QUE CATÓLICOS Y ORTODOXOS CAMINEN CADA VEZ MÁS JUNTOS: PALABRAS DEL PAPA A LA DELEGACIÓN DEL PATRIARCADO ECUMÉNICO DE CONSTANTINOPLA (28/06/2018)

Al dar su cordial bienvenida a la Delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla este 28 de junio, en vísperas de la fiesta de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, el Pontífice manifestó su alegría por este encuentro en representación de Su Santidad el Patriarca Ecuménico Bartolomé I y el Santo Sínodo. “Su presencia con ocasión de las celebraciones en honor de los Patronos principales de la Iglesia de Roma es signo de la creciente comunión que une a la Iglesia Católica y al Patriarcado Ecuménico”. El Obispo de Roma recordó que hacer memoria de los Apóstoles, de sus enseñanzas y de su testimonio “significa recordar las raíces comunes sobre las cuales se edifican nuestras Iglesias hermanas, y también tomar conciencia de la común misión al servicio del Evangelio, para generar una humanidad nueva, que tiende a Dios”. Compartimos a continuación, el texto completo de su discurso, traducido del italiano:

Eminencia, queridos hermanos en Cristo:

En este día de vigilia de la Fiesta de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, me llena de alegría encontrarme con ustedes que han venido a Roma para representar a Su Santidad el Patriarca Ecuménico Bartolomé y al Santo Sínodo y darles mi más cordial bienvenida. Su presencia en ocasión de las celebraciones en honor de los patronos principales de la Iglesia de Roma es signo de la creciente comunión que une a la Iglesia Católica y el Patriarcado Ecuménico.

Hacer memoria de los Apóstoles, de su enseñanza y de su testimonio significa recordar las raíces comunes sobre las que se edifican nuestras Iglesias hermanas, pero también tomar conciencia de la misión común al servicio del Evangelio, para generar una humanidad nueva, que tiende hacia Cristo.

En muchas sociedades que tradicionalmente se decían cristianas, junto a ejemplos luminosos de fidelidad al Señor Jesucristo, se asiste a un progresivo ofuscamiento de la fe cristiana, que ya no incide en las opciones de los individuos y en las decisiones públicas. El desprecio de la dignidad de la persona humana, la idolatría del dinero, la difusión de la violencia, la absolutización de la ciencia y de la técnica, la explotación desconsiderada de los recursos naturales son solamente algunos de los graves signos de una trágica realidad, a la cual no podemos resignarnos. Comparto plenamente cuanto el Patriarca Ecuménico Su Santidad Bartolomé ha afirmado en el discurso pronunciado en el curso de su reciente visita a Roma para participar en la Convención internacional sobre “Nuevas políticas y estilos de vida en la era digital”: «Rechazamos la cínica frase “No hay alternativa” […] Es inaceptable que las formas alternativas de desarrollo y la fuerza de la solidaridad social y de la justicia sean ignoradas y calumniadas. Nuestras Iglesias pueden crear nuevas posibilidades de transformación para nuestro mundo. De hecho, la Iglesia misma es un evento de transformación, de compartir, de amor y de apertura. […] En nuestras Iglesias experimentamos la bendita certeza de que el futuro no pertenece al “tener” sino al “ser”, no a la “πλεονεξία” (pleonexia, apetito ávido por las cosas; N. del T.) sino al “compartir”, no al individualismo y al egoísmo sino a la comunión y a la solidaridad: no pertenece a la división sino al amor».

Me consuela constatar que esta convergencia de visiones con mi amado hermano Bartolomé se traduce en un trabajo concreto común. También en el curso de estos últimos meses el Patriarcado Ecuménico y la Iglesia Católica han colaborado en iniciativas concernientes a temas de notable importancia, como la lucha contra las formas modernas de esclavitud, la defensa de la creación, la búsqueda de la paz. Con este propósito, estoy muy agradecido a Su Santidad Bartolomé por haber aceptado inmediatamente mi invitación a encontrarnos el próximo 7 de julio en Bari, junto a las cabezas de Iglesias y Comunidades cristianas del Medio Oriente, para orar y reflexionar sobre la trágica situación que aflige a tantos hermanos y hermanas de aquella región.

Es mi deseo que se multipliquen las oportunidades en que católicos y ortodoxos, a todos los niveles, podamos trabajar juntos, orar juntos, anunciar juntos el único Evangelio de Jesucristo que hemos recibido de la predicación apostólica, para experimentar cada vez más en este camino común la unidad que, por gracia de Dios, ya nos une.

Eminencia, queridos hermanos, gracias una vez más por su presencia. Por intercesión de los Santos Pedro y Pablo y de San Andrés, hermano de San Pedro, el Señor Omnipotente nos conceda ser fieles anunciantes del Evangelio. Y, mientras invoco sobre todos nosotros su bendición, les pido por favor orar por mí. ¡Gracias!

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