otro. Reflexionando sobre la historia de nuestras relaciones, no podemos más que entristecernos frente a las contiendas y la violencia cometida en nombre de la propia fe, y pido al Señor que nos de la gracia de reconocernos todos pecadores y de sabernos perdonar unos a otros. Es por iniciativa de Dios, el cual no se resigna frente al pecado del hombre que nos abre nuevos caminos para vivir nuestra fraternidad y a esto no podemos negarnos. De parte de la Iglesia Católica le pido perdón. Les pido perdón por las actitudes y los comportamientos no cristianos, es más, no humanos que, en la historia, hemos tenido contra ustedes. ¡En nombre del Señor Jesucristo, perdónenos!

Por ello estamos profundamente agradecidos al Señor al constatar que las relaciones entre católicos y valdenses hoy están siempre basadas en el mutuo respeto y en la caridad fraterna. No son pocas las ocasiones que han contribuido a hacer más firme tales relaciones. Pienso, sólo por citar algunos ejemplos - también el Reverendo Bernardini lo ha hecho - en la colaboración para la publicación en italiano de una traducción interconfesional de la Biblia, en la intensa pastoral para la celebración del matrimonio y, más recientemente, en la redacción de un llamado conjunto contra la violencia contra las mujeres. Entre los muchos contactos cordiales en diversos contextos locales, donde se comparte la oración y el estudio de las Escrituras, quiero recordar el intercambio ecuménico de regalos llevado a cabo con ocasión de la Pascua, en Pinerolo, de la Iglesia Valdense de Pinerolo y de la Diócesis. La Iglesia Valdense ha ofrecido a los católicos el vino para la celebración de la Vigilia de Pascua y la Diócesis católica ha ofrecido a los hermanos valdenses el pan para la Santa Cena del Domingo de Pascua. Se trata de un gesto entre las dos Iglesias que va más allá de la simple cortesía y que hace pregustar, de alguna manera esa unidad de la mesa eucarística que anhelamos.

Animados por estos pasos, estamos llamados a continuar caminando juntos. Un ámbito en el cual se abren posibilidades de colaboración entre valdenses y católicos es el de la evangelización. Conscientes de que el Señor nos ha precedido y siempre nos precede en el amor (cfr 1 Jn 4, 10), vamos juntos al encuentro de los hombres y mujeres de hoy, que a veces parecen tan distraídos e indiferentes, para transmitirles el corazón del Evangelio, esto es "la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado" (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 36). Otro ámbito en el que podemos trabajar siempre más unidos es el del servicio a la humanidad que sufre, a los pobres, a los enfermos, a los migrantes. Gracias por lo que ha dicho sobre los migrantes. De la obra liberadora de la gracia en cada uno de nosotros deriva la exigencia de dar testimonio del rostro misericordioso de Dios que cuida de todos y, en particular, de quien se encuentra en necesidad. La opción por los pobres, por los últimos, de aquellos que la sociedad excluye, nos acerca al corazón mismo de Dios, que se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (cfr 2 Cor 8, 9) y, como consecuencia, nos acerca aún más a unos con otros. Las diferencias sobe importantes cuestiones antropológicas y éticas, que continúan existiendo entre católicos y valdenses, no nos impidan buscar formas de colaboración en estos y otros campos. Si caminamos juntos, el Señor nos ayuda a vivir esa comunión que precede a todo contraste.

Queridos hermanos y hermanas, les agradezco nuevamente por este encuentro, que quisiera se confirmase en un nuevo modo de ser los unos con los otros: mirando ante todo la grandeza de nuestra fe común y de nuestra vida en Cristo y en el Espíritu Santo y solamente después, las diferencias que aún subsisten. Les aseguro mi recuerdo en la oración y les pido por favor rezar por mi: lo necesito. El Señor conceda a todos nosotros su misericordia y su paz.

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