NO AL ODIO Y A LA VENGANZA: ÁNGELUS DEL 18/10/2015

"No al odio y a la venganza", apremiante llamado del Papa Francisco a la hora del Ángelus ante la violencia en Tierra Santa, después de la Misa de Canonización celebrada en la Plaza de San Pedro este domingo 18 de octubre. El Santo Padre pidió que se haga la paz y que recemos para que Dios nos refuerce a todos, a gobernantes y ciudadanos, para dar pasos concretos ante este gran conflicto del Medio Oriente.

A continuación, el texto completo de su alocución, traducido del italiano:

Queridos hermanos y hermanas:

Sigo con gran preocupación la situación de tensión y violencia que afecta la Tierra Santa. En este momento se necesita mucho coraje y mucha fortaleza de ánimo para decir no al odio y a la venganza y cumplir gestos de paz. Por esto rezamos, para que Dios refuerce en todos, gobernantes y ciudadanos, la valentía de oponerse a la violencia y de realizar pasos concretos de distensión. En el contexto actual de Oriente Medio es más que nunca decisivo que se haga la paz en la Tierra Santa: esto nos pide Dios y el bien de la humanidad.

Al final de esta celebración, deseo saludar a todos ustedes que han venido a rendir homenaje a los nuevos Santos, especialmente a las Delegaciones oficiales de Italia, España y Francia.

Saludo a los fieles de la diócesis de Lodi y Cremona, así como a las Hijas del Oratorio. Que el ejemplo de San Vicente Grossi sostenga el compromiso por la educación cristiana de las nuevas generaciones.

Saludo a los peregrinos que han venido de España, en particular de Sevilla, y a las Hermanas de la Compañía de la Cruz. Que el testimonio de Santa María de la Purísima nos ayude a vivir la solidaridad y cercanía con los más necesitados.

Saludo a los fieles provenientes de Francia, sobre todo de Bayeux, Lisieux y Sées: a la intercesión de los santos esposos Luis Martin y Maria Celia Guérin encomendamos las alegrías, las esperanzas y las dificultades de las familias francesas y de todo el mundo.

Agradezco a los señores Cardenales, a los Obispos, sacerdotes, personas consagradas, así como a las familias, los grupos religiosos y asociaciones.

Y ahora nos dirigimos con amor filial a la Virgen María.

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