SALIR DE NUESTROS SEPULCROS: HOMILÍA DEL PAPA DURANTE LA MISA EN LA PARROQUIA DE SAN GREGORIO MAGNO (06/04/2014)

Ayer domingo a las 16:00 hrs (hora de Roma), el Papa visitó la parroquia romana de San Gregorio Magno, en el barrio Portuense. Como de costumbre el Papa saludó a fieles y parroquianos y tuvo diversos encuentros con los niños y muchachos del catequismo; con los enfermos y ancianos. En esta ocasión fueron presentadas al Papa las distintas realidades sociales de la zona, entre ellas, la Asociación de integración social para personas discapacitadas “Lámpara de los deseos”, la Cooperativa “La Prora” que se ocupa de la reinserción laboral de los ex-convictos y ex-toxicómanos. Finalmente el Papa visitó la Casa de la Caridad, una estructura parroquial, animada por las Carmelitas Menores de la Caridad y diversos voluntarios. Compartimos a continuación el texto de su homilía, traducido del italiano:

Las tres lecturas de hoy nos hablan de Resurrección, nos hablan de vida. Aquella bella promesa del Señor: “He aquí que yo abro sus sepulcros, los hago salir de sus tumbas” (Ez 37, 12), es la promesa del Señor que tiene la vida y tiene la fuerza de dar vida, para que aquellos que están muertos puedan retomar la vida. La segunda lectura nos dice que nosotros estamos bajo el Espíritu Santo y Cristo en nosotros, su Espíritu, nos resucitará. Y en la tercera lectura, el Evangelio, hemos visto como Jesús le ha dado la vida a Lázaro. Lázaro que estaba muerto, ha vuelto a la vida.

Simplemente, quiero decir una cosa pequeña, pequeña. Todos nosotros tenemos dentro algunas zonas, algunas partes de nuestro corazón que no están vivas, que están un poco muertas. Y algunas tienen muchas partes del corazón, muertas. Una verdadera necrosis espiritual. Y nosotros, cuando tenemos esta situación, nos damos cuanta, queremos salir, pero no podemos. Solamente el poder de Jesús, el poder de Jesús es capaz de ayudarnos a salir de estas zonas muertas del corazón, estas tumbas del pecado que todos nosotros tenemos. Todos somos pecadores. Pero si nosotros estamos muy apegados a estos sepulcros y los cuidamos dentro de nosotros y no queremos que todo nuestro corazón resurja a la vida, nos corrompemos y nuestra alma comienza a tener, como dice Martha, “mal olor” (Jn 11, 39), el olor de aquella persona que esta apegada al pecado. Y la Cuaresma es un poco para esto. Para que todos nosotros podamos escuchar eso que Jesús le dijo a Lázaro: “Gritó con voz fuerte: ‘Lázaro, sal fuera’ ” (Jn 11, 43).

Hoy les invito a pensar un poco, en silencio, aquí: ¿Dónde está mi necrosis? ¿Dónde esta la parte muerta de mi alma? ¿Dónde está mi tumba? Piensen, un minuto, todos, en silencio. Pensemos: ¿Cuál es aquella parte del corazón que se puede corromper, porque estoy apegado a lo pecados a al pecado o a cualquier pecado? Y mover la piedra, mover la piedra de la vergüenza y dejar que el Señor nos diga, como dijo a Lázaro: “¡Sal fuera!” Para que toda nuestra alma sea curada, sea resucitada por el amor de Jesús, por la fuerza de Jesús. Él es capaz de perdonarnos. Todos tenemos necesidad. Todos. Todos somos pecadores, pero debemos estar atentos para no hacernos corruptos. Pecadores, lo somos, pero Él nos perdona. Escuchemos aquella voz de Jesús que, con el poder de Dios, nos dice: “¡Sal fuera! Sal de esa tumba que tienes dentro. Yo te doy la vida, Yo te hago feliz, Yo te bendigo, Yo te quiero para mí”.

El Señor hoy, en este domingo, en que se habla tanto de la Resurrección, nos de a todos nosotros la gracia de resurgir de nuestros pecados, de salir de nuestras tumbas con la voz de Jesús que nos llama a salir fuera, a ir hacia Él.

Y otra cosa. En el Quinto Domingo de Cuaresma, aquellos que se preparaban para el Bautismo en la Iglesia, recibían la Palabra de Dios. También esta comunidad, hoy, hará el mismo gesto. Y yo quiero darles el Evangelio, que se lleven el Evangelio a casa. Este Evangelio es un Evangelio de bolsillo para llevar siempre con nosotros, para leer un poquito de un texto. Abrirlo así y leer cualquier cosa del Evangelio, cuando debo hacer una fila o cuando estamos en el camión. Pero cuando estamos cómodos en el camión, porque si no estoy cómodo, debo estar atento de los bolsillos. Leer siempre un pedacito del Evangelio. Nos hará tanto bien, nos hará mucho bien. Un poco, todos los días. Es un regalo que he traído para toda su comunidad, para que así, hoy, Quinto Domingo de Cuaresma, reciban la Palabra de Dios y también, así, puedan escuchar la voz de Jesús que les dice: “¡Sal fuera! ¡Ven! ¡Ven afuera!” y prepararnos a la noche de Pascua.

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