SER MÁS HERMANOS EN EL SERVICIO: HOMILÍA DEL PAPA EN LA MISA “IN COENA DOMINI” EN EL CENTRO PENITENCIARIO DE VELLETRI (18/04/2019)

Este 18 de abril, en torno a las cinco de la tarde, el Papa Francisco presidió la Misa de la Cena del Señor (In coena Domini) con la que se da inicio a la celebración del Triduo Pascual en el Centro Penitenciario de Velletri, ubicado a unos 60 kilómetros de Roma, junto a los reclusos, el personal civil y los agentes de policía de prisiones. Los reclusos de Velletri recibieron al Santo Padre con gran emoción y celebraron con profundo recogimiento la Misa del Jueves Santo, día en el que Jesús instituyó la Eucaristía y el mandamiento universal de “amarnos los unos a los otros como Él primero, nos ha amado”. El Papa Francisco pronunció una homilía de manera espontánea, hablando desde el corazón conmovido ante los rostros de los allí presentes: cada uno de ellos carga a cuestas su historia de vida, sus dolores y penas; en definitiva su propia cruz. Reproducimos a continuación, la homilía pronunciada por el Santo Padre, traducida del italiano:

Los saludo a todos y les agradezco por la acogida.

Recibí una bella carta, hace unos días, de algunos de ustedes que hoy no estarán aquí, pero me han dicho cosas muy bellas y agradezco por lo que escribieron.

En esta oración estoy muy unido a todos: a los que están aquí y a los que no están.

Hemos escuchado lo que hizo Jesús. Es interesante. Dice el Evangelio: “Sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos”, es decir Jesús tenía todo el poder, todo. Y después, comienza a hacer este gesto de lavar los pies. Es un gesto que hacían los esclavos en aquel tiempo, porque no había asfalto en las calles y la gente, cuando llegaba, tenía polvo en sus pies; cuando llegaba a una casa de visita o para almorzar, había esclavos que lavaban los pies. Y Jesús hace este gesto: lava los pies. Hace un gesto de esclavo: Él, que tenía todo el poder, Él, que era el Señor, hace el gesto de un esclavo. Y después aconseja a todos: “Hagan este gesto también entre ustedes”. Esto es, sírvanse uno al otro, sean hermanos en el servicio, no en la ambición, como quien domina al otro o quien pisotea al otro, no, sean hermanos en el servicio. ¿Necesitas algo, un servicio? Yo te lo hago. Esta es la fraternidad. La fraternidad es humilde, siempre: está al servicio. Y yo haré este gesto – la Iglesia quiere que el Obispo lo haga todos los años, una vez al año, al menos el Jueves Santo – para imitar el gesto de Jesús y también para hacerse el bien con el ejemplo a sí mismo, porque el Obispo no es el más importante, sino debe ser el más servidor. Y cada uno de nosotros debe ser el servidor de los demás.

Esta es la regla de Jesús y la regla del Evangelio: la regla del servicio, no del dominar, de hacer el mal, de humillar a los demás. ¡Servicio! Una vez, cuando los apóstoles discutían entre ellos, discutían “quién es más importante entre nosotros”, Jesús toma a un niño y dice: “El niño. Si su corazón no es un corazón de niño, no serán mis discípulos”. Corazón de niño, sencillo, humilde pero servidor. Y allí añade una cosa interesante que podemos relacionar con este gesto de hoy. Dice: “Estén atentos: los jefes de las naciones dominan, pero entre ustedes no debe ser así. El más grande debe servir al más pequeño. Quien se sienta el más grande, debe ser servidor”. También todos nosotros debemos ser servidores. Es verdad que en la vida hay problemas: luchamos entre nosotros… pero esto debe ser una cosa que pasa, una cosa pasajera, porque en nuestro corazón debe haber siempre este amor por servir al otro, de estar al servicio del otro.

Y que este gesto que hoy haré sea para todos nosotros un gesto que nos ayude a ser cada vez más servidores unos de los otros, más amigos, más hermanos en el servicio. Con estos sentimientos continuamos la celebración con el lavatorio de pies.

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