ANUNCIAR LA PALABRA A UN MUNDO A MENUDO SORDO A LA VOZ DE DIOS: PALABRAS DEL PAPA A REPRESENTANTES DE LA ALIANZA BÍBLICA UNIVERSAL (16/02/2023)

El Papa Francisco recibió en la Biblioteca del Palacio Apostólico Vaticano, la mañana de este 16 de febrero, a una delegación de la Alianza Bíblica Universal a quienes les dijo que “las persecuciones se convierten en ocasiones para difundir la Palabra, no para olvidarla”. También destacó que la difusión de la Biblia a través de la publicación de textos en diversas lenguas y su distribución en los distintos continentes es una obra encomiable. Transcribimos a continuación, el texto de su mensaje, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas:

Agradezco por el saludo al Rvdo. Dirk Gevers, Secretario General de la Alianza Bíblica Universal. Dijo mi bienvenida a todos ustedes y al Cardenal Koch que los acompaña. «Que la gracia del señor Jesús esté con ustedes. Mi amor está con todos ustedes en Jesucristo» (1 Cor 16, 24).

El libro de los Hechos de los Apóstoles narra la difusión de la Palabra de Dios después del evento pascual. Después de Pentecostés, con la fuerza y la guía del Espíritu Santo, los Apóstoles difunden el kerygma, explican el significado de las escrituras a la luz del misterio de Jesucristo y advierten sobre aquellos que la utilizan con mala disposición o por intereses mezquinos.

Las vicisitudes de la Iglesia naciente son similares a las de nuestros días. La Palabra es proclamada, escuchada y vivida en circunstancias favorables y desfavorables, por distintos caminos y con expresiones distintas, enfrentando graves dificultades y persecuciones, en un mundo a menudo sordo a la voz de Dios.

La Iglesia naciente vive de la Palabra, la proclama y, perseguida, huye con ella como su único equipaje. Así, las persecuciones se convierten en ocasiones para difundir la Palabra, nunca para olvidarla. El caso del diácono Felipe es emblemático: la persecución lo impulsa a ir a Samaria y, al llegar ahí, no habla de su dolor, si no predica a Cristo y cura a los enfermos, «y hubo gran alegría en esa ciudad» (Hch 8, 8).

Pienso en muchos cristianos que, en nuestro tiempo, son obligados a huir de su tierra. Hombres y mujeres que, como los primeros creyentes, huyen llevando consigo la Palabra recibida. Custodian su fe como el tesoro que da sentido a las circunstancias duras, a veces terribles que deben enfrentar: abrazando la Cruz de Cristo venera en la Palabra de Dios que «dura por siempre» (Is 40, 8; cf. 1 Pe 1, 23-25).

Pero el libro de los Hechos nos pone en guardia. Felipe, en su misión, se enfrenta también con la incapacidad de comprender y recibir la Palabra de Dios de dos de sus interlocutores. En circunstancias muy distintas, ambos tienen acceso a la Palabra, pero Simón el Mago está tan lleno de sí mismo que se excluye de la posibilidad de recibir el don de Dios; el Etíope, en cambio, está sediento de Dios y no solo comprende la Palabra a través del ministerio de Felipe, sino que le pide el bautismo, lo recibe, y continúa su viaje como cristiano y – dice el texto – «lleno de alegría» (Hch 8, 39).

Queridos hermanos y hermanas, la “carrera” de la Palabra de Dios continúa aún hoy, y ustedes, con su actividad, se ponen a su servicio. La difusión de la Biblia a través de la publicación de textos en distintas lenguas y su distribución en distintos continentes es una obra encomiable. Los datos que publican son significativos; y me alegra saber que esta tarea de la Alianza Bíblica se desarrolla cada vez más en colaboración con muchos católicos en muchos países.

Pido al Espíritu Santo que guíe y apoye siempre su servicio. Él, de hecho, es capaz de revelar las profundidades de Dios, de manera que quienes se acercan al texto sacro «lleguen a la obediencia de la fe» (Rom 16, 26), al encuentro con Dios, por medio de Jesucristo (cf. v. 27).

Les agradezco por esta visita e invoco de corazón sobre ustedes y su trabajo la bendición del Señor. Y les pido por favor orar por mí. Gracias.

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