QUÉDATE CERCA DE LAS FAMILIAS: ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO A LA INMACULADA CONCEPCIÓN (08/12/2018)

El Papa Francisco, en su oración a la Virgen María en la Plaza de España este 8 de diciembre, le pidió a la Madre de Dios, que se quede cerca de las familias que hoy en Roma, en Italia, y en el mundo entero viven situaciones de indiferencia, rechazo y a veces desprecio. Le pidió que sean tutelados los derechos de las familias. En la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, el Papa Francisco se dirigió a la Basílica de Santa María Mayor, para rendir un homenaje a la Virgen Salus Populi Romani y después se dirigió a las cuatro de la tarde a la Plaza de España, al acto de oración y homenaje a la Virgen de la Inmaculada. Ahí el Papa dirigió a la Virgen la siguiente oración, que transcribimos a continuación:

Madre Inmaculada,
en el día de tu fiesta, tan querida para el pueblo cristiano,
vengo a rendirte homenaje en el corazón de Roma.

En mi ánimo llevo a los fieles de esta Iglesia
y a todos lo que viven en esta ciudad, especialmente a los enfermos
y a cuantos por diferentes situaciones experimentan grandes fatigas para ir adelante.

Antes de nada, queremos agradecerte
por el cuidado materno con que acompañas nuestro camino:
¡cuántas veces escuchamos contar con lágrimas en los ojos
de quienes han experimentado tu intercesión,
las gracias que pides por nosotros a tu Hijo Jesús!

Pienso también en una gracia ordinaria que hagas a la gente que vive en Roma:
la de afrontar con paciencia las dificultades de la vida cotidiana.
Pero para ello te pedimos la fuerza para no resignarnos, al contrario,
hacer cada día cada uno su parte para mejorar las cosas,
para que el cuidado de cada uno haga a Roma más bella y habitable para todos;
para que el deber bien hecho de cada uno asegure los derechos de todos.
Y pensando en el bien común de esta ciudad,
te pedimos por aquellos que desempeñan funciones de mayor responsabilidad:
obtén para ellos sabiduría, amplitud de miras, espíritu de servicio y de colaboración.

Virgen Santa,
deseo confiarte de modo particular a los sacerdotes de esta Diócesis:
los párrocos, los vice párrocos, los sacerdotes ancianos que con corazón de pastores
continúan trabajando al servicio del pueblo de Dios,
y tantos sacerdotes estudiantes de todas partes del mundo que colaboran en las parroquias.
Para todos ellos te pido la dulce alegría de evangelizar
y el don de ser padres, cercanos a la gente, misericordiosos.

A ti, Señora toda consagrada a Dios, te confío a las mujeres consagradas
en la vida religiosa y en la secular,
que, gracias a Dios, en Roma son muchas, más que en cualquier otra ciudad del mundo,
y forman un mosaico estupendo de nacionalidades y culturas.
Para ellas te pido la alegría de ser, como tú, esposas y madres,
fecundas en la oración, en la caridad, en la compasión.

Oh Madre de Jesús,
una última cosa te pido, en este tiempo de Adviento,
pensando en los días en tú y José se encontraban angustiados
por el nacimiento inminente de su hijo,
preocupados porque era el tiempo del censo
y también ustedes debían dejar su pueblo, Nazareth, e ir a Belén…

Tú sabes qué quiere decir llevar vida en el seno
y sentir alrededor la indiferencia, el rechazo, en ocasiones el desprecio.
Por eso te pido que estés cerca a las familias que hoy
en Roma, en Italia, en el mundo entero, viven situaciones similares,
para que no sean abandonadas a su suerte, sino que sean tuteladas en sus derechos,
derechos humanos que están antes que cualquier otra legítima exigencia.

Oh María Inmaculada,
aurora de esperanza al horizonte de la humanidad,
vela sobre esta ciudad,
sobre las casas, sobre las escuelas, sobre las oficinas, sobre las tiendas,
sobre las fábricas, sobre los hospitales, sobre las cárceles;
que en ningún lugar falte lo que Roma tiene de más precioso,
y que conserva para el mundo entero, el testamento de Jesús:
“Ámense los unos a los otros, como yo los he amado”.

Amén.

Comentarios